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¿Estuvo la humanidad al borde de la extinción en 1883?

A finales del siglo XIX, un astrónomo mexicano observó miles de objetos pasando frente al Sol.

otografía del cometa C/2001 Q4 (NEAT) tomada el 7 de mayo de 2004 por el telesocpio del Observatorio Nacional Kitt Peak, cerca de Tucson, Arizona,
otografía del cometa C/2001 Q4 (NEAT) tomada el 7 de mayo de 2004 por el telesocpio del Observatorio Nacional Kitt Peak, cerca de Tucson, Arizona,larazon

El impacto de un gran meteorito con la Tierra es un escenario apocalíptico muy recurrente en la ficción. Un ejemplo es la película Armagedón, en la que la NASA manda a un grupo de perforadores petrolíferos al espacio con la misión de destruir un inmenso cometa que amenaza con extinguir a la humanidad. Si habéis visto la película, recordaréis que la llegada del cometa en cuestión estaba precedida por una lluvia de meteoritos muy poco realista que destruye unos cuantos edificios y coches en la ciudad de Nueva York.

Pues, bien, tras analizar el extraño testimonio de un astrónomo de finales del siglo XIX, los autores de un estudio de 2011 llegaron a la inquietante conclusión de que un evento miles de veces más destructivo que esa escena estuvo a punto de ocurrir en agosto de 1883.

La observación de Bonilla

Nuestra historia tiene lugar en 1883 en el observatorio astronómico de Zacatecas (México) y el protagonista es José A. Bonilla, el ingeniero y astrónomo que estaba al cargo de esta infraestructura recién estrenada. Los días 12 y 13 de agosto, Bonilla estaba ocupado fotografiando nuestra estrella a través del telescopio para estudiar las manchas solares cuando se topó con algo inesperado: un montón de cuerpos oscuros pasaron por delante del disco solar. De hecho, llegó a contar 447 durante las 3 horas y media que los estuvo observando.

Uno de los objetos observados por Bonilla frente al disco solar.
Uno de los objetos observados por Bonilla frente al disco solar.Jose Bonilla

Según Bonilla, la silueta negra de estos objetos se podía distinguir con claridad contra el disco de nuestra estrella y estaban rodeados de una especie de neblina. Además, se volvían brillantes cuando pasaban de largo el disco solar.

Tres años después, en 1886, el editor de la revista francesa de astronomía en la que Bonilla publicó esta observación achacó este curioso evento al paso de pájaros, insectos o incluso polvo pasando por delante del telescopio. Pero, en 2011, un estudio echó un vistazo a los datos de Bonilla y propuso un escenario mucho más preocupante: que Bonilla observó miles de fragmentos de un cometa que pasaron muy cerca de la Tierra. ¿Qué pasó realmente en 1883? ¿Se trató de un simple malentendido o la humanidad estuvo al borde de la extinción?

La hipótesis de los cometas

Aunque José Bonilla no pudo hacer mucho más que fotografiar algunos objetos y medir el tiempo aproximado que tardaban en pasar frente al disco solar, los autores del estudio intentaron dar una idea aproximada del tamaño que tenían estos objetos y de la distancia a la que pasaron de la Tierra.

Partiendo de la base de que eran los fragmentos de un cometa, el hecho de que se vieran pasar frente al Sol desde Zacatecas, pero no desde el observatorio de Puebla, a sólo 700 kilómetros, indica que estos objetos pasaron a una distancia máxima de la superficie terrestre de unos 64.000 kilómetros. Es más, si al tiempo aproximado que tardaban los fragmentos de cometa en cruzar el disco solar unimos que los cometas y asteroides suelen pasar por las inmediaciones de la Tierra a velocidades de entre 15 y 75 kilómetros por segundo, eso significa que se encontraban a entre 540 y 8000 kilómetros de la superficie terrestre cuando Bonilla los observó.

Para que os hagáis una idea de lo incómodamente cerca que habrían pasado estos supuestos fragmentos, la Estación Espacial Internacional orbita alrededor de la Tierra a unos 400 kilómetros de altitud. A escala, estamos hablando de algo así:

Distancia de la Tierra a la que habrían pasado los objetos observados por José Bonilla en 1883, suponiendo que fueran los fragmentos de un cometa. A escala, la altitud de la órbita de la Estación Espacial Internacional.
Distancia de la Tierra a la que habrían pasado los objetos observados por José Bonilla en 1883, suponiendo que fueran los fragmentos de un cometa. A escala, la altitud de la órbita de la Estación Espacial Internacional.Jordi Pereyra

Una vez obtenidas estas distancias, los autores del estudio de 2011 estimaron que el diámetro de los supuestos fragmentos cometarios rondaba entre los 50 y los 1000 metros (aunque su forma era irregular, por lo que la cifra es una simplificación hecha por le autor de este artículo). Teniendo en cuenta que Bonilla observó 447 objetos durante las 3 horas y 25 minutos que duraron sus observaciones, los autores del estudio indican que es posible que pudieron haber pasado más de 3000 fragmentos de cometa cerca de la Tierra entre el 12 y el 13 de agosto de 1883.

De haberse precipitado sobre la Tierra, todos estos fragmentos habrían producido miles de explosiones similares a la que tuvo lugar el 30 de junio de 1908 en Tunguska (Siberia), cuando un cometa de entre 50 y 190 metros de diámetro reventó a una altitud de entre 5 y 10 kilómetros y la onda expansiva resultante devastó un área boscosa de unos 2150 kilómetros cuadrados, una superficie equivalente a un poco más de la mitad de la isla de Mallorca.

¿Un malentendido?

La hipótesis del cometa fragmentado es muy interesante, pero hay aspectos que no encajan. Por ejemplo, cuando un cometa se fragmenta, los pedazos tienden a separarse y formar un enjambre que se extiende a lo largo de decenas o centenares de miles de kilómetros. O sea, que, si lo que vio Bonilla fueron trozos de un cometa, los fragmentos deberían haber pasado junto a la Tierra lo bastante dispersos como para que se vieran pasar por delante del Sol desde otros puntos del planeta.

Además, también resulta extraño que ninguno de esos hipotéticos fragmentos cayera sobre la Tierra. Al fin y al cabo, por pura estadística, alguno de los miles de objetos dispersos de ese enjambre de hielo y roca que se acercaron tanto a nosotros debería haber sido arrastrado hacia la superficie por la gravedad de nuestro planeta. Sin embargo, en ningún registro de la época se menciona la caída de un objeto de estas características.

Por tanto, aunque la posibilidad de que nos librásemos por los pelos de una lluvia de meteoritos que podría haber extinguido a la humanidad en 1883 suena trepidante, la idea de que Bonilla vio un cometa partido en miles de pedazos no encaja con el comportamiento de los objetos que observó. De hecho, la explicación más razonable es la que ya se propuso en su época: José Bonilla observó aves o insectos pasando frente al telescopio y que aparecían borrosos debido al desenfoque provocado por su cercanía. Sé que una opción aburrida, pero ninguna ley física dice que la explicación más probable tenga que ser la más emocionante.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • En la actualidad, no existe ningún asteroide o cometa conocido que tenga una probabilidad de impacto con la Tierra lo bastante alta en un futuro cercano como para que resulte preocupante.

REFERENCIAS (MLA):