Cuando Rosa María Sardá rechazó la Cruz de Sant Jordi en pleno desafío independentista
No tuvo reparos en devolver a la Generalitat de Catalunya la condecoración por considerar que, “dadas las circunstancias”, no era merecedora de una de las máximas del Govern
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Nunca le faltó personalidad a Rosa María Sardá. Si tuvo fuerzas para ejercer de madre de todos sus hermanos, todo lo demás que se le pusiera por delante en la vida no iban a ser más que migajas. Por ello, no tuvo reparos en devolver a la Generalitat de Catalunya la Cruz de Sant Jordi por considerar que, “dadas las circunstancias”, no era merecedora de una de las máximas condecoraciones que concede cada año el Govern. Era 2017 y Sardá la entregó a un funcionario del Palacio de la Generalitat el reconocimiento como desveló la cineasta Isabel Coixet en un artículo en la Prensa a finales de ese año.
Le confesaría a Rosana Torres en “El País” que fue “porque me la dio un corrupto”, declaró en referencia a Jordi Pujol y toda la polvareda que se levantó por sus “chanchullos”. Además, la Cruz iba ligada a que la Generalitat mantuviera una esquela en los periódicos, a la que Sardá también renunció en la nota que entregó al funcionario: “Por favor tuvieran a bien ahorrársela”.
El Govern de la Generalitat concede anualmente desde 1981 la Cruz de San Jordi a personas y entidades sociales destacadas por los servicios prestados en Catalunya en la defensa de su identidad, especialmente en el plano cívico y cultural. Rosa María Sardá la tenía en su poder desde 1994. La actriz, que interpretó a una madre independentista de “Ocho apellidos catalanes” y participó en varios mítines del PSOE. Ese mismo años, Sardá leyó junto a la activista Miriam Hatibi un manifiesto tras la manifestación de condena de los atentados del 17 de agosto en Barcelona y Cambrils.