Entrevista

“Cuando una persona se plantea el suicidio lo que quiere es dejar de sufrir, no de vivir”

La psiquiatra Neira Morales alerta del aumento de problemas mentales en jóvenes y niños por la pandemia y reclama refuerzo de psicólogos y psiquiatras en el sistema público de salud

Neria Morales, psiquiatra
LA RAZON_17/02/2021. (FOTOGRAFÍA: KIKE TABERNER) Neria Morales , psicologawww.kiketaberner.comKike Taberner

Esta semana se cumple un año de la declaración del estado de alarma. A él le siguió el confinamiento domiciliario y un sinfín de restricciones que aún no han terminado.

-Un año de pandemia. ¿Cómo nos está afectando?

-Nos está afectando a todos los niveles. El cambio en la dinámica de nuestras vidas ha sido muy importante tanto en el ámbito personal como en el laboral. El resultado, en lo que se refiere a la salud mental, es que están aumentando muchísimo los casos de ansiedad, depresiones, suicidios y descompensaciones de los pacientes que ya estaban en tratamiento, muchos de ellos han empeorado. Los niños también están notando mucho la falta de relaciones sociales fuera del ámbito escolar. Se están detectando nuevos casos de adicción a las nuevas tecnologías.Además, el sufrimiento por motivos económicos también afecta directamente en la salud mental.

-Hecho el diagnóstico, ¿qué podemos hacer?

-Debemos identificar el malestar en nosotros mismos o en nuestros allegados y pedir ayuda. Por lo que respecta a los organismos públicos deben ampliar servicios. Hay que dotar de más recursos humanos a los equipos de salud mental, dar a conocer a la población que existen profesionales que pueden tratar esos problemas. No es nada malo, no hay que sentir vergüenza. La población debe tener acceso a estos servicios. Hay casos que no necesitan medicación, y por tanto, no necesitan un psiquiatra, necesitan un psicólogo, pero faltan estos profesionales en los equipos de salud mental.

-¿Hay psicólogos y psiquiatras disponibles? Es decir, ¿depende de la voluntad política?

-La Conselleria de Sanidad hizo un pequeño refuerzo en torno al verano, pero se podría mejorar. Necesitamos más personal y más recursos para atender adecuadamente. Es importante dotar de más personal los equipos de infancia y juvenil porque están aumentado mucho los problemas. Últimamente hemos visto casos de suicidio o intentos de suicidios en niños.

-¿Qué relación hay entre este aumento y la pandemia?

-Al margen del problema de base que pudiera existir, todos estamos sufriendo la soledad. Las restricciones sociales implican tener menos contacto con otras personas o incluso no tenerlo. Los niños salen del cole y no pueden ir a otros sitios, y llega el fin de semana y pasa prácticamente lo mismo. Solo pueden estar en casa. La falta de socialización afecta a nivel interno.

-¿Cómo les afectó el largo periodo sin colegio?

-Esto lo puedo contar incluso desde la experiencia personal. Tengo tres niños y el primer confinamiento fue criminal, con todas las letras. Niños que no tenían ningún problema de base y una de ellas, la mayor se revolucionó por completo y el de en medio se deprimió. Llegó a un extremo que no quería salir de casa y solo quería estar en el sofá. Estaba triste, apático, sin ganas de nada. Le faltaba socializar, estar con sus primos el fin de semana... la dinámica que solíamos tener. Dos meses y pico encerrados sin poder relacionarse con nadie y cuando pueden empezar a salir es un paseíto corto, sin poder juntarse... les afectó muchísimo. Quien ya tenía un problema de base puede empeorar y donde no los había aparecieron.

-¿Qué deben hacer los padres?

-Llevarlos al psicólogo para recibir terapia y empezar a tratar aspectos que estaban escondidos y que aparecieron durante el confinamiento.

-¿Hay respuesta en el sistema público?

-El pediatra puede derivar a la unidad de salud mental infantojuvenil y allí hay psicólogos y psiquiatras. Lo que ocurre es que las listas de espera suelen ser largas y, por tanto, se priorizan los casos más graves. Pueden pasar meses hasta que el caso pueda ser abordado correctamente. Es más, en el caso de los niños unas semanas pueden ser cruciales.

-¿Existe la fatiga pandémica?

-El término está muy buen puesto, la OMS ya ha redactado un informe sobre ella. Era la consecuencia lógica de que la situación se prorrogase más allá de cuatro o cinco meses. En el momento en el que después del verano volvemos a empezar a sufrir las restricciones, revivir la situación de los meses anteriores, pensar en otro confinamiento, el estrés que supone estar pendiente de la mascarilla, del lavado de manos, restricciones horarios... La moral de todo el mundo se ha ido al suelo. No todos los casos llegan a ser patológicos, pero nos afecta a todos. Es algo normal en la situación que vivimos.

Teléfonos de ayuda

El Teléfono de la Esperanza (717 003 717).
El Teléfono contra el Suicidio (911 385 385).
Red AIPIS-FAEDS dirigida a familiares y personas que han perdido un ser querido por suicidio. ‘Papageno’, Asociación de Profesionales de Prevención y Postvención del Suicidio

-¿Cómo podemos saber si esa fatiga va a derivar en un problema de salud mental?

-No es una cuestión fácil de responder. Hay personas que inmediatamente se dan cuenta de que no están bien y otras que tienen una resistencia superior y van aguantando. Si yo me tengo que evaluar a mí misma tengo que pensar en cómo era y en cómo soy. Si me cuesta levantarme por las mañanas y se me viene el mundo encima, me quedaría en la cama... Si eso nunca me había pasado o sí, y lo reconozco, tengo que pensar que me estoy deprimiendo. Debo consultar con un profesional el motivo de por qué me está pasando esto. Otra forma de identificación es a través de los convivientes, que observen un cambio de actitud en la persona. Quizás sea más fácil reconocerse a sí mismo con una crisis de ansiedad, con nervios, con taquicardia... eso es algo muy evidente, pero a veces la ansiedad no se manifiesta así. Puede que estemos más irritables, con dificultades para dormir o que todo me moleste más.

-¿Se puede hacer algo antes de acudir a un especialista?

-Depende de los recursos interiores con los que cada uno cuente, pero es francamente difícil. El apoyo social, de quedar con mi grupo de amigos, sincerarme... eso no lo tenemos...La falta de apoyo social es un factor de riesgo para una enfermedad mental y si hay restricciones sociales lo puedo tener más difícil. La comunicación por video está ahí, aunque todo el mundo coincide en que no es lo mismo, y entonces no pueden hacer nada. Están atados de pies y manos. Solo pueden acudir a los servicios sociales y a los médicos.

-¿Sabemos realmente hasta dónde alcanza el problema del suicidio en esta pandemia?

-Desde que empezó la pandemia hemos tenido conocimiento de casos de suicidio en personas del sector de la hostelería y de cuerpos de seguridad y últimamente en niños adolescentes. No tenemos cifras oficiales, pero la impresión es que están aumentando los casos.

-¿Cómo viven las personas que han perdido a un ser querido por suicidio?

-Del suicidio se habla poco o nada. Es muy doloroso para las personas que lo sufren y generalmente la tendencia es a no hablarlo. Lo más adecuado es ponerse en manos de especialista porque puede aparecer un duelo complicado en estos contextos y poder expresarlo es importante. Nuestra sociedad aún no está abierta del todo a hablar de este tema.

-¿Sin cifras oficiales en este momento se puede poner dimensión al problema y prevenirlo?

-Hay hablar del suicidio para poder solucionar este problema. El suicidio no es la única salida. Cuando una persona se plantea el suicidio lo que quiere es dejar de sufrir, no de vivir. Ante esa imposibilidad lo que quiere es morir, desaparecer de aquí. Quizás uno solo sea incapaz de ver esa salida, de acabar con ese sufrimiento. Hay muchas personas que podemos ayudar en estas situaciones. Hay que hablarlo, dar a conocer que hay asociaciones, que hay planes de prevención, que hay médicos que se dedican a ayudar, que los servicios sociales también están ahí. Tenemos una red que nos puede ayudar, no estamos solos en este mundo con nuestro sufrimiento. En la Comunitat Valenciana tenemos una estrategia de prevención del suicidio que puso en marcha la ex consellera de Sanidad, Carmen Montón. Hay que difundir todavía más que hay ayuda.

-¿Se deberían revisar los protocolos existentes?

-No hay un protocolo establecido, que es lo que debería, ni tampoco una unidad específica que se ocupe de estos casos. A la persona que se ha intentado suicidar se le deriva a la unidad de salud mental y se le trata como cualquier otra. La prevención está en atención primaria porque es el primer contacto con el sistema o también con la policía porque han llamado al 112. Hasta ese momento no entramos los psiquiatras.

-¿Qué ocurre en el duelo por covid? ¿Es diferente?

-Existe un riesgo importante de que se complique el duelo. No se han podido despedir y la despedida es un proceso esencial del proceso de duelo porque genera que no reaccionemos de la forma más sana. Conduce a que desarrollemos cuadros de duelo patológico con depresiones graves, cuadros de ansiedad importantes que hay que abordar con especial atención.

-¿Aún es un tabú hablar de la depresión?

-Sí. Cada vez hay más personas que lo exteriorizan, pero también hay mucha gente que prefiere no contarlo. Quizás no tanto en el ámbito familiar, pero sí en el laboral. Voy a un psiquiatra, pero mejor que no lo sepan en la empresa.

-¿Ocurre con todas las enfermedades de salud mental?

-Sí. Sobre todo cuando aparece el psiquiatra en escena, cuando solamente actúa el psicólogo tiende a haber un poco menos de tabú. Cuando se toma medicación mucha gente prefieren ocultarlo.

-¿Qué tenemos que aprender para quitarles este estigma?

-Debemos aprender que la depresión o la ansiedad son enfermedades como la hipertensión o la diabetes, que nos puede tocar a cualquiera, que tiene su tratamiento y que no es nada malo. Tenemos una herencia de la antigua psiquiatría y todavía se arrastra. La consulta de salud mental es exactamente igual que la de digestivo, de atención primaria, y la medicación puede ser diferente, pero en general, se toleran muy bien. También hay mucho mito de los fármacos que se utilizan en salud mental.

-¿Es un error decir que todos los suicidios están provocados por un problema de salud mental?

-Yo creo que sí. Estar pasando por un mal momento de la vida no implica necesariamente que haya una depresión grave clínica. Es evidente que cuando hay un problema de salud mental o un trastorno de salud grave, la probabilidad de que ocurra un suicidio es mayor. Pero también hay casos de personas que están pasando por una situación crítica en su vida y que de la noche a la mañana se ven solas y acorraladas. No ve ninguna otra opción y lo lleva a cabo. Hay casos en los que aparentemente no tenían motivos... pero a saber qué es lo que había dentro.

-¿Es un mito que el suicida no avisa?

-Sí que avisa. Siempre hay pistas, señales... pero a veces no las sabemos identificar. Cambios en la dinámica de comportamiento de una persona, empieza a dejar arregladas las cosas para que cuando se vaya se quede todo bien atado. Cosas del banco, de seguros... cosas que puede uno dejar para que su familia lo tenga todo claro. Una pista podría ser por qué ahora mi marido me está diciendo dónde está el seguro de vida. Puede haber una despedida encubierta. Uno de los últimos casos que he conocido es de una persona que les dijo a su grupo de amigos que cualquier día cogía la maleta y no le veían más el pelo. Esa fue la despedida, a las pocas horas se suicidó. A veces es difícil identificar el aviso pero suele haberlo.

-Hay dos efectos a las que se acude para no hablar del suicidio (efecto Werther) porque provoca un efecto llamada o sí hacerlo (papageno) porque tratado correctamente ayuda a prevenirlo, a mostrar que hay salida al suicidio. ¿Con cuál se queda?

-El efecto “Werther” existe y, por eso, estoy a favor en que no se comuniquen los datos morbosos de los suicidios, pero el efecto “Papageno” es muy importante para empatizar con la persona que está pensando en el suicidio como única alternativa a su dolor. Es fundamental para identificar algún signo o pista y para que ofrezcamos ayuda a cualquiera que lo esté sufriendo, la vida es lo más importante que tenemos,

-¿Qué papel juegan los supervivientes del suicidio?

-Quién mejor que ellos para ayudar a los que están sufriendo para que explique que sí hay salida, que no siempre la solución definitiva la vamos a encontrar de esta manera. Se pueden dar giros de 180 grados en nuestra vida. Hablar de sus familias también es muy importante. Pueden mostrar que la familia, en la mayoría de los casos, está ahí, y pueden hacer reflexionar a quién se plantea suicidarse qué va a pasar con su familia. De hecho, es uno de los clavos ardiendo a los que se agarra la gente. Dar a conocer lo que sufren las familias también es muy importante.