Arte

El trágico final de los amantes de Andy Warhol

Jed Johnson y Jon Gould fueron las dos últimas parejas de un pintor que no quiso divulgar su vida privada

Warhol - The American Dream Factory Exhibition in Liege
Warhol - The American Dream Factory Exhibition in LiegeJULIEN WARNANDAgencia EFE

El reciente estreno de la serie “Los diarios de Andy Warhol”, en Netflix, ha servido para ofrecer una imagen diferente de quien está considerado uno de los grandes artistas del siglo XX. A partir de los propios diarios personales del rey del “pop-art”, aunque publicados de manera póstuma, en ellos encontramos algunos datos nuevos sobre la intimidad de quien fue muy cuidadoso en vida de no revelar su privacidad. Tanto el libro, publicado por Anagrama, como la serie sirven para que el gran público conozca a dos nombres importantes en la biografía de Warhol: Jed Johnson y Jon Gould.

Jed Johnson conoció a Andy Warhol cuando llevaba poco tiempo en Nueva York. Tras intentar tener un empleo, logró ser repartidor y uno de sus primeros cometidos fue llevar correspondencia a The Factory, el estudio-taller de Warhol en la ciudad de los rascacielos. El artista lo animó a quedarse allí y formar parte de aquella familia. Así lo hizo y desde ese momento, Johnson pasó a ser hombre de confianza de Warhol y, poco a poco, en su amante. Fue después de que Valerie Solanas, el 3 de julio de 1968, disparara contra Warhol dejándolo malherido, que Warhol pasó a cuidarlo y a estar a su lado en todo momento. Empezaron a vivir juntos a la vez que Jed empezaba a trabajar con notable éxito como diseñador de interiores. Muchos de los clientes de Warhol pasaron también a serlo de Johnson, como el matrimonio Mick Jagger-Jerry Hall. Pero aquello no iba a salir bien, especialmente por culpa de algunas de las amistades nocturnas de Warhol, especialmente un tipo llamado Victor Hugo y que ha pasado a ser una de las personas más odiadas del Nueva York de finales de los setenta y principios de los ochenta. El verdadero nombre de este modelo venezolano era Víctor Rojas, pero una vez en Estados Unidos se lo cambió por el del autor de “Los miserables”. Fue el destructivo amante del reconocido diseñador Halston, pero también pasó a ser modelo ocasional de Warhol.

Poco a poco, Jed Johnson fue distanciándose de Warhol mientras empezaba a trabajar con un arquitecto llamado Alan Wanzenberg y con quien empezó una relación. Pese a la separación, Johnson siguió ligado a la carrera de Warhol, incluso después del fallecimiento del artista en 1987. En 1995 fue hasta el punto de formar parte de Junta de Autenticación de Arte de Andy Warhol. Sin embargo, no fue por mucho tiempo. Un año más tarde, Jed Johnson murió en un accidente de avión. Él era uno de los 229 pasajeros y tripulantes del vuelo 800 de la TWA que explotó mientras volaba frente a la costa de Long Island. Nunca se encontraron sus restos.

Cuando Johnson dejó a Warhol, el mejor retratista de las latas Campbell se fijó un objetivo que se llamaba Jon Gould. Tras trabajar durante poco tiempo en el departamento de publicidad de la revista “Rolling Stone”, con solamente 27 años Gould se convirtió en uno de los principales ejecutivos de Paramount. En noviembre de 1980, por mediación del fotógrafo Christopher Makos, conoció a Andy Warhol en una exposición en Nueva York. Un mes más tarde, en diciembre, Jed dejó definitivamente al artista. Al día siguiente, Warhol envió una docena de rosas rojas a Jon Gould. Para seducirlo, el pintor también le regaló varias de sus obras, además de animarlo a coleccionar trabajos de creadores que formaban parte de su círculo, como Jean-Michel Basquiat, Keith Haring o Kenny Scharf.

Warhol convirtió a Gould en modelo de algunos de sus cuadros y lo llegó a fotografiar unas 400 veces. Sin embargo, pese a que el ejecutivo fue la pareja del artista, no quiso que públicamente se supiera nada. Pensaba que era mejor aparentar ser heterosexual porque podría afectar a su carrera que se conociera la naturaleza real de su sexualidad.

Sin embargo, la relación no duró mucho. En febrero de 1984, a Gould se le diagnosticó que padecía sida. Dejó Nueva York y se instaló en Los Ángeles donde finalmente murió el 18 de septiembre de 1986. Warhol no lo acompañó. Unos días después del fallecimiento, Andy Warhol empezó a trabajar en su particular mirada hacia “La última cena”. Era su manera de aproximarse a la muerte.