Política penitenciaria
La nueva polémica en Cataluña: una cárcel "amable para los presos" y sin rejas
El nuevo centro en la Zona Franca de Barcelona entrará en funcionamiento el próximo año
Ya ha empezado la polémica, por el significado o concepto de lo que tiene que ser una cárcel. El futuro centro penitenciario de la Zona Franca de Barcelona es de régimen abierto. Esto significa que la mayoría de personas penadas vendrán sólo a dormir. La idea es que abra puertas en el primer semestre del 2026, y acoja a los hombres que quedan en las cárceles de Wad-Ras y Trinitat Vella de Barcelona. La puesta en marcha culminará con el cierre definitivo de la cárcel de Sant Andreu.
Son 13.000 m2 con 200 habitaciones divididas en dos módulos simétricos e independientes. Tal y como pudo comprobar la cadena betevé, cada módulo tiene una planta baja con un patio central y, alrededor, lo que serán el comedor, una sala de día para actividades, otra para televisión, una biblioteca, un gimnasio, una sala de formación con ordenador, lavandería y WC.
Encima, hay cuatro plantas más con los dormitorios —la mayoría para cuatro personas— y los aseos compartidos. En total, caben unos 800 internos, que para acceder a su planta necesitarán una tarjeta y pasar controles biométricos. Estos controles se sumarán a los que ya habrán pasado por entrar en el vestíbulo principal.
La obra gruesa ya está terminada. "Estamos en ese momento peligroso que parece que está terminado cuando todavía queda mucho trabajo", confiesan desde Prisiones. En las habitaciones ya hay literas, armarios o mesas. Los baños están bastante avanzados. En el comedor, faltan sólo las mesas, y la cocina ya se intuye como quedará.
Sin embargo, faltan los acabados y lo que llaman “trabajo invisible”, que son las instalaciones, los sistemas de seguridad o la puesta en marcha. "Habrá que verificar que todo funciona correctamente. Interfonos, luces, cámaras…", explican.
Se quiere ser una prisión amable para los internos. Por eso, en las habitaciones -que dan todas al patio interior- no hay rejas en las ventanas. Tampoco hay muros o concertinas y se han creado salas de primera acogida para recibir a las personas que llegan nuevas.
Rosa Martínez Casado, jefe de Servicios de Medio Abierto de la Dirección General de Asuntos Penitenciarios, explica que el objetivo es que cuando lleguen aquí "dejen aparte el estigma de estar cumpliendo una pena privativa de libertad y tengan la mirada puesta más en el exterior que en el interior". Por eso cada persona tiene su programa individualizado de tratamiento, con sus horarios y las actividades que puede echar.cir, dos de cada diez.