Gastronomía
Nostalgia a fuego lento
Los recuerdos de las sobremesas vividas establecen la querencia como condimento eterno y arrastre emocional
Hay momentos de la realidad que no permiten salirse de ella. Aunque atrás, muy lejos o cerca depende con quien hables, parecen ya quedar las consecuencias de la pandemia. Las sobremesas del pasado Día del Padre a pesar de estar marcadas por las limitaciones de aforo han recuperado la capacidad de arrastre emocional. Sin procurarnos coartada alguna, y no por casualidad celebramos esta jornada con ausencias familiares provocadas por el maldito virus. No hace falta afiliarse a ninguna ortodoxia restauradora ni participar en ningún credo gourmet para mantener viva las querencias culinarias que nos han inculcado nuestros mayores.
Aunque para algunos, hoy por hoy, dada la situación pandémica pueda parecer un episodio menor esta sobremesa sigue siendo clave como hecho diferenciador. No es un capricho anacrónico de momentos melancólicos ni se trata de reescribir el pasado. Todos guardamos una imagen primigenia de los encuentros gastronómicos de este día. Algunos no ocultan de manera harto transparente su afiliación a estas sobremesas. En los tiempos que vivimos, con la amenaza que representa todavía el covid recordar aquellos encuentros debería ser materia obligatoria. Ni un antes, ni un después.
El mundo del presente tiene su futuro limitado pero el de la nostalgia del pasado es ilimitado. La postal entrañable de la última comida familiar de hace un año nos hace reflexionar sobre el ahora y el antes cuando la satisfacción se detenía, sin tiempo definido. Hoy, hay más que motivo para ideologizar los consejos gastrónomos paternos recibidos. Son eternos y perennes. El escrutinio de las vivencias hosteleras en su compañía es más que ilustrativo como un vínculo gastrónomo en las venas.
El Día del Padre sobrevuela en la memoria como un acontecimiento que abandera eternas sobremesas en forma de maridaje vital. La restauración guarda en ocasiones un espacio insospechado para las lecciones clarividentes. Quedan pocos rituales tan claros que logren hacer algo tan creíble como una comida familiar. Encuentros con genética gastrónoma donde los consejos aceleraban la solidez de los paladares.
Los hábitos hosteleros traspasados de padres a hijos son de una recordación inexcusable. La nostalgia nos abre ventanas al pasado como destellos intensos en la memoria de nuestros paladares. Las experiencias vividas constituyen el manual de uso para cualquier sobremesa futura. El Día del Padre huimos de la caducidad de los recuerdos y de la austeridad de los sentimientos. Cuanto más tiempo pasa más contemporáneos parecen sus consejos como hombres comprometidos con el buen gusto. Los almuerzos, aperitivos y sobremesas vividos con la figura paterna forma una noria emocional. Historias de ayer surgidas por la inmediatez de la pasada celebración.
La hidra gastrónoma que nos ata a la enseñanza paterna es consustancial para formar la personalidad gourmet. Todo ello con la hostelería como hilo conductor y los restaurantes favoritos como telón de fondo. El auscultamiento de los sentimientos nos garantiza el avistamiento de aquellos encuentros mientras nos afanamos en poner en marcha la máquina del recuerdo bajo la estrecha colaboración de la memoria. Los años de adoctrinamiento durante los almuerzos paternos, la visita a los bares donde la liturgia del aperitivo era una fiesta junto con las apoteósicamente cotidianas paellas del domingo.
El gasto energético de la nostalgia acumulada durante el último año permite que recordemos a los familiares que no han podido compartir la sobremesa de San José. Pero el tiempo es viajar y el recuerdo siempre se comporta de la misma manera a través de la memoria.
El control de las emociones está cerca de convertirse en realidad. Una carrera de fondo nos espera con o sin incidencias que afectarán al normal desarrollo de nuestro su ciclo vital. Por esta razón, mientras esperamos el próximo 19 de marzo de 2022 para celebrarlo con normalidad solo nos queda tirar de la nostalgia a fuego lento.
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