Paleontología

La trágica historia del último primate que habitó América del Norte antes de los humanos

El nombre de la especie era Ekgmowechashala y desapareció del continente hace aproximadamente 25 millones de años

Ilustración de Ekgmowechashala, el último primate que habitó Norteamérica antes que los humanos.
Ilustración de Ekgmowechashala, el último primate que habitó Norteamérica antes que los humanos.Kristen TietjenKU Biodiversity Institute and Natural History Museum.

Hace aproximadamente 4,2 millones de años, en África, comenzaba a alzarse sobre dos patas el Australopithecus. Entre los restos de estos homininos antiguos que se han encontrado, probablemente el más conocido sea Lucy, una hembra de hace unos 3,2 millones de años encontrada en 1978. En su momento supuso toda una revolución en la evolución humana, ya que sus restos mostraban que se trataba de un hominino bípedo y, además, era el más antiguo hasta la fecha.

Sin embargo, la paleontología sigue avanzando -o retrocediendo, según se mire- y Lucy ya no es, ni de lejos, el vestigio más antiguo que tenemos de un hominino bípedo. Entre 200 y 500 mil años antes de los Australopithecus, los Ardipithecus ya habitaban las tierras africanas desde hacía al menos 1 millón de años. Y antes de estos, los Orrorin o los Sahelanthropus puede que ya se levantasen a dos patas hace unos 7 millones de años, aunque existe cierta controversia al respecto.

Balsas de ramas cargadas de monos

Pero todo esto estaba sucediendo en África, mientras tanto, ¿había primates en el continente americano? La respuesta es que sí. Primates que evolucionaron de forma separada a sus hermanos y formaron los distintos linajes de “monos del nuevo mundo”. Una de las hipótesis actuales más aceptadas lleva a los científicos a pensar que los antepasados de los monos que podemos encontrar actualmente por el continente americano llegaron en “balsas de ramas”. Estas balsas, creadas por árboles y ramas arrancadas por fuertes tormentas tropicales, podrían haber flotado desde las costas de África hasta América llevando consigo animales de toda clase, entre ellos, pequeños primates.

Las pruebas apuntan a que estas “migraciones involuntarias” ocurrieron al menos en 3 ocasiones en los últimos 56 millones de años, y explican la diversidad actual de monos que se encuentran por las diferentes selvas de Sudamérica y Centroamérica. Sin embargo, el registro fósil muestra que en Norteamérica los primates no tuvieron tantas oportunidades. Los cambios en las temperaturas llevaron a un clima más frío y seco que era incompatible con la vida de estos mamíferos. Por ello, hace aproximadamente 34 millones de años desaparecieron del continente. Desde entonces hasta la llegada de los primeros Homo Sapiens, que llegaron atravesando el Estrecho de Bering, se creía que Norteamérica estuvo libre de primates. Aunque un descubrimiento de los años 60 puso patas arriba esta teoría.

El primate de nombre impronunciable

El hallazgo de una mandíbula de una especie conocida como Ekgmowechashala fue datada hace unos 30 millones de años. Es decir, esta especie de primate apareció “de la nada” en Norteamérica al menos 5 millones de años después de la que se creía la desaparición del último primate. En paleontología se conoce este efecto como “efecto Lázaro”. Se trata de un taxón, en este caso el de los primates, que desaparece en una región y vuelve a reaparecer. Tras el hallazgo, comenzaron las búsquedas de pruebas en el sur que indicase una migración de alguno de los primates. Sin embargo, al no hallar estas ansiadas pruebas, comenzaron a dirigir las investigaciones a los yacimientos situados otro lado del Pacífico.

Allí, en la actual China, en los años 90 descubrieron una mandíbula y los dientes de una especie a la que han nombraron Palaeohodites. Los estudios actuales de fisionomía de los restos muestran que podría tratarse de una especie anterior emparentada con el Ekgmowechashala. Con estos datos, los paleontólogos creen que han encontrado la razón por la que no se observan patrones migratorios de primates desde el sur hacia el norte de América hace 30 millones de años. Porque no ocurrieron, si no que los primates recorrieron el mismo camino que recorrería nuestra especie 30 millones de años después. La hipótesis más probable es que el estrecho de Bering se convirtiese en un puente de tierra que los primates pudieron cruzar.

De esta forma, los primates volvieron a Norteamérica 4 millones de años después de su desaparición. Pero que una especie llegue a una nueva región no tiene por qué suponer que va a quedar allí para siempre. De nuevo, los cambios en el clima impidieron que estos primates se adaptasen a este entorno y acabaron desapareciendo hace 25 millones de años. Así, América del Norte se convirtió, de nuevo, en una tierra libre de primates hasta la llegada del ser humano.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • En la actualidad existe mucha controversia con la llegada del ser humano al continente americano. Muchos antropólogos afirman que la llegada de tribus pertenecientes a la cultura Clovis fueron los primeros, hace unos 15000 años. Sin embargo, nuevos lugares de excavación, así como datos genéticos de las poblaciones indígenas adelantan la llegada de los humanos hasta hace casi 26000 años durante el último período máximo glaciar.

Referencias (MLA):