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Los socorristas de Barcelona cumplen tres semanas de huelga indefinida sin acuerdo
El sindicato insiste en ampliar la temporada y reforzar la plantilla, y el alcalde confía en lograr “un acuerdo lo más pronto posible”

Los socorristas de Barcelona cumplirán mañana tres semanas de huelga indefinida sin que las negociaciones con el Ayuntamiento y la empresa concesionaria, FCC Medio Ambiente, hayan desbloqueado el conflicto. El paro, iniciado el 1 de agosto, mantiene bajo mínimos la vigilancia en las playas de la ciudad en plena temporada alta y en medio de una ola de calor que ha disparado la afluencia de bañistas.
El sindicato convocante, la CGT, exige un convenio propio, mejoras salariales, más recursos materiales y humanos y la ampliación de la temporada laboral a cinco meses completos, del 1 de mayo al 30 de septiembre. Actualmente, el servicio se concentra sobre todo en los meses de verano, con una plantilla reforzada en julio y agosto. Los trabajadores denuncian que esta temporalidad, junto a las condiciones que califican de “precarias”, pone en riesgo tanto su seguridad laboral como la de los usuarios de las playas.
Desde el inicio del paro, se han aplicado servicios mínimos del 50% y ondea la bandera amarilla en todo el litoral, una señal que advierte de que el baño es posible pero con limitaciones. La falta de efectivos ha llevado a los socorristas a cerrar torres de vigilancia y a intensificar sus protestas con pancartas en la playa del Bogatell y concentraciones en la plaza de Sant Jaume, frente al Ayuntamiento. En algunos casos llegaron a izar banderas rojas como gesto de denuncia, aunque la Guardia Urbana restituyó después las amarillas.
El alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, se pronunció este martes sobre el conflicto, en respuesta a las críticas de los trabajadores y de algunos grupos de la oposición que le reclaman implicarse directamente en la mesa de negociación. “Estoy implicado en todos los casos que pasan en la ciudad”, afirmó el primer edil, subrayando que está “informado por la teniente Bonet” sobre la evolución de las conversaciones. Collboni insistió en que espera que “el gobierno consiga alcanzar un acuerdo lo más pronto posible” y reconoció que “todos los conflictos laborales tienen su legitimidad”.
Las palabras del alcalde llegan en un momento clave, cuando la huelga encara su vigésimo día y el pulso sigue sin avances concretos. Las mediaciones convocadas por el Departament de Treball no han prosperado y los representantes de los socorristas acusan al Ayuntamiento y a FCC de ofrecer propuestas “irrisorias”. La última oferta municipal incluía ampliar la temporada alta hasta mediados de septiembre con dos empleados adicionales, pero fue rechazada de plano por el comité, que reclama una reforma más profunda del servicio.
El consistorio defiende que en los últimos años ya se ha hecho un esfuerzo notable: la inversión ha crecido hasta los 2,5 millones de euros, un 69% más, y los sueldos se sitúan un 40% por encima del convenio sectorial. También se han comprometido mejoras en las instalaciones, programas de formación y el refuerzo del dispositivo de emergencias. Para los socorristas, sin embargo, estos avances son insuficientes si no se garantiza estabilidad laboral y una dotación adecuada de personal durante toda la temporada de baño.
Escalada
El conflicto ha escalado también en el terreno social y político. La pasada semana, los socorristas interrumpieron el pregón de las fiestas de Gràcia con silbidos y pancartas, sumándose a otras protestas vecinales. En paralelo, entidades ciudadanas y asociaciones de usuarios de las playas han mostrado su preocupación por la seguridad en el mar durante estos días de calor intenso. Según datos municipales, en las playas de Barcelona se registran cada verano decenas de rescates y atenciones por golpes de calor, cortes o picaduras, lo que refuerza el papel esencial de este servicio.
Los portavoces sindicales han advertido de que mantendrán la huelga “todo el tiempo que sea necesario” hasta lograr un acuerdo digno. “Estamos ahogados”, repiten en sus protestas, en referencia tanto a la falta de medios como a la sensación de abandono institucional. En paralelo, dirigentes de la oposición municipal han acusado al gobierno de Collboni de falta de voluntad política para resolver el conflicto en plena temporada turística, cuando Barcelona recibe a miles de visitantes a diario.
El pulso entra así en su tercera semana sin una solución a la vista. Con la presión del verano avanzando, el Ayuntamiento intenta transmitir un mensaje de normalidad, mientras los socorristas insisten en que la situación es insostenible. La distancia entre ambas partes se mantiene, y el cansancio empieza a hacer mella en una plantilla que asegura estar determinada a continuar la protesta. La negociación sigue abierta, pero por ahora encallada.
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