Opinión
Elogio de la vagancia
Si alguna vocación frustrada he tenido en mi vida es la de vago, y entiendo por hacer el vago su máxima expresión, es decir estar en tu casa varios días y levantarte sin saber qué vas a hacer, ni tener la ms mínima intención de planteártelo.
Es verdad que esto sucede en periodo vacacional, pero en mi caso estoy fuera de casa así que no cuenta como vagancia absoluta. Quizás se pregunten ustedes a que viene en primeros de año esta tontería de artículo, pero tiene sentido y mucho.
Verán, a mis sesenta y cinco años, lejos de jubilarme, sigo ejerciendo como abogado fiel a mis clientes, sigo dando clases en la universidad y en másters, sigo escribiendo libros y artículos como este o más técnicos, cumplo con otros compromisos como reservista del Ejército o como embajador de su marca, dicho de otra manera, pertenezco a esa clase de seres humanos que, a la que ve un lío, le falta tiempo para meterse en él, y nunca hasta estas pasadas semanas había tenido la oportunidad de vaguear unos días seguidos en mi propia casa.
Debo reconocer que este placer se lo debo a Pedro Sánchez, las mini vacaciones judiciales de un par de semanas que servidor se ha tomado casi al pie de la letra. ¿Qué hago yo ahora me pregunté cuando se nos confirmó dos días antes?, reuní a mi gente “organizaros como queráis, sacar cosas que tengamos que atender, yo solo quiero lo urgente”.
En casa todo el mundo tenía los planes hechos así que no quedaba otro papel para mí que el de defensa estorbo.
Y ahora ¿en qué ocupo el tiempo cada día?, en nada, absolutamente en nada Me levantaba, me duchaba y a seguir sin hacer nada, llamada del despacho, ¿es algo urgente?, no, pues a seguir vagueando. Cierto que he leído algún escrito para presentar después, pero punto final.
Supongo querido lector que le importarán un bledo mis peripecias vaguiles, que quizás esperaba un análisis del año nuevo o una crítica política.
Pues no, hoy precisamente vuelvo a la acción, juicios, clases etc., pero me he tomado la libertad de compartir con aquellos a quienes doy la tabarra semana a semana mis instantes también de felicidad y créanme he sido feliz, muy feliz ejerciendo de vago, tanto que este artículo es más corto que lo habitual.
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