Salud

El dolor ya afecta al 11 por ciento de la población y es una enfermedad, no un síntoma

“Ya no es solo darle una pastilla para que se calme, sino entender a la persona en su entorno”

El estudio siguió a 98 personas con este problema durante tres meses
El estudio siguió a 98 personas con este problema durante tres mesesDreamstimeDreamstime

El dolor, que con carácter crónico afecta al once por ciento de la población, especialmente a las mujeres, “es ya una enfermedad que nos quita calidad de vida, y no solo un síntoma” y su abordaje con fármacos o nuevas terapias puede no solo disminuir su incidencia, sino hacer que sea más soportable o quitarlo en muchos casos.

Así lo ha asegurado el doctor Carlos Tornero, presidente del XVIII Congreso de la Sociedad Española del Dolor (SED) que hasta este viernes reúne en Valencia a especialistas en esta patología para abordar aspectos como su impacto en la salud mental del paciente, las terapias o tratamientos a aplicar o la influencia del género en el mismo.

Incidencia del dolor

En la población general, el dolor crónico tiene una incidencia del 11 por ciento, según Tornero, que destaca que un “dato fundamental” es que, según la encuesta nacional de salud de 2017, de los ocho trastornos más prevalentes en la población, los cuatro primeros tenían referencia al dolor: dolor lumbar, cervical, artrosis y migraña.

Esto, asegura, es una muestra de la relevancia que tiene en la sociedad el dolor, que “ya es una enfermedad que nos quita tanta calidad de vida, ya no es aquello de un síntoma que va acompañado de algo. Es una enfermedad y como tal abarca todo”.

Ansiedad asociada al dolor

Tornero, anestesiólogo y jefe de la unidad del Dolor del Hospital Clínico de Valencia, explica que al paciente con dolor “ya no es solo darle una pastilla” para que se le calme, sino entender a esa persona en su entorno biológico, psicológico y social.

El dolor, señala, “tiene un importante componente psicológico, porque si todos los días nos levantamos con un dolor insufrible, no hay que quien lo aguante” y, por ello, hay que ver al paciente “como un global”, por lo que ha defendido una atención multidisciplinar del paciente.

Aunque los pacientes con dolor “da la sensación de que están más deprimidos, no es que lo estén sino que el dolor les aísla, y al aislarlos les da pocas ganas de vivir” pero al tratarlos “conseguimos disminuir esa ansiedad asociada al dolor y que puedan volver a trabajar, porque el dolor provoca que haya también más bajas laborales”. ha indicado.

La mujer, la más afectada

Dos de cada tres personas con dolor crónico son mujeres en España y tardan el doble que los varones en tener un diagnóstico sobre su dolencia, según datos facilitados por la organización del Congreso, que indica que el perfil de la persona con dolor crónico en nuestro país es de una mujer de 46 años, con estudios medios, que vive en familia y en un 53 % de los casos no tiene reconocida una discapacidad por este motivo.

Carlos Tornero ha explicado que el dolor es más prevalente en el sexo femenino, no solo porque viven más años que los hombres sino por una cuestión “puramente biológica a nivel hormonal” y a determinadas edades, debido a la menopausia, tienen problemas a nivel ostearticular.

También alerta de que están viendo nuevos perfiles de dolor como el caso de niños y jóvenes en los que el mal uso de las estructuras anatómicas debido a que que están muchas horas delante de las pantallas o los videjuegos, están generando “problemas de salud y de dolor a nivel muscular, osteomuscular o articular”.

Dolor poscovid

En relación con el dolor poscovid y en los casos de pacientes que sufren una covid persistente, Tornero señala que es una situación que “nos ha venido nueva y hay que evaluarlo bien, ver el contexto”.

Ha reconocido que “sin lugar a dudas vamos a tener cada vez más en nuestras unidades a pacientes con covid de larga duración en los que el dolor se vuelve mucho más sensible ante algunos estímulos, se les ha alterado la sensibilidad de los nervios o la plasticidad neuronal”.

Opioides y cannabis para el dolor

Tornero ha explicado que entre los profesionales tienen un “especial cuidado” con el paciente que toma opioides de forma crónica porque, indica, “es una realidad que son el mejor analgésico que hay pero además de provocar estreñimiento, nauseas y vómitos, crean adicción”.

“¿Cómo podemos seguir aliviando el dolor sin crear adicción?, pues con controles frecuentes por los profesionales sanitarios y no dejar al paciente que se automedique. Los fármacos no son malos, es la forma de utilizarlos lo que hace que realmente generen adicción”.

Respecto al uso terapéutico del cannabis medicinal, Tornero se muestra partidario de su uso, destaca que pertenece al grupo de trabajo del cannabis de la Sociedad Española del Dolor y subraya que es una opción médica “muy válida”.

“El cannabis medicinal, con controles farmacológicos adecuados, sabiendo qué sustancias son, con una adecuada concentración y sobre todo sabiendo dónde ponemos el fármaco y a quién se lo damos, es muy buen analgésico y una opción de tratamiento para muchísimos pacientes”, afirma.

Tratamientos contra el dolor

Los fármacos y las nuevas terapias ayudan a que “nadie tenga qué sufrir dolor. Hoy en día, si tienes dolor hay que mitigarlo, disminuir su incidencia y que sea soportable. Tampoco podemos decir que lo quitamos al cien por cien, porque si no crearíamos unas expectativas que no son las correctas”.

Para ello, explica, existen fármacos potentes que, realmente, “no provocan tantos efectos secundarios como antes” y técnicas intervencionistas como infiltraciones, radiofrecuencia o neuroestimulación, entre otras, “que permiten sobrellevar el dolor o quitarlo en muchos casos”, afirma.

Según Tornero, se ha avanzado mucho en los últimos veinte años y uno de los temas que está más en boga es la modulación del dolor, que consiste en intentar que, en esas vías del dolor, la señal que salga del cerebro la podamos modular para que sea la adecuada; y también hay sistemas eléctricos que permiten disminuir la intensidad del dolor con señales eléctricas que legan al cerebro.