Ciencia
El astrofísico Héctor Socas aclara: “El cometa 3I/Atlas no representa ningún riesgo de impacto"
El investigador científico en el Instituto de Astrofísica de Canarias habla en exclusiva para La Razón sobre el misterioso objeto interestelar que se detectó el pasado julio
El pasado 1 de julio, el Sistema de Última Alerta de Impacto Terrestre de Asteroides (ATLAS) detectó un objeto que en un primer momento parecía un asteroide. Al poco de que comenzaran los cálculos de su órbita, se descubrió que no se trataba de algo común: este objeto tenía un origen más allá de nuestro sistema solar. El tercero en la historia de la humanidad en detectarse, que abría un mundo de hipótesis acerca de su procedencia.
Una de las más agitadoras y, probablemente, la que ha acaparado la curiosidad del público general es la que formuló un equipo liderado por el astrofísico Avi Loeb, de la Universidad de Harvard. Mediante un artículo publicado en arXiv sugería que el recién descubierto 3I/Atlas podría ser una nave espacial extraterrestre. Loeb y sus colaboradores defendían que el objeto mostraba “características anómalas”: un tamaño aparentemente grande, ausencia de señales químicas claras y, sobre todo, una trayectoria inusualmente alineada con el plano de la eclíptica, donde orbitan los planetas del sistema solar.
Varios astrónomos, entre ellos Chris Lintott de la Universidad de Oxford, calificaron la hipótesis de Loeb de “especulación sin base” y criticaron que desviara la atención de investigaciones más rigurosas. El portal Live Science recogió entonces el sentir mayoritario: “El consenso abrumador es que se trata de un cometa”. Incluso científicos como Darryl Seligman, autor del primer estudio publicado sobre Atlas, fueron tajantes: “Se han realizado numerosas observaciones telescópicas que demuestran que muestra señales clásicas de actividad cometaria”.
Entre los científicos que más claramente rebaten la teoría está el investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) Héctor Socas, quien el pasado agosto publicó una extensa entrada en su blog, explicando para ese mismo público general atraído por la hipótesis de Loeb, por qué esta no tenía fundamento científico.
Con el investigador ha podido hablar LA RAZÓN y sobre la naturaleza del objeto encontrando en julio afirma lo siguiente: “El 3I/Atlas hace todo lo que hace un cometa. Tiene coma, tiene cola y se comporta exactamente como cabría esperar. No hay nada que indique que sea un artefacto artificial”.
¿Qué es 3l 3I/Atlas? Un nuevo miembro del club interestelar
Hasta hace apenas unos años, nunca se había detectado un objeto procedente de fuera del sistema solar. Eso cambió en 2017, con la llegada de 'Oumuamua, un cuerpo alargado y enigmático que no mostró la típica cola cometaria y que desconcertó a los astrónomos. “'Oumuamua era bastante peculiar también, Loeb también dijo en su momento que era una nave espacial”, ironiza Socas durante la entrevista. “Es el objeto interestelar más raro de los tres que hemos visto. No se le vio ninguna coma ni cola. Parecía rocoso y parecía más un asteroide que un cometa”, asegura el astrofísico.
Poco después, en 2019, apareció Borisov, mucho más convencional y parecido a los cometas del vecindario solar. Con 3I/Atlas, ya son tres los objetos interestelares identificados. El nombre lo explica todo: el “3I” indica que es el tercer interstellar (interestelar) registrado, y “Atlas” se refiere a la red de telescopios ATLAS que lo descubrió. Esta red, con un nodo en Tenerife, se dedica principalmente a vigilar el cielo en busca de asteroides potencialmente peligrosos para la Tierra.
“Estamos hablando de objetos que deben de existir en número de trillones en la galaxia, pero hasta ahora no habíamos tenido la capacidad de detectarlos”, explica Socas.
Loeb y la sospecha de lo artificial
Al igual que pasó con 'Oumuamua, la notoriedad de 3I/Atlas aumentó cuando Avi Loeb sugirió que podía tratarse de una nave alienígena: asegura que la trayectoria del objeto es demasiado sospechosa y que podría estar ejecutando maniobras para frenar cerca del Sol.
El argumento central es que Atlas viaja muy cerca de la eclíptica, el plano en el que orbitan los planetas. “Él dice que eso es raro, porque un objeto interestelar podría venir de cualquier dirección, y que quizá ha sido diseñado para estudiar planetas”, resume Socas.
Pero el astrofísico canario insiste en que no hay misterio alguno: “La red ATLAS observa precisamente la eclíptica, porque es donde están los asteroides que podrían chocar contra la Tierra. Si miras solo en ese plano, lo normal es que los objetos que descubras estén allí. No es una coincidencia cósmica, es simplemente sesgo del observador”.
¿Qué es la maniobra Oberth y por qué está mal entendida?
El otro gran pilar de la hipótesis de Loeb es que el cometa podría estar realizando una maniobra Oberth en su perihelio, es decir, en su punto de máximo acercamiento al Sol. Esta maniobra, utilizada en exploración espacial, consiste justo en encender los motores de una nave en el momento en que se mueve más rápido gracias a la gravedad de un planeta o estrella, maximizando así el rendimiento de combustible.
Socas lo descarta de manera contundente: “La maniobra Oberth es algo que hacemos nosotros con naves espaciales. Un cometa no tiene motores. Y aunque los tuviera, en este caso el perihelio es lejano y la velocidad es tan alta que la eficacia sería mínima. No tiene ningún sentido pensar que 3I/Atlas esté frenando de esa manera”.
Además, añade, si fuera una nave alienígena que tratara de pasar desapercibida y, por tanto, estuviera haciendo algún tipo de maniobra artificial, sería imposible de ocultar: “Aunque desde la Tierra no lo viéramos, tenemos telescopios espaciales que lo seguirían registrando. Y no muestran nada fuera de lo normal”.
Polvo, hielo y dióxido de carbono
Más allá de la polémica, 3I/Atlas ofrece datos valiosos para la ciencia. Una de sus peculiaridades es su composición. “Como es interestelar, puede que su composición química sea diferente a la de los cometas del sistema solar”, explica Socas. El objeto parece liberar polvo desde más lejos de lo habitual y en mayor cantidad que los cometas del sistema solar. “Es como si tuviera más polvillo suelto encima, más frágil, lo que lo hace un poco distinto”. Una de las características más fascinantes del hallazgo es precisamente el desconocimiento sobre su composición: “Estos objetos a saber el tiempo que llevarán vagando por la galaxia. Se especula, por los estudios dinámicos, por su trayectoria y tal, que podría ser de una población de estrellas viejas que pudiera tener del orden de 7.000 millones de años. Y, como con 'Oumuamua, no tenemos ni idea".
También se han detectado señales de que contiene menos agua y más dióxido de carbono que los cometas conocidos. Para el investigador, esto tiene una explicación natural: “Procede de otra estrella, se formó en condiciones diferentes. En el sistema solar tenemos cometas y asteroides de muchos tipos, con diferentes proporciones de agua, roca y compuestos orgánicos. No es extraño que al mirar más allá encontremos variaciones y la mayor diferencia que se está viendo creo que es la proporción entre hielo, agua y polvo”.
De momento, advierte, las observaciones son limitadas. El objeto sigue relativamente lejos y, cuando alcance su máxima aproximación a finales de octubre, todavía se mantendrá entre las órbitas de la Tierra y Marte. “Eso significa que evaporará poco y que tendremos un margen corto para estudiarlo”, señala.
La trayectoria de 3I/Atlas: ¿podría ser una amenaza para la Tierra?
Otra de las claves para identificar un objeto interestelar es su órbita. Mientras que los cuerpos ligados al Sol siguen trayectorias elípticas, 3I/Atlas recorre una hipérbola: entra con una trayectoria recta, se curva por la gravedad solar y se marcha definitivamente al espacio interestelar. No se queda orbitando alrededor del Sol porque va a demasiada velocidad.
El astrofísico recalca que, aunque el cometa pasará “cerca” de Júpiter en términos astronómicos, no existe ningún riesgo de impacto con planetas. “Son coincidencias estadísticas. Cuando estudias muchos parámetros, siempre encuentras alguna aproximación llamativa, pero no hay nada peligroso ni misterioso”.
¿Podríamos acercarnos a 3I/Atlas?
Una pregunta recurrente es si sería posible enviar una misión para estudiar Atlas de cerca. La respuesta, por ahora, es negativa. “Va demasiado rápido. Nuestros cohetes alcanzan un poco más de 10 km/s, y este objeto viaja a más de 60 km/s. Es cinco veces más rápido de lo que podemos alcanzar. No tenemos capacidad de interceptarlo”, admite Socas.
Aun así, ya existen propuestas para estar preparados en el futuro. La idea es tener sondas en órbita listas para activarse en cuanto se detecte un nuevo visitante. De ese modo, podrían acercarse al objeto, fotografiarlo e incluso chocar contra él para analizar los materiales que le salen a través de telescopios.
El futuro inmediato pasa por mejorar la capacidad de detección. El telescopio Vera Rubin, que ha comenzado a operar recientemente en Chile, revolucionará el campo. Su misión es escanear el cielo entero cada noche, buscando objetos que se muevan.
“Con Rubin esperamos pasar de descubrir uno cada varios años a detectar varios objetos interestelares al año. Eso nos permitirá tener estadísticas, clasificar poblaciones distintas y entender mejor de dónde vienen. Y, lo más emocionante, descubrir lo inesperado. Siempre que empiezas a observar algo nuevo aparecen sorpresas”.
Ciencia frente a especulación
Para el investigador del IAC, lo más importante es mantener la perspectiva científica: “No necesitamos recurrir a explicaciones extraordinarias. 3I/Atlas encaja perfectamente en lo que sabemos de los cometas interestelares. Y eso ya es apasionante en sí mismo: estamos viendo fragmentos que quizá se formaron hace 7.000 millones de años en torno a otras estrellas y que ahora cruzan nuestro cielo”, confirmando que podría tratarse de uno de los objetos más antiguos en haber pasado por nuestro sistema solar, un motivo suficiente para llamar la atención sobre un objeto que durante los próximos meses podremos conocer más.