
DANA
«Habrá Fallas. Plantaremos ninots con barro»
En las poblaciones afectadas por la DANA, las comisiones trabajan para celebrar unas fiestas atípicas

En la plaza de la Llotgeta de Catarroja está el casal de la falla L’Albufera, junto al antiguo edificio del Ayuntamiento. «El barrio de les Barraques es una zona envejecida: apenas tenemos en la falla unos cuarenta o cincuenta niños y niñas», cuenta Javier Pérez, su presidente. En los últimos años, el distrito ha empezado a acoger a jóvenes que adquieren sus primeras viviendas. Algunas de ellas, recién reformadas, se han perdido.
En el casal el agua llegó el pasado 29 de octubre al metro y medio de altura. Todo lo que había dentro, excepto dos neveras que estaban desconectadas de la corriente, quedó inservible.
El auditorio donde se hacían las presentaciones de las falleras mayores (el acto que da comienzo a su reinado anual), está destrozado. En vista de la situación los presidentes de las diez fallas del municipio se reunieron para decidir los nuevos lugares y fechas de las presentaciones.

«Los pueblos de alrededor han colaborado mucho: seis comisiones realizarán el acto en Massamagrell; tres, en Silla y una en Pinedo», cuenta Pérez.
El presidente de l’Albufera se muestra optimista: «no sabemos exactamente cuál será la realidad de marzo, pero queremos celebrar las fallas». De la misma opinión es Adrián Palomares, miembro de la directiva de la falla Joventut de Benetússer. «No van a ser unas fallas al uso, pero creemos que es importante para la gente tener algo de normalidad», explica Palomares. Una parte del casal de esta comisión, que estaba recientemente reformado, ha quedado inhabilitada.
En Benetússer, tras una reunión de la Junta Local Fallera, se decidió también variar las fechas de las presentaciones, y se está en contacto permanente con el Ayuntamiento para tratar otras necesidades como, por ejemplo, que las calles puedan estar despejadas y limpias para los diferentes actos de la semana fallera. «Se ha cambiado la ruta de la ofrenda, y estamos a la espera de las obras que tengan que realizarse en las calles y plazas donde plantamos las fallas», comenta Palomares.

Las presentaciones, que normalmente se harían durante el mes de enero, se repartirán durante los primeros meses de 2025 hasta el mes de marzo. En la Joventut tienen una cosa clara: «sea como sea, tenemos que plantar, tenemos que tener el monumento». Además, Palomares destaca la solidaridad entre las diferentes comisiones: «Esa típica rivalidad que tenemos siempre entre las fallas ahora está totalmente al margen», explica. «Todos queremos lo mejor para la gente y para el mundo fallero», asevera.
En l’Albufera, la segunda falla más antigua de Catarroja, parte de los ninots estaban en una nave que se inundó con el paso del temporal. Están dañados, y los falleros esperan poder limpiarlos y llevarlos al artista fallero para que los repare. «Algunos los vamos a dejar tal como están, y los plantaremos manchados de barro», explica Pérez.
Además, en el llibret, el texto que constituye la explicación de la falla, habrá referencias a la DANA y espacio para la crítica por la gestión política que se ha llevado a cabo durante estos meses.
Los ánimos de los falleros son «complejos» durante estos días. «Es complicado pensar en celebraciones», explica Pérez.

«El casal es nuestra segunda casa, un punto de reunión y de comunidad que para mucha gente es su vida. Cada uno tiene una situación diferente y hay que ser empático, porque son decisiones difíciles», concluye.
Andrea tiene veinte años, es esteticista y en 2025 iba a ser fallera mayor de la comisión Jaume I de Massanassa. El pasado 29 de octubre, la DANA arrasó el casal de la falla y su propia casa.
En el piso de abajo, Andrea Carmona Campos y su familia guardaban sus trajes de falleros. Cuatro de ellos son, a día de hoy, inutilizables. Las peinetas y los aderezos que guardaba están oxidados. Sin embargo, todo esto es secundario para ella. «Falleció gente en el bajo contiguo al casal», cuenta. «Tenemos claro que, por respeto a las personas que no van a poder celebrarlas, este año no vamos a vivir unas fallas normales», explica.
La Jaume I es la más pequeña de las cuatro comisiones de Massanassa. Cuenta con 130 falleros y su casal ha conservado las paredes y la estructura. Otras en el pueblo no han corrido la misma suerte y han perdido el local. Sus presidentes se han reunido en la Junta Local Fallera, pero no han llegado a un acuerdo sobre la celebración o cancelación de las fiestas en el próximo mes de marzo. Así, cada falla tomará la decisión que considere más oportuna. «Nosotros hemos pensado en hacer de la celebración algo simbólico: no plantar el monumento donde lo hacemos habitualmente; y montar la carpa para reunirnos, pero no para hacer fiestas o discomóviles», explica Andrea.
«Tal y como están las cosas aún, lo consideramos casi un capricho», explica. «Como fallera, me duele en el alma, pero creo que lo más importante es que la gente se recupere», concluye. Su padre, que es el presidente de la falla, perdió la carpintería que regentaba en Benetússer, y ahora se ha trasladado a Albal. De la falla infantil, cuya construcción se estaba llevado a cabo en un taller en esa misma localidad, se han conservado sólo algunas partes.
El auditorio de Massanassa, donde se celebran cada año las presentaciones está destrozado. «Hay muchas cosas que hacer aún y que son más importantes que nuestra fiesta», dice Andrea. «Quiero agradecer a los voluntarios todo el esfuerzo que han hecho por nosotros», concluye, con lágrimas en la voz.
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