Investigación científica
El Ejército de Tierra afronta una nueva Campaña Antártica con 14 proyectos científicos
Esta arrancará el 7 de diciembre y, desde la base Gabriel de Castilla, el Ejército de Tierra dará apoyo a la actividad científica española en la zona
El Ejército asume diversas funciones más allá de las estrictamente militares y entre éstas figura su contribución al desarrollo de la investigación. En este sentido, desde 1988 el Ejército de Tierra (ET) gestiona la Base Antártica Gabriel de Castilla, que nació como refugio militar para apoyar la actividad científica que España desarrolla en dicho continente y para apoyar los levantamientos topográficos que allí se estaban llevando a cabo por entonces.
A día de hoy, ésta es la base de la Campaña Antártica del ET, la operación militar fuera de España más antigua en vigor y, pese a ser reducida en lo que se refiere a efectivos humanos, tan solo 17, destaca por su lejanía, ya que se lleva a cabo a 13.000 kilómetros de distancia de España, y por las dificultades climáticas que plantea.
Y es que la Base Gabriel de Castilla, está ubicada en la Isla Decepción, a unos 100 kilómetros del continente antártico y a más de mil del lugar poblado más cercano. Ésta, junto al Buque de Investigación Oceanográfica Hespérides y la Base Juan Carlos I, contribuye a la presencia española en la Antártida, cumpliendo así los acuerdos suscritos en el marco del Tratado Antártico y sus Protocolos, y las tres son las plataformas de investigación con las que España actúa en dicho continente.
Con la gestión de esta base, el Ejército de Tierra garantiza el correcto mantenimiento de sus instalaciones, material y equipo y desarrolla proyectos de investigación y experimentación para este cuerpo de las Fuerzas Armadas. Asimismo, colabora con el Ministerio de Ciencia e Innovación en lo relativo a las investigaciones científicas que se llevan a cabo en la Isla de la Decepción, que es la parte visible del volcán más activo de la región de la Península Antártica, cuya última erupción se registró en 1970, y otros puntos del territorio antártico.
Así pues, la isla es excepcional desde el punto de vista científico por su actividad sísmica y volcánica, que ha dado lugar a los conocidos como ‘glaciares negros’, que no son más que la superficie de la isla cubierta por glaciares, que corresponde al 60% del total de su extensión, que ha quedado cubierta por los materiales sólidos generados por las erupciones.
La Isla de la Decepción tiene también un gran interés científico por los procesos de colonización de flora, líquenes y musgos que han seguido a los depósitos variables de cenizas, pero llegar hasta ella no es tarea fácil, ya que exige cruzar el Mar de Hoces, entre el extremo más meridional de América del Sur y la Antártida, aprovechando las pequeñas treguas que dan las borrascas tan presentes en la zona. Ese es precisamente el recorrido que cada campaña realiza en diversas ocasiones el Buque de Investigación Oceanográfica Hespérides, también operado por la Armada Española, como recurso de apoyo a las bases españolas. +
Instalaciones
La base Gabriel de Castilla consta de varios módulos, que cuentan con todos los recursos necesarios para garantizar que el personal allí desplegado pueda vivir y desarrollar su trabajo en las mejores condiciones. Esto es: un módulo de vida de 140,30 m2 de superficie pensado para acoger hasta 28 personas; uno científico, que en sus cinco estancias alberga laboratorios y salas de trabajo; un módulo que ejerce las funciones de taller y almacén de piezas de repuesto; otro de uso sanitario, que cuenta con área de reanimación, atención primaria y curas, una zona diagnóstica con laboratorio y telemedicina, un área de hospitalización y aislamiento y un almacén con material de rescate.
La base también dispone de un módulo de almacén de material de transmisiones, uno en el que se guarda todo el material necesario para las salidas en zódiac, otro de energía, en el que se ubican los dos grupos electrógenos que abastecen a toda la base, un módulo de almacén que cuenta con una cámara congeladora y otras frigoríficas para garantizar la cadena de frío de los alimentos y, por último, un nuevo módulo de taller.
Esta base, junto con la Juan Carlos I, tiene como misión principal el apoyar las actividades de España en la Antártida en el marco de los proyectos de investigación que coordina el Subprograma Nacional de Investigación Polar. Es en este contexto que tiene lugar anualmente la Campaña Antártica, que abarca únicamente el verano austral, que transcurre desde mediados de noviembre hasta principios de marzo, mientras que el resto del año se mantienen los registros de diferente índole automatizados.
Campaña de este año
En esta ocasión, la fecha elegida para el arranque de la 36ª Campaña Antártica, que se ha presentado en Barcelona, es el 7 de diciembre, día en el que medio centenar de integrantes de la expedición, entre los que 17 son miembros del Ejército de Tierra, viajarán hasta la base Gabriel de Castillapara contribuir al desarrollo de 14 proyectos científicos, una cifra superior a la media de las ediciones previas, un incremento que ha ido acompañado también de un aumento del presupuesto.
Entre esos proyectos científicos figuran algunos relacionados con ámbitos como el cambio climático, el efecto de la radiación solar, procesos tectónicos, prospecciones volcánicas o las propiedades electrónicas del manto antártico. Al respecto, el feje del Estado Mayor del Ejército de Tierra, el general Amador Enseñat, ha comentado que “es un orgullo colaborar con la sociedad civil, en particular con el mundo académico”.
En este sentido, es importante recordar que, al margen de la labor que hace el Ejército de Tierra en la propia isla, la UTM aporta la cobertura logística a la expedición, para lo que serán necesarios hasta tres tránsitos en el buque Hespérides y cinco vuelos antárticos, así como el desplazamiento de 160 toneladas de material científico.
En lo que se refiere a los proyectos estrictamente militares que se abordarán durante la campaña, cabe señalar iniciativas como la preparación de nuevos suelos, la sustitución de la antigua incineradora, la auscultación de procesos activos sobre la ladera de la Isla Decepción, la mejora de la comunicación a través de sistemas I3D o la instalación y mantenimiento de sensores que permitan seguir tomando datos cuando la base esté vacía.
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