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Marc Ros (Sidonie) publica “El regreso de Abba”, una novela que no trata de los suecos

El próximo disco del grupo, homónimo, recogerá las canciones ficticias de las que se hablan en el debut literario del cantante de Sidonie
Marc Ros

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Cuando el libro se publique en formato físico, debería incluirse una advertencia en la faja. «Tienes razón. Yo soy fan de Abba, ¿eh? Por eso, no quiero darles el bajó a los seguidores de Abba, pero el libro no trata en absoluto de los suecos. Tendría que haber avisado...», se lamenta Marc Ros, cantante de Sidonie y debutante en la novela con «El regreso de Abba» (Suma), que ya ha sido publicada en digital y el 26 de mayo llega al formato físico. «Me prometí que no iba a citar al grupo real en ningún momento. Y eso que el libro está lleno de referencias musicales. Lo cierto es que el nombre de Abba me encanta para una chica y me hizo gracia que se rumoreaba que el grupo volverían de gira como hologramas porque Agnetha, mi favorita, no se habla con el resto. Siento la confusión», bromea Ros, quien, mientras escribía el libro, pensaba que las canciones del grupo que protagoniza la historia podían ir más allá de títulos en el papel. «Y compuse las canciones que mencionaba en la trama para que fueran reales», explica. Serán las que integren el nuevo disco de Sidonie, homónimo y congelado mientras la situación se despeja.
Ros, que vive en el Poble Nou de Barcelona («un barrio muy ‘‘cool’’, pero 64 metros cuadrados de fantasía con poca luz») ha pasado los últimos meses de su vida en un estado de posesión por la historia que quería escribir. «Un día salí de casa a tomar una caña porque no podía más y había quedado con una persona y me senté en el bar y no me di cuenta de que llegaba. Me vio hablando solo. Estaba hablando con los personajes, cosa que sigo haciendo en casa, porque, como vivo solo, les doy las buenas noches». La locura fue fruto de que trabajar ocho horas seguidas. «Colegas que son escritores me prohibieron hacerlo más de cuatro o cinco al día. Porque casi dejé casi de dormir y empecé a tomar diazepam. Y terminaba la jornada con la cabeza hirviendo».
«Miedica rockstar»
«Me avisaron: “Ojo, que te vas a enamorar de la protagonista”. Y yo me reía. Me decían: “Cuando estés solo en el sofá y te empieces a tocar pensando en la protagonista...”. Creo que eso le pasó a Flaubert con Emma Bovary. Pero en mi caso, por suerte, al amor romántico no hemos llegado Abba y yo». En la narración hay tres personajes. La bella y sentimental cantante. Hugo, cantante y letrista de Los Televisores Rotos convertido en estrella del rock atormentada y decadente y Domènech, fotógrafo, buscavidas y amante de las drogas psicodélicas. «En el libro están mis deseos. Siempre he querido dar la imagen de estrella atormentada y decadente, pero nunca lo he conseguido. Yo me levanto temprano, a las 6:30 o las 7:00 de la mañana y me pongo a trabajar y hago horario de oficina. A mí no me cogerás a la medianoche con el whisky y el cenicero lleno de colillas escribiendo al desamor. Y las drogas psicodélicas me interesan, pero no soy apto para consumirlas porque soy ansioso e hipocondríaco. He tomado cuatro veces LSD, pero la cuarta fue tan horripilante que no lo he vuelto a hacer. Me interesan y leo sobre ellas, pero no puedo tomarlas». Así que los personajes son las proyecciones de sus deseos. «En definitiva, me gustaría ser más valiente. En el fondo soy un miedica y creo que por eso se lee y se escribe. Por vivir y tener aventuras que en tus propias carnes no podrías tener. Yo por eso leo». Resulta curioso que un músico al que van a ver miles de personas diga eso. «A ver, yo creo que mi vida es interesante y mi trabajo, también. Hemos tenido muchas aventuras con Sidonie. De hecho, si algún día me decido a escribir una autobiografía de Sidonie, va a ser mucho más bestia que “El regreso de Abba” porque hemos vivido cosas muy peligrosas, espeluznantes. Pero el resto es tedio. Dormir y comer fuera de casa, saludar a gente que no te apetece conocer... solo se salva la cena de antes del concierto y claro, el escenario. Pero lo demás es puro tedio». En la novela, glamour, poco. «Pongo el foco en el proceso creativo y en el desarrollo de la amistad. Pero no sobre los focos y estar un metro y medio por encima del público, cuando te crees que eres dios y que no te duele nada. Eso es lo fantástico de ser músico, que vives el presente puro y no hay pasado ni futuro y todo se te pasa». Pero esa es otra historia.

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