Gastronomía
Ducado, cuarenta años de querencias y sabores
La excelencia del marisco y del pescado recuperan la capacidad de arrastre gustativo en cualquier momento
Por razones que sí vienen al caso, la coartada del cuarenta aniversario de un establecimiento nos reencuentra con viejos amigos. Consolidado el epílogo de la semana de Pascua nos sacudimos el tutelaje de la agenda con el fin de oxigenar y estimular nuestros paladares gracias a la coartada para visitar el Restaurante Ducado (Av. de Almería, s/n) en Benidorm.
Las sobremesas marcadas por la coartada de la excelencia del marisco y el pescado recuperan la capacidad de arrastre gustativo en cualquier momento. No hace falta afiliarse a ninguna ortodoxia restauradora ni participar en ningún credo gourmet para mantener viva las querencia hacia a este tipo de restaurantes.
La calidad del producto se desata de manera natural. Sobremesa esmaltada por la brillantez de sus mariscos.
No cuesta ni un segundo, ni casi ningún esfuerzo, salvo el de la simple enunciación de mencionar su supuesto origen, para reencontrarnos con las gambas rojas que preceden a las quisquillas, mientras surge la devoción hacia el pescado que aparece como una súbita epifanía en la figura de un dentón de seis kilos como querencia (in)abarcable y fórmula mágica para alborotar, con vehemencia gustativa, a todos los paladares. Por último, un obligado aviso, si ocultan de manera harto transparente su afiliación al jamón ibérico corren el riesgo de incurrir en un descuido si no prueban su excelente producto.
Aunque para algunos los postres puedan parecer un episodio menor, afortunadamente, aquí siguen siendo clave como hecho diferenciador mientras surge el conflicto de lealtades golosas dada la manifiesta excelencia de la leche frita, las sorprendentes peras al vino y las tartas caseras. El derroche sumiller también es destacado bajo una conseguida lista de referencias de vinos, cavas y espirituosos.
La excelencia del producto y el trato familiar no son dos características disociadas sino complementarias. Es un error desestimar las formas y los sabores porque influyen en todo y en todos. La cocina transita por la senda de la gastronomía para todos los paladares mientras las tres P -producto, perseverancia y paciencia- sustentan el negocio capitaneado por el fundador, Manuel Martínez.
Restauración de querencia perpetua y contable de continuas adhesiones de largo recorrido, donde la elocuencia cualitativa de pescados, mariscos y arroces no ha cambiado desde su inauguración en la primavera de 1980 bajo los fogones de la matriarca, Antonia López.
Para Manuel Martínez los recuerdos no son souvenirs del pasado, su conversación, regada de empatía natural, se convierte en plasma emocional desde aquel lejano 1970 cuando llegó a Benidorm desde su Purullena natal (Granada), tras un breve paso laboral por Palamós, bajo el paraguas de una tertulia con subtítulos vitales.
La restauración de producto, escrutada y prestigiada, más que nunca, se hace un hueco sin discriminar ningún producto en este establecimiento con una tripulación comprometida y gestionada por la segunda generación, Juanma y Enrique Martínez, que no limitan las más vastas apetencias de sus clientes para hacerlos casi mediopensionistas durante todo el año.
Cuando se apagan los resplandores de la sobremesa al salir a la calle, con la inusual lluvia escuchamos un canto de próxima fidelidad. «Hay que volver». La adhesión que suscita el restaurante Ducado, créanme, no sólo es gastronómica.
Nuestro anfitrión, Eduardo Aznar, que conoce el restaurante desde hace treinta años, nos traslada un comentario final. Los restaurantes más significativos no pasan de largo, ocupan un periodo de nuestra vida y dejan huella en nosotros. Con los años los favoritos se convierten en clásicos.
Cuando alguien echa la vista atrás y se detiene en la evolución del Restaurante Ducado ve que es un establecimiento que escapa a todo encasillamiento. En un tiempo donde no existe la certidumbre, tan golpeado por la pandemia, tenemos que engrandecer y valorar la biografía de estos restaurantes para afrontar nuestra propia existencia gastrónoma. Restaurante Ducado, cuarenta años de sabores y querencias.
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