Exposición

El arte que contó el fracaso del hombre

Una ambiciosa exposición en el Mnac revisa la figura humana después de la guerra entre 1940 y 1966

GRAFCAT5622. BARCELONA, 26/10/2023.- Una persona observa la obra de Joan Miró "La estrella matinal", una del centenar de pinturas y esculturas de Miró, Mercè Rodoreda, Ponç, Subirachs, Guinovart, Antonio Saura, Millares, Oteiza, Giacometti, Henry Moore, Bacon o Inge Morath que se exhiben desde hoy en el MNAC en la exposición "¿Qué humanidad? La figura humana después de la guerra (1940-1966)". EFE/Quique García
Una visitante de la muestra ante una obra de Joan MiróQuique GarcíaAgencia EFE

Una de las funciones de un museo público es precisamente la de ser un servicio público, la de mostrar relatos a la sociedad que el paso del tiempo y cierta historiografía han desdibujado. Esa labor pedagógica es la que llena las salas temporales del Museu Nacional d’Art de Catalunya (Mnac) de la mano de una exposición que trata de responder a una pregunta: «¿Qué humanidad?». Es una manera de interrogarse sobre la representación de la figura humana a mediados del siglo pasado, cuando las guerras se convirtieron en el día a día de la población, especialmente gracias a la Guerra Civil española y la Segunda Guerra Mundial.

Los cuatro años de preparación de esta muestra, comisariada por Àlex Mitrani, se constatan en esta propuesta que cuenta con trabajos realizados entre 1940 y 1966 por un total de 80 creadores. Es un diálogo entre artistas catalanes y grandes nombres internacionales, como Joan Miró, Pablo Picasso, Oswaldo Guayasamín, Francis Bacon, Alberto Giacometti, Henry Moore, Antoni Clavé, Joan Ponç, Antoni Tàpies, Mercè Rodoreda o Juli González, entre muchos otros.

La muestra, en palabras de Mitrani, presenta «arte de posguerra no como arqueología sino como fuente de enriquecimiento. Es un arte vigente». Con una importante presencia de figuración, aunque también hay alguna dosis de abstracción, el comisario de esta iniciativa apuntó que esta es «una exposición sobre la víctima, sobre el posicionamiento de la víctima, el dolor y el sufrimiento, el peligro de ser aniquilado», algo que sigue estos días totalmente vigente si miramos lo que ocurre en Ucrania o el conflicto entre Israel y Palestina.

Lo que queda tras el desastre, tras los bombardeos y los campos de concentración es el punto de arranque del recorrido en el Mnac, algo que nos viene dado gracias a la experiencia de quienes sobrevivieron a la tragedia. Eso es lo que nos ofrece, por ejemplo, el esloveno Zoran Mušic con un estremecedor dibujo en el que encontramos a cuatro personas ahorcadas en el campo de concentración de Dachau. Es uno de los dibujos que pudo realizar en ese lugar de terror en el momento de la liberación del campo y que han quedado como impresionante testimonio de ese infierno. El mismo escenario, es decir, un campo de concentración también es documentado en una obra expuesta de Lasar Segall, un autor judío de origen lituano y que se estableció en Brasil donde pudo tener contacto con algunos de los que huyeron de Europa, como fue el caso del intelectual Stefan Zweig.

Una perspectiva de corte surrealista en la exposición la tenemos gracias al estremecedor óleo «Dolor aerotransportado (Paracaídas con ojo», de Helios Gómez y donde parece planear la sombra de Dalí, autor que –¡ay!– por desgracia no está en esta interesante propuesta.

Sí podemos constatar el posicionamiento de las víctimas en este periodo gracias a los dibujos de Josep Bartolí para su libro «Campos de concentración 1939-1944». El dolor, el grito silenciado ante el terror queda representado con la maqueta del monumento dedicado a los mártires de Oradour-sur-Glane, original de Apel·les Fenosa o con la siempre fascinante «Montserrat gritando» del gran Juli González. A ellos se le suma un inquietante diálogo entre dos bronces: «Europa» de Josep Maria Subirachs y «Guerrero cayendo» de Henry Moore.

Tras los desastres de la guerra, la exposición plasma en sus salas las heridas dejadas, en muchas ocasiones recuperando y reinterpretando la imagen de Cristo crucificado, como se ejemplifica aquí gracias a la pintura de Francis Bacon, Antonio Saura, Bernard Buffet o Graham Sutherland.

La exposición también nos invita a constatar como la idea de humanidad parecía herida de muerte, aunque poco a poco vuelve a resurgir de sus cenizas. Es una invitación a la meditación, como nos presenta Antoni Tàpies con la tela «Forma negra sobre cuadrado gris», Manolo Millares con «Homúnculo» o la sencillez escultórica de Alberto Giacometti en «Busto de hombre sobre base».

De aquí pasamos al exilio interior de los perdedores, algo que se retrata con la picassiana pintura de Edouard Pignon «Catalana», la inquietante «Silencio» de Juana Francés o el relieve de Antonio López «Mujer durmiendo (El sueño)».

La luz al final de ese largo túnel nos la ofrece en el Mnac obras tan interesantes como un dibujo preparatorio de Picasso para su mural de 1952 «La Guerra y la Paz».