Animales

Investigadores españoles revelan por qué la evolución “crea” gigantes

Tras analizar el grupo de los brontoterios, los investigadores de la Universidad de Alcalá han descartado algunas hipótesis

Ilustración de Megacerops kuwagatarhinus, uno de los últimos y más grandes brontoterios con espectaculares cuernos bifurcados en una llanura aluvial del Eoceno final de Norteamérica.
Ilustración de Megacerops kuwagatarhinus, uno de los últimos y más grandes brontoterios con espectaculares cuernos bifurcados en una llanura aluvial del Eoceno final de Norteamérica.Óscar SanisidroUniversidad de Kansas

La evolución parece tener sus favoritos y algún que otro fetiche con los animales más… voluminosos. Bestias de gran tamaño que, una y otra vez, de forma independiente, emergen del árbol de la vida para salpicar nuestro registro fósil. Todos conocemos a los dinosaurios, pero sus corpachones no fueron los únicos que sacudieron el planeta. A ellos se unen las ballenas, que son los animales más pesados de la historia y, por supuesto, unas cuantas especies de mamíferos extintas como los mamuts, los Paratheterium y los brontoterios. Ahora bien, sabemos que la evolución, en realidad, no puede tener favoritos, no tiene agencia ni voluntad, es un proceso regido por la selección de algunos especímenes que podrán propagar sus genes como nuevo “estándar” de la especie y, en torno a ello, seguir variando. La pregunta, por lo tanto, es obligada: ¿por qué premiar el gigantismo?

Un equipo de investigadores formado por Juan López Cantalapiedra, Matthew Mihlbachler y Óscar Sanisidro como investigador principal se hizo la misma pregunta y decidió buscar respuestas entre los fósiles de unos gigantes relativamente desconocidos por el público: los brontoterios. Parientes lejanos de los tapires y rinocerontes (perisodáctilos o ungulados de pezuña impar) más parecidos a estos últimos, pero siendo, los más carismáticos, mucho más corpulentos y con un cuerno bífido en su morro. Este grupo de la Universidad de Alcalá se dio cuenta de que los brontoterios eran un grupo especialmente interesante para estudiar estas cuestiones debido, sobre todo, a su tan variable tamaño.

Las bestias del trueno

Algunas especies hacían honor a la etimología y parecían verdaderas bestias del trueno (bronto-thēríon) de 3000 kilos, como el Megacerops coloradensis. Otros como el Eotitanops borealis, sin embargo, apenas llegaban a los 20 kilos. Si pusiéramos a estas dos especies una al lado de la otra nos costaría reconocerlas como el mismo grupo de animales. Para hacernos una idea, 3000 kilos es lo que pesa una hembra de elefante asiático y 20 kilos equivaldrían a un bulldog. Así pues, con esta heterogeneidad de brontoterios, los investigadores empezaron a analizar cómo habían ido cambiando sus tamaños en el registro fósil, concretamente del Eoceno, que fue la época en la que vivieron estas especies (más específicamente hace entre 56 y 34 millones de años).

Junto con el uso de modelos matemáticos, los expertos han logrado poner a prueba varias hipótesis sobre por qué la naturaleza parece premiar a las especies más grandes porque, si bien por un lado puede parecer más seguro ser grande e imbatible, esos cuerpos tienen un mantenimiento y en épocas de escasez los grandes pueden verse en más aprietos para encontrar suficiente alimento. Una de las hipótesis más sonadas es la de Cope, la cual plantea que las ventajas adaptativas por ser grande son tan superiores a los contras y, por lo tanto, independientes al contexto, que todas las especies tienden a alcanzar tamaños mayores que sus predecesoras. Sin embargo, el estudio de Sanisidro y su grupo parece apuntar en otra dirección ya que hay, tanto especies que se hacen más grandes, como otras que encogen.

Se busca la tranquilidad

La investigación sugiere que el tamaño de las nuevas especies respecto a sus antecesoras está muy relacionado con aquel entorno al que se estén adaptando. Es más, sugieren también que los cambios más drásticos en tamaño tienen lugar en los momentos de transición de una especie a otra, mientras que, durante la mayor parte de tiempo que existe una especie, su tamaño apenas varía. Podríamos decir que se estabiliza. No dicen que los cambios sean inmediatos porque, a fin de cuentas, hablamos siempre de escalas de tiempo enormes, pero sí indican que el ritmo de cambio no es constante.

Y ahora es cuando entra en juego el modelo matemático porque los investigadores no solo han descartado la hipótesis de Cope, sino que sugieren a qué puede deberse esta escalada a tallas mayores. En apenas 15 millones de años los brontoterios pasaron de 20 a 3000 kilos y pudo deberse a extinciones, nuevos competidores, cambios climáticos… en resumen, contingencias que afecten a muchas especies. La clave estaría en que, la mayor cantidad de especies pequeñas y medianas (debido en parte a que requieren menos recursos y pueden proliferar más), hace que vivan en nichos saturados, donde hay más competición. Los gigantes, en cambio, tendrían menos especies rivales con las que luchar por recursos limitados.

Así pues, parece que el grupo de los brontoterios creció como lo hizo, en gran medida, por este tipo de eventos de poda y no tanto por una selección paulatina de los individuos ligeramente mayores. Este estudio, sin embargo, no habla solo de los brontoterios, sino que pretende trascender a otras especies, explicando por qué la vida tiende a tamaños mayores. Aunque, por supuesto, siempre hacen falta más estudios, tanto para comprobar los resultados que ya tenemos como para expandir el conocimiento.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • En realidad, sabemos que la vida tiende a agruparse en torno a tamaños muy grandes y diminutos. Ballenas y microbios, podríamos decir, aunque solo si lo tenemos en cuenta en función del peso total con el que cada especie contribuye a la biosfera. Es el concepto de biomasa y no es más que sumar los kilos de todos los representantes de una especie. Si tuviéramos en cuenta el número de individuos, los resultados serían diferentes.

REFERENCIAS (MLA):

  • Sanisidro O, Mihlbachler MC, Cantalapiedra JL (2023) A macroevolutionary pathway to megaherbivory. Science. 2023. doi: 10.1126/science.ade1833. http://www.science.org/doi/10.1126/science.ade1833