Exigencias

ERC quiere medidas concretas en la mesa de diálogo a cambio de ceder con la fecha

Evita poner día ante un calendario endiablado y marcado por el 13-F mientras Junts mantiene el boicot al foro: “Una mesa de diálogo sin reuniones ni es una mesa ni es diálogo”

Esquerra ha descorchado este 2022 con la intención de acelerar los tiempos, sacudirse de encima la presión de sus socios de Junts y trasladar la pelota al tejado de la Moncloa. El objetivo no es otro que redoblar las exigencias hacia el Gobierno de Pedro Sánchez, al que reclama avances notorios en la mesa de diálogo más pronto que tarde, algo que los republicanos necesitan exhibir ante el electorado independentista para demostrar que su apuesta por la vía pactada da ciertos frutos.

Sin embargo, desde el Gobierno llevan días enfriando la convocatoria del foro y Pedro Sánchez ya ha abogado por esperar –hoy mismo ha dicho no querer atarse a un día concreto– para priorizar la lucha contra la sexta ola de la covid-19 y la recuperación económica por ser lo que «ahora mismo importa a la ciudadanía». También está la estratégica cita electoral en Castilla y León el próximo 13 de febrero, clave en la hoja de ruta socialista.

Y ante este escenario, Esquerra evita fijar un día concreto –avisa de que tiene que ser “cuanto antes”, sin más detalles ante un hipotético retraso– aunque redobla sus exigencias y pide “avances” en la negociación. Es decir, prioriza el contenido al calendario y aprovecha el tiempo para elevar las reclamaciones al Gobierno. “Es evidente que la reunión se ha de producir cuanto antes mejor y que se tiene que constatar avances, hace falta que haya concreciones”, ha asegurado la portavoz, Marta Vilalta, tras la reunión de la Ejecutiva del partido, la primera tras las fiestas navideñas.

Eso sí, la dirigente se ha comprometido a que ERC no va a “participar del baile de fechas” y rechazó en varias ocasiones especular sobre el día o la semana en la que debe producirse la reunión. “Lo antes posible”, advirtió solamente. Una réplica a la intención de Pedro Sánchez de dilatar los tiempos con doble trasfondo: para los republicanos es más importante ahora mismo que en las reuniones “se produzcan principios de acuerdo y concreciones” que no el “cuándo tienen lugar”.

“Hay que avanzar en la resolución del conflicto político entre Cataluña y el Estado, y 2022 debería ser el año en el que se empiece a desencallar”, ha advertido en este sentido sin salirse ni un ápice del guion marcado por el independentismo, con la autodeterminación y la amnistía como líneas rojas sobre la mesa.

Aviso: “República irrenunciable”

De hecho y tras las palabras del propio Pere Aragonès en el mensaje de Navidad, ERC se reafirma en su órdago al Gobierno: “La apuesta de Aragonès y de ERC es la vía negociada con el Estado, aunque es evidente que si no hay avances suficientes no nos quedaremos con los brazos cruzados, ya que nuestro objetivo sigue siendo conseguir la república catalana, y esto es irrenunciable”.

Para ERC, lo mejor “es poder llegar a la independencia por la vía de la autodeterminación y un referéndum, como en Escocia o el Québec, y esto pasa por una negociación con el Estado, pero nunca hemos descartado cualquier otra vía democrática”, ha reiterado Vilalta en este sentido, un aviso en toda regla al Gobierno con la vista puesta en un año claramente preelectoral.

Y es que los republicanos también tienen que lidiar con la presión de Junts, que aprovecha cualquier circunstancia para desdeñar y boicotear el foro y la apuesta negociadora de Esquerra. “Una mesa de diálogo sin reuniones ni es una mesa ni es diálogo”, ha criticado también hoy la portavoz posconvergente, Elsa Artadi, afeando que el debate gire en torno al calendario pero denunciado también la demora en las convocatorias.

Según Artadi, el calendario de la mesa lo marca «unilateralmente» el Gobierno. En este clima de boicot permanente, la portavoz de Junts también ha lanzado la idea de que en la próxima reunión tiene que participar “todo el independentismo” y no sólo una parte, y, a renglón seguido, ha reiterado la apuesta del partido por los nombres de su delegación –Jordi Sànchez, Jordi Turull, dos ex indultados por el Gobierno, además del vicepresidente Jordi Puigneró y la portavoz en el Congreso Míriam Nogueras–, que no fueron aceptados por el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès. ERC esgrime que sus integrantes deben ser miembros del Ejecutivo, una idea que mantiene: “El mejor lugar para confrontar propuestas es una mesa de diálogo, y no haciendo declaraciones o tuits”.