Opinión

Vida retirada

No hay mayor maravilla en el mundo que el despertar de la naturaleza

Río a su paso por la naturaleza.
Río a su paso por la naturaleza.Unsplash / Kazuend

Servidor de ustedes, pacientes lectores de esta columna semanal, lleva ya dos semanas sin ver la televisión, ni leer los periódicos, ni escuchar la radio. La primera porque no funciona desde que hubo que resintonizar los canales para adecuarlos a la alta definición, los segundos porque el lugar más próximo donde los venden dista más de treinta kilómetros, la tercera porque solo por la noche se sintonizan algunas emisoras, muy pocas, y siempre con un rumor de fondo que termina por hacerse molesto. Aun así, busca algo de música que le haga compañía, solo eso, música, en Radio Clásica de RNE casi siempre, pues no soporta a los locutores, esa manera de hablar que tienen casi todos, a voz en grito, entonando las frases a su gusto, la mayoría de las veces partiéndolas por donde no deben, separando las palabras a capricho…

Es un descanso no enterarse de las noticias, estar en el mundo sin saber lo que pasa en él, aguardar el sueño con los ojos cerrados mirando hacia dentro y no a la pantalla de un televisor, irse a dormir ignorando el catálogo de catástrofes y matanzas registradas al término de cada día. Aunque algunas noches, si el sueño tarda, rompe la promesa y el pacto que se hizo y enciende el móvil. Pero solo un momento, por si se hubiera producido algún cataclismo de última hora.

Y créanme que no se pierde uno nada con llevar esta vida ignorante, ocupadas las horas que sobran del diario quehacer en pasear el campo, ahora que con la llegada de la primavera se llena de sonidos y olores y colores que, no por repetidos cada año, dejan de admirar y sorprender, pues no hay mayor maravilla en el mundo que el despertar de la naturaleza.

Al lado de este milagro en el que apenas reparamos, qué lejos quedan y qué pequeños se ven y qué escasa relevancia tienen los titulares que suelen ocupar las portadas de los periódicos y el principio de los noticiarios. Que no son casi nunca los de mayor importancia ni los que de verdad preocupan a la gente (el ambiente prebélico que se respira en todo el mundo, y particularmente en Europa, los efectos del cambio climático, la inmigración, el precio de la vivienda…), sino los enredos de la política y los dimes y diretes de los políticos, que son del todo inconsistentes y banales, porque están al albur de las circunstancias, los intereses partidistas y los cálculos electorales.

Miren si no el caso de Cataluña, y pregúntense por qué se han convocado anticipadamente las elecciones, y por qué no se han olvidado las diferencias para afrontar juntos el problema de la sequía, y por qué se van a aplazar las medidas destinadas a reparar el estropicio de la educación…