Medio ambiente

José Claramonte: «Vamos a una España con poca agua y abocados a una disputa por sus usos»

El director general de Facsa advierte de que la reducción de lluvias solo se podrá compensar con fuentes alternativas e invirtiendo en innovación para ahorrarla

Director general de Facsa, José Claramonte
Director general de Facsa, José ClaramonteLa Razón

La sequía ha vuelto a poner sobre la mesa la necesidad de priorizar las infraestructuras necesarias que puedan garantizar el agua incluso en las situaciones más adversas. La posibilidad de que Barcelona tenga que proveerse a través de barcos del agua que produce la desaladora de Sagunt ha dejado al descubierto las carencias existentes. Facsa ha analizado en un minucioso estudio la situación actual.

La FAO advierte de que en 2050 el agua dulce disponible solo podrá satisfacer el 60 por ciento de las necesidades previstas. ¿En qué situación se encuentra España?

A no ser que haya un cambio de paradigma en España estaríamos en esta misma situación. Somos la zona geográfica de Europa más afectada por cambio climático. Hay que reflexionar sobre ello y tomar medidas porque el escenario al que vamos abocados es a la escasez de recurso. Y probablemente, a una disputa o carrera por los usos o los destinos del agua. En España las únicas cuencas sin estrés hídrico son las de Galicia y del Cantábrico.

Embalses, desaladoras, depuradoras... ¿qué papel juegan estas infraestructuras en el presente?

Principalmente el agua procede de las infraestructuras ejecutadas hace muchos años que son las reservas de los embalses y de la extracción de acuíferos. La regeneración de las aguas residuales y la desalación es más incipiente. Son dos alternativas no convencionales de producción de agua de agua potable, pero con un precio tanto en la inversión como en la operación más alto. Esta ha sido una de las barreras para desarrollar más este mercado y que probablemente se desarrollará en función de la escasez del recurso natural. La regeneración para el uso agrícola puede ser muy adecuada y la desalación probablemente más para uso de boca, básicamente por los precios.

¿Qué infraestructuras deben priorizarse para evitar situaciones de escasez?

Si vamos a escenarios con reducciones de lluvias del 20 por ciento a medio corto y largo plazo, solo se podrá compensar con otras fuentes o ahorrando agua. Además, las cuencas están ya muy reguladas con embalses. La mayoría de las infraestructuras de las que nos abastecemos tienen más de 30 años y si hablamos de redes de alcantarillado, prácticamente 50. Necesitan ser renovadas para mejorar la eficiencia y generar ahorros. Si no llueve la compensación debe llegar con la regeneración o es la desalación.

En la Comunitat Valenciana ya disponemos de plantas desaladoras, ¿no son suficientes?

Se hicieron para atender a un crecimiento de la población que no se ha producido, pero no hay un despliegue de red para que lleguen a más municipios y para que dé un agua cuyo precio se pueda diluir con más población. Es importante, porque son barreras que limitan mucho el acceso a este a este tipo de agua. Lo mismo ocurre con las depuradoras. Estas últimas tienen una media de 25 a 30 años. Necesitan actualización. Vienen cambios normativos de exigencias europeas con las nuevas directivas de aguas residuales. Necesitan una etapa adicional que son los tratamientos terciarios o cuaternarios para que se pueda reutilizar en los diferentes usos. El agua hay que llevarla al destino de consumo.

¿El agua depurada debe estar limitada al uso agrícola?

Prácticamente todo el agua procedente de renovación va la agricultura. Pero no tiene por qué ser así, puede ir al sector industrial. Además, hay países que el agua reutilizada la llevan a un extremo de calidad potable y la vuelcan sobre los cauces para luego volverla captar. Es decir, al final depende un poco del límite en que nos encontremos, los usos tendrán más o menos barreras.

¿Hay margen de ahorro en «transporte del agua»?

En el uso urbano, las pérdidas medias del sector están entre el 15 y el 20 por ciento. Mejorar esas cifras implica implementar tecnología para tener respuesta rápida a las averías o a las fugas que pueda haber en las instalaciones. El sector agrícola debería también abordar esa transformación digital, así como todos los grandes consumidores. Igual que hay que invertir en conducciones para las desaladoras hay que hacerlo en innovación para ahorrar agua.

El agua es inodora, incolora e insípida, ¿tiene el color político?

Nosotros pedimos un pacto nacional del agua. Deberíamos buscar esa solidaridad entre los territorios e implementar las mejores soluciones técnicas y que sean viables. Es decir, en unos sitios será desalación, en otros trasvases, si es que hay recursos... A largo plazo la escasez de agua será en todo el territorio. El escenario de futuro no es una España húmeda y una España seca, es una España con poca agua.

El debate abierto por la alerta en la que vive Cataluña ha hecho que se haya puesto el foco en muchos sectores. Asociaciones ecologistas defienden que hay que reducir la superficie de regadío. ¿Comparte esta afirmación?

Veo difícil reducir la superficie de cultivo por la demanda de alimentos que genera el crecimiento de la población. Es más factible implementar ahorros y eficiencia en los procesos. Ahora, es cierto que van a aparecer muchas preguntas. Por ejemplo, si nos podemos permitir la implantación de cultivos tropicales. ¿Tenemos agua suficiente para darle a este cultivo o contra qué va a competir esa demanda?

¿No es suficiente la modernización de regadíos realizada hasta ahora?

Es que probablemente si no se hubieran hecho esos esfuerzos no podríamos cubrir la demanda de toda la superficie que hay regable. Eso no quita que haya que mejorar la distribución del agua hasta pie de finca para controlar las pérdidas.