Opinión
Polis a pie de calle
Fue en 1987 cuando asumí por primera vez la defensa de un policía, desde entonces he defendido a centenares, nunca me importó el color del uniforme, ni el rango que ostentaban, para mi defender a los que nos defienden ha sido siempre una vocación, igual que la lucha antiterrorista una pasión. Vivo de otro tipo de clientes, pero mantener viva una pasión, una vocación, es algo que humanamente y como abogado me llena.
Hace poco he tenido la oportunidad de celebrar junto a los responsables del SPC (Sindicat de Policías de Cataluña) unos tipos valientes que defienden a su gente mossos d´esquadra, con profesionalidad y valor, que se han enfrentado a todo tipo de situaciones y jamás han dado un paso atrás, como decía he tenido la gran satisfacción de celebrar la absolución del subinspector de mossos José Ranea en el llamado caso Macedonia. Nos juntamos a cenar, en la celebración una conclusión lapidaria, hay dos tipos de policías los de la calle que asumen riesgos y los de salón, que en algunos casos son policías como podrían ser funcionarios de correos.
Cada policía en su vida profesional puede tener diferentes destinos, pero basta mirarles a la cara para saber a qué casta pertenecen, unos llevan la vocación en el alma, se meten hasta el fondo, se pringan hasta el límite, no sueltan el caso, no tienen horario, otros en el mejor de los casos cumplen con su trabajo y en ocasiones utilizan el tiempo que les queda para conspirar.
De los centenares que he defendido, muy pocos son de esta segunda especie. Yo particularmente me llevo mejor con los primeros, con los tipos como Ranea que no se derrotan, que son capaces de aguantar hasta 12 años sin dar un paso atrás y luego llorar sobre un hombro amigo cuando se hace justicia.
Esta sociedad hipócrita pide resultados y luego crucifica a los valientes, se aguanta sobre varios pilares y uno de ellos fundamental, son el tipo de policía como Ranea, como los del SPC. Aunque ya se sabe aquello de que en los momentos difíciles se le reza a Dios y se le pide ayuda al soldado, pero cuando las dificultades pasan se olvida a Dios y el soldado es juzgado, a veces en la opinión pública y otras en los tribunales.
No soy ni objetivo ni imparcial, no quiero serlo, solo soy un abogado orgulloso de defender a los polis de calle, como Ranea.
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