Espacio

Este es el trabajo más extraño de la NASA: director de olores

George Aldrich lleva ocupando este puesto más de 40 años y ha probado todos los olores que están en la Estación Espacial Internacional.

George Aldrich NASA
Si aslgo le huele mal a Aldrich, no va al espacioNASANASA

La NASA no solo genera avances extraordinarios o tiene departamentos independientes que investigan la posibilidad de vida extraterrestre, también tiene uno de los puestos más extraños que pueda tener una agencia gubernamental o una empresa: jefe de olores. Y esto es por un motivo muy específico e importante: seguridad.

Pese a todas las bromas que se pueden hacer sobre su oficio (que trabaja en la NASO, por ejemplo) George Aldrich prefiere el término "nasalnauta" porque durante varias décadas ha estado usando su olfato para el bien común en la NASA.

"He sido especialista químico en la NASA durante más de 40 años - señala este bioquímico -. Principalmente realizo pruebas de toxicidad en objetos antes de que vayan al espacio. También soy voluntario en el panel de olores de la NASA. Probamos los olores de todos los artículos que estarán dentro de las áreas habitables de la Estación Espacial Internacional (ISS) y buscamos olores desagradables u ofensivos que pueden causar náuseas a los astronautas y posiblemente poner en peligro la productividad de los astronautas y misión en peligro".

Y es mucho más importante de lo que pensamoss, no solo por los gases tóxicos, sino también porque nadie quiere estar atrapado en el espacio con un tufo insoportable. Por ello la NASA, antes de enviar cualquier objeto a la ISS lo evalúa. El proceso es más o menos así: cinco voluntarios en el panel de olores de la NASA huelen cada material, clasificándolo de 0 a 4, y si el olor supera una calificación de 2.5, falla la prueba.

"No podemos ver el objeto antes de olerlo - añade Aldrich - . No quieren que la apariencia del mismo nos influya". Antes de someterse a la prueba de olor, una enfermera examina a los miembros del panel para asegurarse que no estén enfermos o sean incapaces de oler lo mejor posible.

El sistema también funciona bastante bien, pero no es perfecto. "Una vez probamos las correas de velcro - confirma Aldrich - . Y apestaban. Probamos los componentes por separado y cuando los unieron, asumieron que pasarían la prueba de toxicidad y olor. Pero cuando llegaron al espacio, uno de los astronautas abrió el velcro y apestó el lugar. En una escala de 0 a 4, uno era 3.6 y el otro 3.8. Repugnante".

El panel de olores de la NASA se creó después del 27 de enero de 1967, cuando la primera simulación de lanzamiento de la misión Apolo-Saturno salió terriblemente mal. En un accidente devastador, un incendio repentino envolvió el prototipo de la nave espacial y mató a tres astronautas. La tragedia obligó a la NASA a replantear todas las medidas de seguridad. Como parte del rediseño, la agencia espacial decidió realizar pruebas exhaustivas de materiales. La prueba número uno era la inflamabilidad. Y en el número seis pusieron el olor como objeto de evaluación. Ahora, esta prueba se usa para nuevos materiales que van al espacio, y eso incluye trajes para caminatas espaciales para astronautas.

Pero incluso como especialista en olores hay algo que va al espacio y Aldrich no se molesta en oler: "los seres humanos apestamos y no hay mucho que podamos hacer al respecto - concluye Aldrich -. Se producen flatulencias, tienen que ir al baño, pueden apestar el lugar. Tratan de mantenerse limpios con agentes antibacterianos. Debido a la antigravedad, no pueden tomar una ducha completa debido al agua".