Alcohol

¿Por qué entra hambre cuando bebemos alcohol?

El aumento del apetito podría estar relacionado con la respuesta de nuestras neuronas al etanol

El problema de salir de cañas no son tanto las calorías de las cervezassino las de las tapas
El problema de salir de cañas no son tanto las calorías de las tapasIsabel InfantesEuropa Press

Según el I Estudio Nacional de la Tapa realizado por la Federación Española de Hostelería, FEHR, más del 58,5% de los bares y restaurantes en España ofrecen una tapa gratuita con la bebida; siendo la más popular de todas ellas el pincho de tortilla con un poco de pan. Además, es interesante destacar que, en promedio, los españoles consumen entre 1 y 5 tapas cada vez que visitan un bar o restaurante.

Estas cifras prueban hasta qué punto la tapa es algo más que un acompañante a la bebida. Es un elemento central de nuestra cultura y alrededor de ella se construye una de las mejores costumbres gastronómicas de nuestro país, que esa de sentarse en una terraza con amigos, con una caña en una mano y con un buen pincho de tortilla en la otra. Sin embargo, en el artículo de hoy no vamos a explorar esta ideosincrasia española, sino que nos vamos a centrar -más bien- en los motivos por los que la tapa resulta tan tentadora cuando estamos bebiendo alcohol:

Un pincho de tortilla de patata
Un pincho de tortilla de patataPixabay

¿Por qué sentimos hambre al beber alcohol?

A veces se piensa que en situaciones donde hay alcohol, como en una reunión con amigos, se come más debido a que existen factores sociales que nos empujan a ello… o porque la comida está disponible y no sabemos muy bien qué hacer con las manos. Sin embargo, las causas de este comportamiento podrían tener más que ver con la reacción de nuestro propio cerebro al alcohol.

Un estudio realizado por investigadores del Instituto Francis Crick de la University College y el King's College de Londres encontró que el alcohol aumenta notablemente el apetito. Esta conclusión fue bastante inesperada, porque lo que dicta la lógica sería precisamente lo contrario. El alcohol (y las mezclas con los que suele combinarse) suelen tener muchas calorías. Y la ingesta de calorías normalmente suprime las señales del apetito en el cerebro.

Sin embargo, lo que encontró la investigación, cuyos resultados se compartieron en la revista Nature, fue que el etanol activa los mismos mecanismos neuronales de los circuitos de alimentación que estimulan el apetito.

Durante el estudio, los científicos suministraron a un grupo de ratones 180 mililitros de alcohol durante tres días, que es la cantidad de alcohol equivalente a una botella y media de vino para una persona. Este cambio en su "dieta" condujo a un "significativo" incremento de la ingesta de comida en comparación con los roedores del grupo de control, a los que no se les administró alcohol.

Viajeros franceses disfrutan de unas tapas en una terraza del centro de Madrid durante su semana de vacaciones
Viajeros franceses disfrutan de unas tapas en una terraza del centro de Madrid durante su semana de vacacionesJUAN MEDINAREUTERS

Los autores descubrieron que las neuronas Agrp, ubicadas en el hipopótamo, que estimulan el hambre, las cuales forman parte del circuito de alimentación en el cerebro de los ratones, también se veían activadas por el alcohol. Y si se eliminaba la actividad de esas neuronas, se eliminaba también la sobreingesta de alimentos provocada por esa sustancia.