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Obituario

Enrique Marzal, puro corazón de valencianía

Fue hombre de teatro y zarzuela, modisto, empresario y alentador de las grandes fiestas y tradiciones

Enrique Marzal, puro corazón de valencianía Facebook. Enrique Marzal

La mejor descripción que puede hacerse de Enrique Marzal es narrarlo cuando volcaba sus treinta cajas de pétalos de flor al paso de la Virgen o de la custodia del Corpus bajo el balcón de su casa en la calle Caballeros.

Valencia es de la Virgen y del Corpus y Enrique Marzal rendía ese cariñoso tributo a las grandes insignias religiosas de Valencia. En una crónica hace años ya conté como con voz apasionada vitoreaba tan mistéricos momentos.

Estuvo en activo hasta el final y muy optimista a pesar de lo mal que estaba, un cáncer del que le habían salvado la vida varias veces en La Fe. No le fue fácil en la vida, pero luchó y se posicionó como nadie. Fue hombre de teatro y zarzuela, modisto, empresario y alentador de las grandes fiestas y tradiciones.

Indumentarista, pionero de la indumentaria valenciana, dominó casi en solitario el mercado, copado ahora por múltiples tientas y talleres de costura. Su tienda era además la sastrería de películas, teatros, carnavales y fiestas. Tenía de todo.

Vistió reinas y gente poco pudiente. Tenía para todos. Su corazón era un potente foco irradiador de ternura, de afectos y cariños. Generoso a carta cabal no dejaba a nadie insatisfecho. No pocas veces el incontrolado corazón le dio algún susto por parte de gente que la tuvo como amiga. Hizo el bien en algún momento a gente equivocada como nos ha pasado a todos.

Enrique en los últimos meses estuvo llamando por teléfono a los más allegados sin decir por qué y para qué Su voz era la de siempre, optimista, cordial, animoso, no daba a entender lo que le estaba pasando, pero se estaba despidiendo sin el rigor formal del adiós ni el hasta luego. Peinándose, preparándose, como los soldados para las Termópilas.

Ha sido Enrique una pieza importante en esta Valencia que despertó de la postguerra en busca de una vida más normal humana y habitable. Estaba en todas partes, le llamaban o se ofrecía, nada se podía hacer bien si no se contaba con su asesoramiento y colaboración.

De la nada, de cero, fue un torbellino: Teatro Patronato, Casa Insa, Rin Mar, Fallas,cine, milacres de sant Vicent, Corpus, Rin Mar, modisto de artistas y famosas,…

Se nos ha ido de la misma manera discreta con que solía actuar en vida, silenciosamente. Lo vamos a echar en falta. Era de los imprescindibles, aunque se diga que nadie es imprescindible Se ha ido después de haber delineado perfectísimos y profundos surcos en el costumario festivo valenciano, el de esta ciudad que vive en permanente estado de fiesta. Ha dejado huella con sus actitudes y quehaceres. Ha hecho historia.

Gracias Enrique por tu valencianía, per l´obra ben feta. Puedes estar satisfecho de tu vida plena.