Miguel Falomir: «Existen verdaderos yonquis del Museo del Prado»
“Este museo es igual de importante con tres millones de visitantes que con 300.000”, asegura
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«Hay verdaderos yonquis del Museo del Prado y hemos preparado un antídoto: combinar las bondades de la colección permanente con las de una exposición temporal. A través de unas salas que coinciden con las salas del museo del siglo XIX, que coinciden con los espacios más grandes y diáfanos, se ha propuesto un recorrido por las colecciones de la pinacoteca». Miguel Falomir presentaba así «Reencuentros», el montaje de la reapertura y entraba a valorar algunas cuestiones que afectan ahora a su institución. Recordaba a este diario que «este museo es igual de importante con tres millones de visitantes que con 300.000. Tenemos que distinguir el numero visitantes de la importancia cultural. Lo que no podemos juzgar es la importancia de una institución por las visitas ni justificar la cultura en términos económicos. Juzgar en número de visitantes es ser reduccionista», comenta.
La COVID-19, asegura, no va a revolucionar el arte, pero sí va a precipitar tendencias que antes de la epidemia ya estaban dando pie a diversos debates: «Las grandes exposiciones cada vez son más caras y las posibilidades económicas de los museos es menor. Puede que esta pandemia acelere el declive de este modelo. Como alternativa, habrá que centrarse en la exposiciones permanentes y en la investigación. No sé lo que ocurrirá en el futuro, pero ahora hay una sensación de incertidumbre».
El turista nacional
Este verano el turismo internacional va a decaer y los museos de nuestro país jugarán la baza del visitante nacional. Y hay que sumar otra particularidad: las exhibiciones van a ser más reducidas. Por eso, el director del Prado sostiene que «si tienes una buena colección, como es nuestro caso, puedes hacer maravillas, como esta muestra, pero no nos engañemos, la inmensa mayoría de visitantes del Prado no viene a ver exposiciones, sino la colección permanente. Los turistas no ven exposiciones, a no ser que coincidan con una que les interesa mucho, sino nuestras obras maestras. Ahora, hasta la fase 3, dependemos del turismo madrileño, pero los madrileños son asiduos». Y reconoce un temor: «Que no se tenga confianza en las instituciones. Es clave que se medite sobre la importancia de la cultura durante este periodo que hemos atravesado y que no se tenga miedo de entrar en un edificio. Mucha gente ha equilibrado estas semanas lo que supone un museo. Hay que confirmar ahora esa relación de amor con ellos».
El Prado se autofinancia en un 70 por ciento. Su presupuesto es de 45 millones. De ellos, 16 provienen del Estado. Falomir siempre ha defendido que el Gobierno debería aportar más. Y el coronavirus le de la razón. «Hay circunstancias, como esta, que echan por tierra muchos presupuestos. Es importante que el Estado aumente su participación», reflexiona. Después añade: «Queremos pensar que nada de esto va a influir en la ampliación, pero es prematuro anticipar el futuro. Cuando la urgencia cese, será el momento de contemplar la disponibilidad que hay. Confiamos en que los compromisos se mantengan».
Y cuando se refiere a una ley de mecenazgo, explica que «tendríamos que articular formas» para facilitar estas contribuciones y que aunque «tenemos una gran ley de micromecenazgo, quizá debamos recurrir más a ella. En EE UU existen grandes aportaciones privadas porque el mecenazgo da beneficios. Si haces una legislación que lo permita, la gente contribuirá. El Metropolitan estima unas pérdidas de 150 millones. Equivale a mi presupuesto de tres años. Pero luego reciben una donación de millones. Francia es el modelo más adecuado para nosotros. Tiene una ley que da resultados». Pero Falomir, enfrente de «Las meninas», reconoce un temor: «Una segunda vuelta de la Covid-19. Si la hubiera, habría que empezar de cero. Hasta ahora todo ha sido difícil y el mundo del arte ha resistido, pero si volviera...».