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“Contagio”: en este thriller, el virus es el asesino

David Quammen, una de las voces más autorizadas de la divulgación científica, recorre el mundo persiguiendo virus y dando respuesta a situaciones como la actual.

La pandemia que estamos sufriendo ha llegado a los cinco continentes
La pandemia que estamos sufriendo ha llegado a los cinco continentesBENOIT TESSIERREUTERS

Cuando leí que estaba ante el libro internacional de referencia durante la cuarentena, recelé. Lo confieso. Pero concluidas sus largas 600 páginas solo me resta decir que es un texto extraordinariamente esclarecedor. El autor, escritor científico conocido por sus libros y artículos publicados en «National Geographic», ha sabido tejer una historia de gran complejidad como si de una narración detectivesca se tratara, con una salvedad: hay una gran cantidad de asesinos, y todos son reales. Sus nombres nos pueden llevar a confusión pero son distintos los virus de las bacterias, y estos, de los organismos unicelulares que infectan a animales, pero, todos ellos, de vez en cuando, dan el salto hasta llegar al hombre. Los virus zoonóticos dejan en entredicho nuestra noción de la naturaleza como algo «allá afuera». La premisa de Quammen es precisamente lo contrario: somos naturaleza que todos perturbamos con inconsciencia. Por consiguiente, somos altamente vulnerables a los microbios que se extienden a nuevas poblaciones de huéspedes. En cada capítulo seguimos una búsqueda para descubrir a un nuevo villano. Siguiendo a un equipo internacional de «detectives» que trabaja en los casos, conoceremos el rastreo de huellas que nos llevarán hasta el verdugo, porque todo viene de alguna parte. El autor no hace sensacionalismo con lo que descubre, pues está más interesado en desmitificar los brotes y explicarnos lo que sabemos de ellos para lograr anticipar futuras enfermedades emergentes –como el COVID-19 que estamos padeciendo ahora– y limitar su impacto.

El salto al hombre

Así descubrimos ilustres personajes como Ébola, SARS o VIH, y otros menos conocidos caso de Hendra o fiebre Q, mientras Quammen viaja a través de selvas y granjas para identificar a los animales en los que se esconden estos gérmenes hasta lograr que se produzca el salto al hombre. Sabe contarnos una historia compleja, pero su escritura científica es tan divulgativa que es más que probable que algunos conceptos extremadamente complicados queden asimilados en nuestra memoria. No hay ningún momento en que nos sermonee con lecciones de ciencia; al contrario, nos predispone a que absorbamos conocimientos de virología, epidemiología y genética, sin darnos cuenta.

En cada capítulo, una enfermedad se enfoca de forma paulatina. Todo comienza con rumores, alguna muerte misteriosa siempre sin nexo con la siguiente. Pero como un Holmes de la naturaleza, termina poniéndonos cara a cara con el asesino. En el recorrido habremos conocido las innumerables formas en las que un germen se traslada de un huésped a otro a través de excrementos, excreciones, moco, sangre, así cómo descubrir las actividades que provocan la explosión. El autor también sabrá dar caza a los cómplices involuntarios, los huéspedes amplificadores de patógenos zoonóticos, los animales que portan estas enfermedades antes de saltar a los humanos: cerdos, pájaros, monos, simios y murciélagos... Estas enfermedades merecen nuestra preocupación porque constituyen la mayoría de todas las dolencias que afectan a los humanos.Se han catalogado más de 1.400 patógenos humanos, y alrededor del 60 por ciento de ellos cruzan de especies no humanas a humanos.

Tan brillante como es Quammen para describir el funcionamiento de los virus lo es para mostrarse como un retratista magistral, un observador de perfiles humanos. Estos van desde el científico molecular que trabaja en Sars hasta el ecólogo que disfruta comiendo animales exóticos, hasta el experto en enfermedades veterinarias. Así seguiremos a los investigadores en sus cacerías. En busca del virus Nipah, que con frecuencia causa inflamación fatal del cerebro, viajará al Delta del Ganges para relatar los esfuerzos en una noche sin luna para atrapar murciélagos. En el norte de Bangladesh se unirá a un equipo de investigadores en un santuario hindú en la cima de un cerro invadido por macacos posiblemente infectados con el virus del herpes B, que puede devastar el sistema neurológico humano; en busca del ébola, Quammen llegará a los bosques de África Central en helicóptero.

La aparición de enfermedades zoonóticas no es un fenómeno nuevo, aunque parece estar en aumento, y el autor explora las razones en su capítulo final: una enorme población humana global, una vastísima población de ganado, destrucción de hábitats naturales, ecosistemas alterados, fácilmente podría convertirse en una diatriba sobre la venganza de la naturaleza sobre la humanidad. Pero el autor no es un ambientalista sentimental. Tiene cuidado de enfatizar que los humanos son parte del mundo natural. Si interrumpimos el medio ambiente traerá consecuencias. Si «sacudimos los árboles las cosas se caerán» e, inevitablemente, será sobre nosotros.