Coronavirus

Una residente de Carlet: “Pasamos hambre y sed. Otro mes más así y nos volvemos locos”

La residencia de mayores más grande de la Comunitat Valenciana empieza esta semana a permitir a los usuarios que paseen por turnos por el jardín

Imagen de archivo de la residencia de ancianos de Carlet, la más grande de toda la Comunitat Valenciana
Imagen de archivo de la residencia de ancianos de Carlet, la más grande de toda la Comunitat ValencianaLa RazónLa Razón

Sin visitas, atemorizados por el riesgo de contagios y sin salir de sus habitaciones. Los 300 usuarios de la residencia pública más grande de la Comunitat Valenciana, situada en Carlet, podrán comenzar hoy a salir de sus habitaciones. Según ha podido confirmar LA RAZÓN, no fue hasta este lunes cuando la dirección reguló los paseos de los residentes por el jardín. Será por turnos y de un máximo de una hora.

Esto se está haciendo demasiado largo. Llevamos casi tres meses que solo se nos permite ir de nuestra habitación al comedor. La gente está muy nerviosa”, explica Ana María Martínez Pérez. La denuncia de esta usuaria se añade a que el coronavirus ha empeorado hasta tal punto su calidad de vida que pasa hambre y sed. “Si pasamos otro mes así nos vamos a volver locos”.

Los usuarios de esta residencia- según publicó el Levante-EMV, ya comunicaron la semana pasada que se les había prohibido salir de sus habitaciones. El PP se hizo eco de esta denuncia y acusó a la vicepresidenta y consellera de Igualdad, Mónica Oltra, de haber emitido directrices a los centros para que actuasen de esta manera. Oltra negó la mayor asegurando que había que sabe leer la instrucción.

Sin embargo, los problemas de esta residencia, van más allá de la poca movilidad que se les ha permitido a los usuarios. Hasta que llegó el confinamiento, los residentes podían salir a comprar al supermercado o tomar algo en la cafetería del centro. Todo esto quedó terminantemente prohibido cuando estalló la pandemia, por lo que ahora, según cuenta Ana María Martínez, solo se les da una botella de agua de un litro y tres comidas. “Hay gente que se la raciona. Nos dan de desayunar a las 9.30 y hasta las dos no comemos. Yo soy diabética. Necesito comer con más frecuencia" y como las quejas no surten efecto, pues cada uno se las arregla como puede.

Además de escasa, asegura que es de muy baja calidad. “La carne que nos ponen no sé ni de qué es. Jamón al oporto, dicen que nos dan. ¿Sabe eso lo que es? Jamón york con un trozo de piña y ni se te ocurra pedir más de un yogurt. El otro día vi como un compañero se ponía la sandía entre pan para guardársela para más tarde. Esto tampoco se puede hacer..."

Ana María Martínez asegura que no tiene otro sitio a donde ir, por lo que su única esperanza es que las cosas mejoren para vivir más dignamente. “Se oyen gritos, hay peleas y robos" y los vigilantes nunca llegan a tiempo. "La gente está muy nerviosa y desanimada. Hacen lo que pueden para que nos entretengamos, nos preparan manualidades, pero ya no tenemos ganas. Tampoco salimos ya al balcón a cantar. Esto es un cementerio”.

Pulgas en la habitación y mosquitos en el jardín

Explica que a partir de hoy les han comunicado que podrán salir a dar paseos dentro del recinto de la residencia y lamenta que el jardín no esté en condiciones. “No está arreglado, hay mosquitos y avispas. Los bancos están sucios. Ahora mismo tengo pulgas en la habitación, a ver si me traer lejía y puedo limpiar...”

Se les ha dicho que deben bajar con mascarilla- que les repartieron- aunque no todos cumplen. “Muchos se la ponen solo cuando ven al gerente”. También les hicieron pruebas para saber si tenían coronavirus. En su caso, a pesar de que dio negativo, se le han cancelado las visitas que hacía, por ejemplo, al dentista. “Estamos ahogados aquí dentro".