Naturaleza

Cómo el cactus lo aguanta (casi) todo

El ingenioso metabolismo y las adaptaciones del cactus le permiten sobrevivir a largas sequías y calor achicharrador

Diferentes especies de cactus en los que se observan lass características principales como sus espinas.
Diferentes especies de cactus en los que se observan lass características principales como sus espinas.Pexels/PixabayDominio Público

La vuelta de vacaciones puede suponer descubrir que las plantas que tanto queríamos se han marchitado porque los sistemas de riego automático han fallado o la persona a la que le habíamos encargado mantenerlas pensaba que porque las dejara solas un par de semanas no pasaba nada. El agua es fuente de vida y es necesaria para las plantas junto con el CO₂ del aire y los nutrientes presentes en la tierra para que puedan crecer y sanas y fuertes. Sin embargo, en ese páramo yermo que antes del verano era un balcón florido, una planta sobrevive a las olas de calor y a la falta de agua… El cactus, y parece que le está yendo bien. ¿Qué especializaciones le permiten sobrevivir en condiciones que achicharran a sus semejantes?

El origen de los cactus

La familia de las Cactaceae es extensa, con alrededor de 150 géneros que engloban unas 2000 especies. La mayoría de estas especies son originarias del continente americano, y México es el país que tiene una mayor variedad, con casi 600 descritas hasta la fecha. Antes de la acción del hombre, fuera de las Américas únicamente encontrábamos las especies del género Rhipsalis esparcidas por África del este, Madagascar y Sri Lanka, probablemente al haber sido sus semillas polizones de algún ave migratoria.

Si bien esta teoría se encuentra actualmente en entredicho, ya que ciertos estudios sugieren que es posible que los verdaderos responsables de llevar las primeras plantas fuesen los barcos de comercio europeos y, tras la llegada de las semillas al viejo continente por la acción del hombre, los pájaros se encargasen del resto. La conclusión que se puede extraer es que los cactus tienen origen americano, y la imagen típica de un desierto lleno de cactus es propia de los territorios de ultramar, donde la escasa lluvia y el calor extremo favorecieron la aparición de ciertas adaptaciones necesarias para que pudiesen vivir en esas condiciones.

Ahorrando agua

La estrategia de las plantas que disponen de suficiente humedad se basa en aumentar la superficie lo máximo posible mediante las hojas para disponer de más luz solar y, por tanto, fabricar más alimento mediante la fotosíntesis. Pero este aumento de superficie se traduce en una mayor transpiración y, como en el desierto no es que los recursos hídricos sean muy abundantes y sobra la luz solar, la técnica de ahorro de agua del cactus se basa en intentar minimizar la superficie expuesta. Por ello han modificado sus hojas hasta el punto de hacerlas duras y puntiagudas, es decir, transformarlas en espinas que, además, les permiten defenderse de depredadores y, en algunas especies especialmente espinosas, les proporciona una pequeña sombra durante el día y aislamiento del frío por la noche.

Un cambio en la alimentación

Las espinas puede que sean la adaptación más llamativa, pero no es ni mucho menos la única y, por si sola, no podría hacer mucho ante el implacable clima desértico. Los cactus también han evolucionado para minimizar pérdidas de agua al alimentarse. El resto de las plantas absorben CO₂ del aire durante el día por unos poros llamados estomas y lo transforman en azúcares, pero mantener los estomas abiertos durante el día supone perder mucha agua, por lo que los cactus tuvieron que reinventarse y cambiar sus hábitos alimentarios.

Los cactus se alimentan en dos fases; primero abren sus estomas de noche y guardan todo el CO₂ que pueden en el interior de sus células en forma de ácidos orgánicos. Tras esto los cierran y esperan pacientemente al día, cuando tienen la luz necesaria para hacer la fotosíntesis de todo lo que guardaron la noche anterior y así fabricar los azúcares y crecer.

Por último, queda nombrar la evolución de las raíces. Si observamos los árboles del desierto del Sáhara como las acacias, notaremos que estas tienen raíces profundas que buscan acuíferos subterráneos. Los cactus no, los cactus tienen raíces muy superficiales que se extienden varios metros alrededor y están listas para absorber cualquier gota de lluvia que toque tierra. Para ello desarrollan raíces efímeras en respuesta a la humedad, que crecen muy rápido y se secarán en cuanto el suelo deje de estar húmedo. Por ello, gracias a las adaptaciones sufridas durante millones de años, el cactus sobrevivirá durante el verano, estoico, a fallos eléctricos y encargados olvidadizos.

QUE NO TE LA CUELEN

  • Uno de los mitos más recurrentes es que los cactus están “llenos de agua”. Esto es en parte cierto, pero no se encuentra en forma líquida, si no embebida en un gel cuya función es evitar su evaporación. Este gel puede ser consumido de forma segura en algunas especies, pero en otras está repleta de alcaloides altamente tóxicos que pueden producir desde náuseas hasta alucinaciones o la muerte. Estas capacidades alucinógenas les han valido un puesto en la celebración de ciertos rituales y los historiadores han encontrado evidencias que algunas comunidades de nativos americanos los consumen desde hace 8000 años.

REFERENCIAS (MLA)