Espacio

Todo lo que debes saber sobre la conquista del espacio para el siglo XXI

Estos son los puntos más importantes para comprender la conquista del espacio y cómo evolucionará durante las próximas décadas

A qué hora y dónde ver si el cohete Starship logra despegar sin explotar en su tercer intento
A qué hora y dónde ver si el cohete Starship logra despegar sin explotar en su tercer intento SpaceX.

El espacio ya no es aquel lugar romántico e inalcanzable de cuando éramos niños. Ahora hay varios lanzamientos de cohetes cada semana, tantos que los medios les han perdido la pista y se resignan a, de vez en cuando, cubrir sin demasiado entusiasmo algún que otro despegue. Igual que ya les sucedió a los aviones, los cohetes están camino de convertirse en autobuses sofisticados. Es una consecuencia inevitable del progreso tecnológico, cada vez es más sencillo y barato poner satélites en órbita o, incluso, un rober en otro planeta.

Cada vez son más los países que pueden permitirse su propio programa espacial y lejos quedan los tiempos en que solo los todopoderosos Estados Unidos tenían acceso al espacio. Este será el siglo en que notaremos esa democratización del espacio y, por lo tanto, su privatización y mercantilización. El espacio está cargado de recursos, objetos muy golosos para una industria emergente que conoceremos como “minería espacial”. Ahora mismo, la legislación es laxa y, aunque ningún país puede poseer terrenos en el espacio y mucho menos objetos astronómicos enteros, lo cierto es que pueden reclamar derechos de explotación si aterrizan en él sus artilugios, como una suerte de usufructo que otros países no podrán disputar. Y, por eso, la carrera espacial será cada vez más feroz.

Estaciones espaciales

Aparte de esta privatización que protagonizan empresas como Space X o PLD Space, hay otros cambios que podemos predecir con bastante certidumbre. Por ejemplo, la Estación Espacial Internacional (ISS), que hasta ahora ha sido el principal icono de colaboración intergubernamental en la exploración espacial, tiene los días contados. En su momento, lSS simbolizó el fin de la Guerra Fría y, durante mucho tiempo ha transmitido un mensaje de unión entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Sin embargo, el tiempo ha hecho mella en ella y se acerca la hora de la jubilación.

Según estiman las agencias espaciales implicadas, la Estación Espacial Internacional encontrará su fin en 2030, dentro de solo 6 años. No obstante, todavía hay dudas acerca de cómo gestionar su salida de órbita. Una de las opciones más barajadas hasta la fecha era que los propulsores, controlados por la agencia rusa Roscosmos, la empujaran ligeramente fuera de órbita, cayendo hacia la Tierra de manera controlada, posiblemente para precipitarse en un lugar remoto del océano Pacífico conocido como Punto Nemo. Ahora, en cambio, se empieza a sugerir la colisión con algún cohete de Space X. Sea como fuere, parece claro que la ISS no le quedan muchos años y eso marcará un antes y un después, puede que dando pie al desarrollo de nuevas estaciones espaciales menos colaborativas.

Bases en otros mundos

La otra gran predicción del siglo son las bases en otros mundos. La construcción de la primera base Lunar parece relativamente cercana y la NASA ha puesto una fecha bastante optimista, pero, aunque se retrase, es bastante razonable esperar que acabe siendo una realidad antes de que acabe el siglo. Es más, incluso antes de que contemos con una base lunar, es muy probable que tengamos una estación espacial orbitando la Luna. Menos segura es la existencia de una base marciana, aunque posiblemente sea el siguiente mundo para colonizar tras poner una base sobre nuestro satélite.

En realidad, por complicadas que sean las cuestiones más ingenieriles, a la complejidad de mandar seres humanos a otros planetas se suma un problema médico, y es que el espacio es hostil, frío y lleno de radiación peligrosa. Por eso las bases estarán ubicadas, posiblemente, en zonas relativamente protegidas, como cuevas naturales o barrancos, donde la presión atmosférica sea algo más parecida a de la Tierra.

Humanos espaciales

No podemos plantear embarcar a nuestra especie en viajes interplanetarios sin resolver estas cuestiones y, aunque suene a ciencia ficción, es probable que, de aquí a que termine nuestro siglo, diseñemos individuos cuya genética les haga especialmente resistentes a estas extremas condiciones cósmicas.

Sujetos con un menor riesgo de perder masa muscular y ósea en microgravedad, más resistentes a las condiciones de gran altitud (similares a las que habría en una atmósfera marciana), o con menos enfermedades cardiacas. Todo ello son adaptaciones plausibles, conocemos algunos genes implicados en estas características, han demostrado generar protección aquí en la Tierra y, algunos, incluso en el espacio. Por supuesto, queda mucho para que esto sea una realidad, pero no tanto como para considerarlo imposible en lo que queda de siglo.

Por lo demás, los límites vendrán (con suerte) de la ética y la legislación. Dos pilares que moldearán nuestro futuro espacial más inmediato pero que, por ahora, tenemos preocupantemente descuidados.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Podríamos imaginar un futuro espacial más ambicioso a corto plazo, pero lo cierto es que hay todo tipo de incógnitas que nos impiden asegurar la creación de naves generacionales y viajes interestelares de esos que tanto les gustan a los aficionados a la ciencia ficción. Sin embargo, el futuro que hemos descrito estará salpicado de misiones a lunas heladas llenas de agua, a mundos invernadero y a gigantes gaseosos.

REFERENCIAS (MLA):