Medio ambiente

Incendios, «el cambio climático da más números en la rifa, pero con suelo abandonado y matorral, los tienes todos»

El decano del Colegio de Montes, Eduardo Rojas, advierte de que se sigue sin actuar para prevenir los incendios, "hay que gestionar y legislar"

Imagen de archivo de un bombero en el incendio de Villanueva de Viver, en Castellón
Imagen de archivo de un bombero en el incendio de Villanueva de Viver, en CastellónEuropa Press

El primer incendio forestal de este 2023 ha llegado en primavera. Comenzó en Villanueva de Viver (Castellón) tardó en controlarse más de una semana y quemó 4.700 hectáreas.

El decano del Colegio de Ingeniero de Montes, Eduardo Rojas, analiza para LA RAZÓN las diferentes causas de este fuego. La mala noticia es que no se ha avanzado nada en los meses que sucedieron al último gran incendio de 2022, el de Bejís, que también comenzó en el interior de Castellón. La buena es que hay maneras para evitar los grandes incendios, aunque hace falta mucha gestión. «Hay que legislar y actuar. El cambio climático te da más números en la rifa, pero si a esto sumamos el abandono del uso del suelo, con matorral que cubre el 90 por ciento del territorio, casi sin agricultura, tienes todos los números para que te toque».

Rojas contradice, por tanto, a los que repiten como un mantra que el único culpable es el calentamiento global porque, insiste, la clave es reducir la combustiblidad de las masas forestales. De lo contrario, los equipos de extinción no pueden apagar estos fuegos.

Eduardo Rojas/ Ex subdirector general del Dto. Forestal de la FAO
Eduardo Rojas/ Ex subdirector general del Dto. Forestal de la FAOlarazon

«El verano no se ha adelantado. Temperaturas como las de la última semana de marzo ya se producían hace 40 ó 50 años, esto no es causa del cambio climático. Otra cosa es el verano que tuvimos encadenando olas de calor».

Explica que el final del invierno y el principio de la primavera es una época crítica. Las heladas han generado materia seca y las plantas aún no han brotado. Además, este año ha sido especialmente seco, «de repente sube la temperatura y entra aire muy seco, que quema mucho». El incendio fue bajando y subiendo de intensidad en función de si entraba aire de mar (con humedad) o no. Es una época complicada, pero no es un adelanto del verano».

Con las lluvias en abril, el riesgo disminuye. La vegetación brota. «Mientras está llena de savia es más combustible y al contrario, cuando lleva agua, menos». El riesgo vuelve a finales de junio. A esta circunstancia se añade a que es el momento de quemar los restos de poda. «Aunque esta no ha sido la causa del último, si vemos una estadística, hay un pico de incendios en marzo y abril».

A todos estos factores se une el que quizás es el determinante. El abandono rural. Rojas asegura que la comarca del Alto Mijares es la que más riesgo tiene de sufrir grandes incendios. «Ha pasado de tener un 10 ó 20 por ciento de bosques a un 90 y, además, es muy montañosa».

Casi no hay campos de cultivo, la superficie forestal no tiene gestión alguna y además está en manos de muchos propietarios.

Acumula tanta biomasa que es la zona más peligrosa, «si llega aire de noroeste y se encajona por el valle llega casi hasta el mar. Esta vez no ha ocurrido porque el viento ha ido dando vueltas y se ha actuado muy fuertemente contra el fuego. Hay un continuo de 100.000 hectáreas seguidas sin cultivo sin nada que lo pare».

La Comunitat Valenciana sigue «igual que el verano pasado». Insiste en que no se trata de comprar más aviones, «luego ni siquiera caben todos y la mitad el tiempo no pueden volar porque es de noche, hace aire o hay mucho humo». Hace falta mucha gestión y cambios legislativos. Es una debilidad que tenemos por la política ‘show’. Da igual quien gobierne». Insiste en la necesidad de gestionar las masas forestales aprovechando la biomasa y en abordar cuanto antes cambios legislativos en dos aspectos.

«Tenemos una competencia en derecho civil rural que permitiría abordar actuaciones subsidiarias en los minifundios. Ahora mismo se puede hacer un cortafuegos, una zona estratégica de gestión, pero no se ha regulado la actuación horizontal y muchas veces no se sabe ni quiénes son los propietarios de los terrenos».

También hay que ser más flexible con la recuperación de cultivos. «Si un terreno era un 80 por ciento de cultivos hace 70 años y ahora es un 90 por ciento forestal, no pasa nada por buscar cultivos estratégicos».

Como ejemplo pone Tarragona, que tiene mucha vid gracias a que hizo menos estricta la ley. «Da puestos de trabajo y es paisajísticamente interesante.El águila perdicera está muy vinculada a esa agricultura intercalada con el bosque. Si tenemos un 90 por ciento y se nos quema la mitad... más vale tener un bosque bien diseñado en unidades que permitan interrumpir los fuegos y planificar el paisaje para que sea más resiliente».

Quemar para proteger y para aprender

Las quemas prescritas son una manera de hacer un desbroce para reducir el matorral y que es monte pueda ser «pastable». Se trata de una técnica, según explica Eduardo Rojas, que permite además que los bomberos se entrenen. «En la Comunitat Valenciana se ha hecho algo, pero aún estamos, por ejemplo, por debajo de Cataluña». El decano de Colegio de Montes asegura que a la Generalitat valenciana le ha faltado coraje para crear un único cuerpo de extinción. Por ellos, los cuerpos de bomberos son muy pequeños y no pueden llegar a la especialización y tener más capacidad de actuar.