Literatura

Barcelona se convierte en capital de las ciudades dedicadas a Antonio Machado

La capital catalana fue el último hogar del poeta antes de exiliarse

Antonio Machado
Antonio MachadoLa RazónLa Razón

En la última etapa de su vida, Antonio Machado y su familia, huyendo de la persecución de las tropas de Franco, encontraron refugio en Barcelona. En la capital catalana vivió y escribió algunos de sus últimos textos. Fue en abril de 1938, estando en Rocafort, cuando el poeta recibió un telegrama en el que se le anunciaba que a la mañana siguiente se pondría un coche a su disposición para ser trasladado a la capital catalana. Y hasta allí se fue acompañado de su madre Ana Ruiz, su hermano José, su cuñada Matea y sus tres sobrinas.

Este hecho hace que Barcelona, desde hace un tiempo, forme parte de la Red de Ciudades Machadianas, una entidad sin ánimo de lucro que se dedica a recordar la geografía humana y literaria del autor de "Campos de Castilla", y cuya presidencia acaba de asumir, como así anunció ayer el Ayuntamiento de Barcelona. El nombramiento se oficializó ayer en Sevilla, ciudad que ostentaba la presidencia hasta ahora, en el marco de la Asamblea General Ordinaria Anual de la entidad. La presidencia es rotatoria entre las ciudades asociadas, y tiene una vigencia anual. Durante su presidencia, Barcelona organizará diversas actividades relacionadas con la figura de Machado, aunque aún no se han dado detalles.

La Red de Ciudades Machadianas fue constituida oficialmente, con motivo del setenta aniversario de la muerte del poeta, en febrero de 2009 en Colliure y, además de la localidad francesa donde el poeta está enterrado, fueron socias fundadoras las ciudades de Baeza, Segovia, Sevilla y Soria. Con posterioridad se incorporaron también como socias Madrid, Rocafort y Barcelona, ​​que forma parte desde 2020. Los estatutos contemplan también la adhesión de otras instituciones que no sean municipios, sin adquirir la condición de socios, cuando la solicitud esté suficientemente motivada. De esta manera, en 2021 se incorporó la Institución Fernán González. Real Academia Burguense de Historia y Bellas Artes, que custodia a el que fuera archivo personal de Manuel Machado y donde hay un número importantísimo de manuscritos, algunos de ellos inéditos, de su hermano Antonio.

El primer hogar de Antonio Machado en Barcelona, a instancias del Ministerio de Instrucción Pública, fue el Hotel Majestic. En la recepción, una placa –colocada a instancias de la Sociedad Cultural Andaluza Almenara– recuerda desde 1989 el paso del autor de “Soledades” por dicho establecimiento, al igual que una suite que lleva su nombre y que está decorada con algunas imágenes y libros suyos. Pero el Majestic no fue del agrado de Machado, como lo recuerda su hermano José. «En este odioso ambiente de hotel, tan poco propicio a su amada soledad, pasó un mes. Allí, como en un andén de estación, pasaban, se cruzaban toda clase de personas conocidas y desconocidas, sospechosas. Baja al hall solamente en las horas de las comidas y algunas noches permanecía en él un rato más, para tomar café, cuando los amigos iban a visitarle. Pero en general se quedaba en sus habitaciones pensando y trabajando».Fue finalmente ubicado en la Torre Castanyer, cerca de la plaza de la Bonanova, donde estuvo viviendo con su familia, además de convertir aquel lugar en punto de encuentro de sus charlas con la intelectualidad catalana que quedaba en Barcelona.

En esos días colaboró en el diario “La Vanguardia” donde aprovechó la ocasión para elogiar y defender la lengua catalana, como podemos encontrar en un texto del 6 de octubre de 1938: “En esta egregia Barcelona —hubiera dicho Mairena en nuestros días—, perla del mar latino, y en los campos que la rodean, y que yo me atrevo a llamar virgilianos, porque, en ellos se da un perfecto equilibrio entre la obra de la Naturaleza y la del hombre, gusto de releer a Juan Maragall, a Mosén Cinto, a Ausias March, grandes poetas de ayer, y otros, grandes también, de nuestros días. Como a través de un cristal coloreado y no del todo transparente para mí, la lengua catalana, donde yo creo sentir la montaña, la campiña y el mar, me deja ver algo de estas mentes iluminadas, de estos corazones, ardientes de nuestra Iberia. Y recuerdo al gigantesco Lulio, el gran mallorquín”. A continuación, Machado aseguraba “¡qué bien nos entendemos en lenguas maternas diferentes, cuantos decimos, de este lado del Ebro, bajo un diluvio de iniquidades: “Nosotros no hemos vendido nuestra España!” Y el que esto se diga en catalán o en castellano en nada amengua ni acrecienta su verdad”.