Salud pública
La escasez de precipitaciones augura una temporada de mosquitos con baja actividad
Sants-Montjuic y Poble-Sec son las zonas que concentran tradicionalmente más población por tener un mayor número de elementos de riesgo en la vía pública, como fuentes o sumideros, pero Sarrià o el Putxet son focos de mosquito tigre por ser las que cuentan con más espacios privados en los que se puede crear acumulaciones de agua, como patios o jardines
Los mosquitos son seres dependientes de la temperatura y la precipitación, factores éstos que condicionan su ciclo biológico y su actividad. En este sentido, en 2021, se registraron niveles de actividad de mosquitos bajos, con picos muy puntuales en los meses de abril y agosto, y es que fue el año menos lluvioso en Barcelona desde que se tienen datos y el cuarto más cálido. Y este 2022 parece que sigue la misma tendencia, al menos por el momento.
“Esta población necesita calor y una primavera lluviosa y este año, pese a que las temperaturas son muy elevadas, está siendo seco, lo cual reduce los puntos en los que los mosquitos se pueden reproducir y, por lo tanto, tenemos poca población”, explica Tomás Montalvo, responsable del programa de vigilancia y control de mosquitos de la Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB), quien sin embargo señala que “si se produjera algún fenómeno climático extremo, que por ahora no ha se ha producido pero podría darse el caso en septiembre con las características lluvias torrenciales, la situación podría cambiar ya que la disponibilidad de agua, sumada a las altas temperaturas, podría provocar un aumento de la población”.
En cualquier caso, la ASPB lleva a cabo una intensa labor de vigilancia y prevención de la presencia de los mosquitos en aquellos espacios públicos en los que anualmente se detecta un mayor riesgo de proliferación de esta población para, en consecuencia, actuar con el fin de eliminar los puntos de cría y controlar así esta población. En este sentido, cabe recordar que los mosquitos, pese a que tienen una esperanza de vida de entre dos y tres semanas, ponen cerca de un centenar de huevos semanalmente, de los cuales cerca de la mitad serán hembras, que volverán a poner huevos, de manera que “si no se lleva a cabo una labor continuada de vigilancia, esa población se puede descontrolar y, entonces, es muy difícil recuperar”, advierte Montalvo.
Así pues, este año, se han identificado 82 zonas de elevado riesgo, una más que en 2021, en las que se lleva a cabo un seguimiento continuado desde abril hasta noviembre para intervenir de forma precoz cuando la situación lo requiera.
Estas zonas de vigilancia se establecen en función de tres criterios: la actividad que se ha identificado en esos puntos durante el año anterior; la protección de la salud en lo relativo al nivel de transmisión de enfermedades, como el dengue o el zika, a través del mosquito tigre, de manera que se realiza una labor de vigilancia para tratar de reducir la exposición de las personas contagiadas a los mosquitos; y el tercer criterio es el que hace referencia a las desigualdades sociales en salud.
Al respecto, Montalvo indica que “en 2021 se introdujo la renda social como indicador a tener en cuenta a la hora de priorizar la protección de los más vulnerables, lo cual hizo que incrementaran de forma significativa el número de zonas de vigilancia, y este año hemos añadido además la variable de la edad”, de manera que se ha estrechado la vigilancia en aquellas zonas cercanas a centros escolares para niños de 3 a 5 años y las residencias de personas mayores.
Actuar contra los mosquitos
Gracias a esta labor continuada de vigilancia, cuando se detecta actividad de esta población, desde la Agencia de Salud Pública de Barcelona se lleva a cabo una intervención para tratar de controlar a esa población de mosquitos. “Actuamos en la fase acuática, porque una vez los mosquitos son adultos y pueden volar es mucho más complicado controlar la situación, así que intentamos evitar llegar a esa fase”, explica Montalvo, quien a continuación señala que el modo de proceder consiste en “tomar semanalmente -ya que este es el periodo de tiempo en el que el mosquito tarda en salir- una muestra de agua de las zonas identificadas como de riesgo, que son principalmente sumideros, fuentes naturalizadas y ornamentales, y se evalúa la actividad del mosquito común o el mosquito tigre, que son los más frecuentes en la ciudad, y, si la situación lo requiere, se lleva a cabo un control larvicida con un producto biológico que no daña el medio ambiente ni tiene impacto sobre la salud de las personas”.
En 2021, por ejemplo, la ASPB llevó a cabo 26.973 revisiones de elementos de riesgo urbanos para detectar actividad en 406 y se realizaron 4.400 tratamientos, mientras que en lo que llevamos de año los datos indican que la población de mosquitos es menor, de manera que se prevén menos intervenciones.
Pero, más allá de la labor realizada por la Agencia de Salud Pública de Barcelona, la colaboración ciudadana es muy importante también en materia de vigilancia, prevención y control de la población de mosquitos, ya que es clave evitar que puedan crearse focos de cría en las propiedades privadas, como patios, jardines o terrazas. Es por ellos que, desde la ASPB advierten de la trascendencia de revisar e inspeccionar semanalmente estos espacios privados, que en realidad es donde se localiza la mayor parte de los focos de cría en la ciudad, para evitar que se acumule agua en algún punto. “Es importante revisar las macetas, cubos o jarrones que estén el exterior y, si tienen agua, hay que vaciarlos, ya que estas pequeñas acumulaciones de agua son aprovechadas por los mosquitos para reproducirse”, explica Montalvo.
En este sentido, cabe señalar que las zonas de Sants-Montjuic o Poble-Sec son las que tienen una mayor probabilidad de registran actividad de mosquitos por acumular un mayor número de elementos de riesgo en la vía pública, como fuentes o sumideros, pero las de Sarrià-Sant Gervasi o Putxet-Farró son habitualmente las que cuentan con una mayor presencia de mosquito tigre por ser la que concentran un mayor número de espacios privados en los que se puede acumular agua.
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