Opinión

El María Moliner

Uno de los más consultados y prestigiosos, si no el que más, de nuestra lengua

El María Moliner
El María MolinerCC

Hablo, como a buen seguro habrá adivinado ya el lector, del Diccionario de uso del español, de María Moliner, uno de los más consultados y prestigiosos, si no el que más, de nuestra lengua, que tiene el mérito añadido de haber sido elaborado individualmente, pues lo normal es que sean redactados por un equipo de lexicógrafos, como sucede, por ejemplo, con el diccionario de la RAE.

María Moliner, de la que se conmemora este año el 125 aniversario de su nacimiento, estuvo durante quince años dedicada por entero a redactar su diccionario. Una tarea ímproba, que compaginaba además con su trabajo de bibliotecaria, y para la que utilizó como únicas herramientas una máquina de escribir manual, la única que había entonces, y miles de fichas de papel.

El Diccionario de uso del español se publicó en dos tomos –de unas 1500 páginas cada uno– en 1966-1967, y enseguida obtuvo un gran reconocimiento, incluso el académico. Sin embargo, cinco años más tarde, en 1972, quedó vacante un sillón en la Academia, y aunque nadie, ni remotamente, había hecho nunca tantos méritos para ingresar en la docta casa, y nadie podía igualársele tampoco en cuanto a conocimiento de la lengua, los señores académicos se inclinaron por otro candidato, el filólogo Emilio Alarcos, también de reconocido prestigio y con méritos suficientes para ocupar la plaza. Pero, al cerrarle así las puertas, dejaron pasar una gran ocasión: nunca había habido ninguna mujer en la Academia, y ella hubiera sido –ella tenía que haber sido, según el sentir de muchos– la primera. Sobre los porqués de esta decisión se ha escrito mucho: que la Academia no estaba preparada para admitir a una mujer, que doña María Moliner tenía una sólida preparación filológica, sí, pero no era catedrática, tampoco una escritora famosa, sino una simple bibliotecaria, profesión que ejerció, y con admirable empeño y competencia, durante toda su vida… También que su diccionario cuestionaba el de la RAE, y aun le superaba, pues, además de la definición, en la que primaba el uso corriente de las palabras, incluía también la etimología, sinónimos y términos afines, ordenación por familias léxicas y una valiosa información gramatical.

Al respecto, Gabriel García Márquez, admirador entusiasta, como tantos otros escritores, del diccionario (que anticipó además la ordenación de la ch dentro de la c, y de la ll dentro de la l, un criterio que la RAE no adoptó hasta 1994), escribió: “María Moliner –para decirlo del modo más corto– hizo una proeza con muy pocos precedentes: escribió sola, en su casa, con su propia mano, el diccionario más completo, más útil, más acucioso y más divertido de la lengua castellana. Se llama Diccionario de uso del español, tiene dos tomos de casi 3000 páginas en total, que pesan tres kilos, y viene a ser, en consecuencia, más de dos veces más largo que el de la Real Academia de la Lengua, y –a mi juicio– más de dos veces mejor. María Moliner lo escribió en las horas que le dejaba libre su empleo de bibliotecaria”.