Ciencia

El cometa que se estrelló contra Júpiter

El espectacular evento ocurrió en 1994 y fue el primer choque entre dos cuerpos celestes jamás observado.

El año pasado un astrónomo aficionado captó un fogonazo luminoso en la atmósfera de Júpiter que indicaba que un pequeño asteroide había impactado contra el planeta más grande del sistema solar. La energía liberada durante el evento indica que se trataba de un cuerpo pequeño, de entre unos 12 y 16 metros de diámetro, que reventó en la atmósfera joviana con una energía equivalente a unas 240 000 toneladas de TNT.

Pero, aunque estos números impresionen, esta colisión palidece en comparación con la del gran cometa que chocó con Júpiter en 1994.

Descubrimiento de un cometa

El 24 de marzo de 1993, el Dr. David Levy y el matrimonio formado por la Dra. Carolyn y el Dr. Eugene Shoemaker estaban fotografiando el cielo nocturno a través de un telescopio de 0,4 metros de diámetro en busca de asteroides potencialmente peligrosos. Sin embargo, una de sus imágenes mostraba algo inesperado: una estructura alargada compuesta por varios puntos brillantes y rodeado de una neblina.

Las estimaciones indicaban que el objeto en cuestión se encontraba a la distancia de Júpiter y sus características orbitales sugerían que había sido capturado por la gravedad del planeta gigante en 1929, por lo que llevaba dando vueltas a su alrededor 64 años. Y, por si esto fuera poco, parecía que su órbita lo acercaría peligrosamente a la parte superior de la atmósfera de Júpiter el año siguiente.

El objeto en cuestión era un cometa, una bola de hielo y roca que proviene de los confines del sistema solar. Al tratarse del noveno cometa que descubría este grupo de personas, fue bautizado con el nombre de Shoemaker-Levy 9.

Imagen de los fragmentos del cometa Shoemaker-Levy 9, tomada por el Telescopio Espacial Hubble en mayo de 1994.
Imagen de los fragmentos del cometa Shoemaker-Levy 9, tomada por el Telescopio Espacial Hubble en mayo de 1994.NASA

La razón por la que el cometa aparecía en las imágenes como una estructura alargada era que la gravedad de Júpiter lo había roto en varios trozos, concretamente en 25, como revelarían observaciones posteriores del Telescopio Espacial Hubble. Todos esos fragmentos de hielo y roca acabarían estrellándose contra Júpiter a partir del 16 de julio de 1994.

«Impacto» sobre gas

La comunidad científica siguió el evento con gran interés porque nunca antes se había podido observar la colisión entre dos cuerpos celestes del sistema solar. Por supuesto, los cráteres que cubren la superficie de la Luna, Marte o la Tierra indicaban cuáles son los efectos del impacto de un asteroide o un cometa como un cuerpo rocoso, pero, como Júpiter es un gigante gaseoso, el efecto que tendría el impacto del cometa Shoemaker-Levy 9 no estaban tan claro.

Una de las mayores diferencias entre un planeta rocoso como la Tierra y un gigante gaseoso (como Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno) es que estos últimos mundos no tienen una superficie sólida. Eso significa que, si nos precipitáramos a través de la atmósfera de Júpiter, en ningún momento chocaríamos con el suelo, como ocurriría nuestro planeta. En su lugar, el aire que nos rodea iría volviéndose cada vez más denso a medida que la presión aumenta con la profundidad hasta que nos encontráramos envueltos por un medio líquido. Por tanto, un cometa que se precipite sobre un gigante gaseoso no impactará contra una superficie sólida y excavará un cráter, sino que se vaporizará en la atmósfera mientras la atraviesa a velocidades hipersónicas, calentando muchísimo el aire que lo rodea y potenciando la circulación vertical de los gases que albergan las diferentes capas atmosféricas.

Para dar una idea de la escala del evento, se estimó el diámetro de los fragmentos del cometa Shoemaker-Levy 9 rondaba el kilómetro y que se adentrarían en la atmósfera joviana a unos 60 kilómetros por segundo. Intentad imaginarlo un momento: una bola de hielo y roca de 1 kilómetro de diámetro precipitándose a velocidades 180 veces superiores a la de una bala a través de la atmósfera de Júpiter. Pues, bien, eso mismo iba a ocurrir unas 25 veces a lo largo de 6 días.

Las marcas de la colisión

En cuanto el primer fragmento del cometa chocó con el gigante gaseoso el 16 de julio, el Telescopio Espacial Hubble pudo captar una gran masa de gas caliente y escombros que se alzó unos 3 000 kilómetros por encima de la capa de nubes más alta del planeta. Cuando todo ese material se colapsó y cayó de nuevo hacia el planeta, formó una mancha circular oscura del tamaño de la Tierra en la atmósfera de Júpiter.

La marca en la atmósfera de Júpiter que dejó el fragmento "G" del cometa Shoemaker Levy 9 al chocar con el planeta.
La marca en la atmósfera de Júpiter que dejó el fragmento "G" del cometa Shoemaker Levy 9 al chocar con el planeta.NASA Hubble

La sonda Galileo se encontraba de camino a Júpiter en aquella época y sus instrumentos pudieron obtener datos adicionales. Por ejemplo, la sonda midió temperaturas de hasta 23 700ºC mientras el primer fragmento se precipitaba a través de la atmósfera, una cifra que resulta especialmente llamativa cuando se tiene en cuenta de que el gas de las capas externas de Júpiter ronda los -140ºC. Además, el séptimo fragmento del cometa (catalogado como «G») fue el que más energía liberó durante el impacto: el equivalente a aproximadamente 6 billones de toneladas de TNT.

Las cicatrices oscuras que los fragmentos del cometa Shoemaker-Levy 9 dejaron en la atmósfera joviana tardaron varios meses en difuminarse. Dado que los impactos removieron el gas de las profundidades del planeta y lo transportaron hasta capas más externas de su atmósfera, los astrónomos pudieron aprovechar esos meses para analizar su composición y entender mejor la estructura interna de Júpiter. O sea, que el evento no sólo proporcionó un espectáculo sin precedentes en la historia de la astronomía, si no que, ayudó a entender nuestro sistema solar un poco mejor.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Se suele decir que Júpiter actúa como una especie de «escudo» que absorbe los cometas y asteroides que podrían ser peligrosos para la Tierra. Sin embargo, la naturaleza de la influencia de Júpiter sobre los objetos que tienen el potencial de chocar con nuestro planeta no está tan clara.

REFERENCIAS (MLA):