Opinión

Lo que Madrid no ha entendido de Barcelona

Son dos grandes ciudades que durante años han mantenido una dualidad complementaria en beneficio común y por ende de España

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Madrid y Barcelona, son dos grandes ciudades, que durante años han mantenido una dualidad complementaria en beneficio común y por ende de España. Esa dualidad se intentó quebrar con el disparate del proces y la ridícula proclamación de independencia. Pese a ello cada día hay más trenes de alta velocidad que unen a viajeros de Barcelona y Madrid.

Aquí nuestros dirigentes nos llevaron al abismo, pero desde Madrid no se entendió como afrontar esto, mas allá de la magnífica actuación de Jueces, Fiscales y Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, porque se hizo desde una perspectiva exclusivamente de sociología madrileña, ciudad que está que se sale, cada día más próspera, y donde radican los centros de poder, pero donde sobran conspiraciones permanentes para hacerse con el mismo en todos los circuitos. En Madrid la idea del poder lo impregna todo.

En Barcelona la sociedad civil actúa como contraequilibrio del poder, esto los indepes lo entendieron muy bien, por eso Omnium, la ANC, la Plataforma por la Llengua etc., tienen como misión el acercarse y el convencer a la sociedad civil, para eso tienen subvenciones y disponen de medios, los que sean necesarios para hacer su labor, para conseguir controlar desde la Cámara de Comercio hasta las falsas embajadas en el extranjero. Sus agentes próximos a la sociedad civil tienen medios y recursos.

Frente a ellos se contraponen asociaciones y entidades llenas de buena voluntad pero absolutamente carentes de recursos que hacen lo que pueden, muchas veces obteniendo meritorios triunfos en diferentes ámbitos desde aficionados a la selección española de fútbol hasta colectivos de profesores universitarios, desde defensa de la libertad lingüística y de enseñanza, pasando por la lucha de los derechos de aquellos ciudadanos que se enfrentan al poder independentista en diferentes campos.

Si España se decidiera a ayudar a la sociedad civil catalana leal a la constitución, otro gallo nos cantaría, porque la esperanza no está en los partidos. Ya ven cada uno por su lado corren riesgo de quedarse fuera de los ayuntamientos, la esperanza está en la gente, en quién no esté dispuesto a rendirse, en estas entidades que son muchas dando la cara en muy diversos campos.

Mientras, nos queda seguir en la lucha cada uno en lo que mejor sepa hacer, con nuestros propios recursos y siendo lo que somos: una autentica resistencia civil.