Ciencia
Cuando se usaban momias como pintura para cuadros
El pigmento Marrón Momia ha sido usado por varios artistas en el siglo XVIII y XIX
Observe el cuadro de La Libertad guiando al pueblo. Fue pintado en 1830 por Eugene Delacroix, y es una más de las miles de joyas expuestas en el Louvre. En él, se puede ver una barricada humana sobre la que avanza La Libertad, llevando a su espalda al pueblo francés. Los cadáveres de la parte baja del cuadro son más reales de lo que parecen, y es que están pintados con un pigmento especial llamado Marrón de Egipto. ¿Su principal ingrediente? Restos de momias auténticas.
No podemos considerar a Delacroix como alguien extravagante por usarlo. Lo cierto es que era una pintura muy conocida y usada entre los pintores de mediados del siglo XVIII hasta el siglo XIX. En la mayoría de pinacotecas podemos encontrar este siniestro tono marrón, ya que es un resto arqueológico de una época no tan antigua, cuando las momias eran consideradas un bien mercantil para ser usadas en medicamentos y pinturas.
Tome una momia y vuelva mañana
Hoy en día solo podemos ver momias en algunos museos, protegidas bajo vitrinas de seguridad; pero esto no ha sido siempre así. Desde el siglo I d.C. las momias egipcias eran consideradas un medicamento. Estos cadáveres embalsamados no se deterioraban con el paso del tiempo, por lo que algunos curanderos consideraban que la fuerza de la vida seguía en su interior, y que su consumo podía ayudar a curar enfermedades.
Era un ingrediente complicado de conseguir, pero empezó a ganar fama en Europa a partir del siglo XVI. Había ciertas restricciones aduaneras, pero no era difícil encontrar en el Mediterráneo barcos de mercancías exportando momias desde Egipto. La popularidad de estos medicamentos, y los altos precios que los europeos estaban dispuestos a pagar, lo hacían un negocio muy rentable.
Por supuesto, no era sencillo conseguir momias. En Egipto supuso un aumento de los saqueadores de tumbas, que no dudaban en profanar y robar cualquier cuerpo que pudieran encontrar. Además, lo normal era trocear los cuerpos para venderlos al peso, ya que ciertas zonas de los huesos eran más valiosas que otras.
A medida que las momias escaseaban, empezaron a surgir falsificaciones. Muchas eran cadáveres recientes, cubiertos de miel y cera, que se dejaban al sol durante semanas, logrando un resultado parecido al de una momificación real. Incluso se empezó a aprovechar las mascotas momificadas, normalmente gatos que se habían depositado cerca de la tumba de su dueño.
Esto puede resultarnos especialmente grotesco en la actualidad, pero es debido a cierto cambio que se produjo en la sociedad durante el siglo XVII. Las momias pasaron de estar en cualquier farmacia, a ser considerado algo desagradable. Son varios factores los que provocaron este cambio, como la popularización de la cultura egipcia tras la invasión de Napoleón a Egipto, o la escritura de novelas de aventuras con momias como enemigos. Poco a poco, la población empezó a interesarse por las momias, siendo percibidas como cadáveres de habitantes antiguos, dándose cuenta de que su uso como fármaco se acercaba demasiado al canibalismo.
Esto llevó a que durante el siglo XVIII ya prácticamente nadie consumia ni recomendaba las momias como medicamento. Perduró un poco más como un ingrediente de magia negra y ocultista, pero con unos niveles de consumo menores.
Pero todavía había exportaciones de momias y no iban a desaparecer fácilmente. Si la población lo rechazaba como medicamento, el negocio decidió cambiar de rumbo, probando en otro mercado completamente diferente: la pintura.
Una pintura grasa pero inconsistente
Desde un punto de vista químico, las momias son una combinación muy variable de compuestos. En una momia podemos encontrar algunos relacionados con el cuerpo, como puede ser el carbonato cálcico de los huesos, o las grasas. Pero también compuestos que se añaden en el proceso de embalsamiento, como el betún, asfalto y ceras especiales.
Si se combinaba esta mezcla con algún aglutinante, se forma una pintura bastante grasa que puede usarse para pintar cuadros sin que se desquebrajen al secarse, un bien muy valorado por los pintores de la época. A los comerciantes de momias no se les escapó esta idea, y empezaron a crear pinturas marrones con momias trituradas, bajo el nombre comercial de Marrón Egipcio, o directamente Marrón Momia.
Usar momias como pintura era un negocio incluso más rentable que su uso como medicamento. En las entrevistas de la época, los comerciantes confirmaban que se necesitaba pocas momias para dar color a la pintura. Una momia adulta cubría todas las necesidades de pintura del comerciante durante casi veinte años, por lo que era un negocio ideal en un mercado donde las momias cada vez eran más escasas.
Esta pintura tuvo un pequeño éxito inicial, y fue muy usada por algunos pintores entre mediados del siglo XVIII y el siglo XIX. Eugene Delacroix solía tenerlo en su paleta, y lo usó para muchos de sus cuadros, como La Libertad guiando al pueblo. Y como él, muchos otros pintores aprovechaban su tono marrón característico para pintar cuadros oscuros y tenues.
Algunos pintores alababan la estabilidad de esta pintura, ya que su parte grasa hacia que no se fracturara al secarse. Además era bastante barata en comparación a otros pigmentos marrones alternativos. Sin embargo. Muchos se quejaban de la falta de consistencia entre tubos de pintura. Algunos tubos de pintura tenían mejor calidad que otros, seguramente debidos a las diferencias entre las zonas de momia que se usaban. Esa variabilidad hacia que fuera una lotería encontrar una buena pintura, y complicaba el proceso de cambiar de tubo en medio de un cuadro.
Pero también muchos pintores evitaban usar el color precisamente por tener momias en su composición. Una anécdota cuenta que Edward Burne-Jones, un pintor de 1881, se horrorizó al enterarse de la compasión de su tubo de Marrón Egipcio. Se sintió tan culpable que enterró el tubo en el jardín de su casa, realizando una pequeña ceremonia funeraria en un intento de redimir la profanación.
Tras siglos de expoliación, hoy en día quedan pocas momias. Las que podemos ver en los museos son las supervivientes de un negocio de medicamentos y pintura. Los investigadores son capaces de conocer la historia del Antiguo Egipto gracias a ellas, y quién sabe el conocimiento que hemos perdido por su destrucción. Ahora solo podemos verlas en nuestras obras de arte.
QUE NO TE LA CUELEN:
- Curiosamente no es la única vez en la que se usa un fluido corporal en el arte. También la cera de oreja era usada como aglutinante de la tinta azul en los manuscritos medievales. Una práctica muy aconsejada entre los artesanos, ya que su grasa mejoraba la consistencia de la tinta.
REFERENCIAS:
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