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Estrenos en el sofá: “Ex libris”, “Vivarium” y “Yo soy dolomite”

Fotograma del documental "Ex LIbris", de
Fotograma del documental "Ex LIbris", deLa Razón

«EX LIBRIS» ★★★★✩

Retrato de un país

Dirección: Frederick Wiseman. Participan: Elvis Costello, Patti Smith, Ta-Nehisi Coates, Richard Dawkins, etc. Fotografía: John Davey. EE. UU, 2017. Duración: 197 minutos. Documental. Filmin

¿De qué hablamos cuando hablamos de una biblioteca? No hablamos de libros, hablamos de personas que se relacionan en un espacio. Para Frederick Wiseman, la literatura es lo de menos, porque, en «Ex Libris», la cultura nace del modo en que una institución como la Biblioteca Pública de Nueva York se revela como un lugar de convivencia ciudadana, donde se encuentran la curiosidad y el conocimiento; donde la democracia, ese sueño de libertad tan americano, es posible. Las instituciones no son compartimentos estancos, sino organismos vivos que hierven de dudas y actividad, donde las reuniones de dirección se celebran simultáneamente con la grabación de audiolibros, las lecturas poéticas en un auditorio (Patti Smith y Elvis Costello como estrellas invitadas) o las clases de baile. Una biblioteca, pues, no es una sola cosa: es la confirmación de una solidaridad de Estado con la comunidad. Del mismo modo que la Biblioteca Pública se reparte en 92 divisiones a lo largo y ancho de la metrópolis neoyorquina, «Ex Libris» crece como un árbol con infinidad de ramas, frondoso y vital. Como siempre que Wiseman se enfrenta a una institución de estas características, sea la National Gallery o la Ópera de París, las escenas se suceden con total autonomía, en un afán rizomático que, por acumulación, obliga a establecer conexiones intuitivas entre personas y espacios. El estilo observacional de Wiseman desde la ya lejana «Titicut Follies» no intenta ser didáctico a la manera tradicional, porque no hay rótulos identificativos ni entrevistas «ad hoc», es posible que tardemos un tiempo en entender qué ocurre ante nuestros ojos. La cámara se cuela sin pedir permiso, «in media res», como para registrar una vibración colectiva sin jerarquías posibles. No hay nombres propios porque todos son iguales, individuos que contribuyen a un proyecto común, siendo proveedores o usuarios. Dice Wiseman que encuentra su película –un punto de vista– en la sala de montaje; que antes se limita a dejarse guiar por su curiosidad, sin una lista de temas preconcebida. Así las cosas, lo que queda es un fresco sobre una sociedad utópica que existe, donde el sistema funciona como servicio público que encuentra su propio latido, en un quid pro quo de saber y empatía que nos hace más humanos. Sí, Wiseman hace documentales humanistas sin más lección moral que la creencia en el trabajo conjunto y bien hecho, en la solidaridad anónima de los procesos que no tienen por qué ser capitalizados por la política o los mercados.

«YO SOY DOLOMITE» ★★★✩✩

Bienvenidos al show de Murphy

Dirección: Craig Brewer. Guión: Scott Alexander y Larry Karaszewski. Intérpretes: Eddie Murphy, Keegan-Michael Kay, Mike Epps. EE. UU., 2019, Duración: 118 min. «Biopic». Netflix

Cuando «Ed Wood» terminaba con el cine lleno, en el estreno de la peor película de la historia, Tim Burton no nos permitía ver la reacción del público. El triunfo del director adicto a los jerséis de angora era el de su voluntad, y ahí era donde se parecía a Orson Welles. No es casualidad que «Yo soy Dolomite» comparta los mismos guionistas que aquella obra maestra, porque la historia del humorista y actor Rudy Ray Moore es muy parecida a la de Ed Wood, solo que aplicada al terreno de la «blaxploitation» y con un final feliz más acorde con el estatus de estrella de Eddie Murphy. Con todo, la película exuda un contagioso cariño por sus personajes y puede entenderse como el relato de la génesis de un cómico que se ha ocultado tras un trastorno de personalidad para expresar sus talentos, y que ahora, en un «egotrip» disfrazado de acto de contrición, nos dice que cualquier «homeless» puede ser tan gracioso como él.

«VIVARIUM» ★★★✩✩

Atrapados en el laberinto verde

Dirección: Lorcan Finnegan. Guión: G. Shanley. Intérpretes: J. Eisenberg, I. Poots, E. Hardwicke. Irlanda-Dinamarca-Bélgica, 2019. Duración: 97 min. Terror. Movistar + y salavirtualdecine.com

Tal vez no sea la película más adecuada para ver en estado de confinamiento, pero es lo que tiene el fantástico alegórico, siempre permeable a las enfermedades contemporáneas. “Vivarium” podría ser un episodio de “Black Mirror” o de “La dimensión desconocida”. Violenta la normalidad de una situación cotidiana -una pareja (Potts y Eisenberg) que busca piso cae en manos de un persistente, inquietante agente inmobiliario- para proyectarlo a una dimensión espacio-temporal pesadillesca, la de una urbanización de casas adosadas idénticas, uniformadas de verde, que se extiende hasta el horizonte, y que parece desplegarse bajo un cielo pintado por René Magritte. “Vivarium” no se conforma con ser una película sobre el aislamiento y la desconexión. Su personaje más perturbador -un niño que crece a ritmos agigantados, y que habla con voz de adulto- alienta un debate sobre las torturas de la paternidad que hiela la sangre. Lástima que la tensión narrativa decaiga a medida que entendemos que de este laberinto suburbial no hay salida cómoda.