Dirección: Fuminori Kizaki. Guión: Tow Ubukata, según la novela de Osamu Dazai. Japón, 2019, 110 minutos. Animación.
En el Japón de 2036 han desaparecido las enfermedades, la esperanza de vida es de 120 años, resucitar es coser y cantar y nuestro sistema nervioso está controlado por la nanotecnología. Es un escenario clásico de la literatura “cyberpunk”, y es difícil sustraerse al recuerdo de la fundacional “Akira” viendo el diseño urbano de “Human Lost”, que, deliberadamente, toma como modelo la obra maestra de Katsuhiro Otomo -a veces de un modo literal, como en la espectacular secuencia de la persecución motorizada- para retratar un mundo dominado por las grandes corporaciones, que ha tomado el control de nuestras vidas convirtiéndonos en inmortales títeres del sistema. Los que se desconectan de la red se transforman en “lost”, monstruos gigantes que parecen haberse escapado de un ‘kaiju eiga’ de la vieja escuela.
Como “Akira”, cuya tendencia a reventar las leyes de la narrativa -con una sucesión de clímax en la que las metamorfosis y la destrucción del mundo desbordaban la abstracción mutante de la animación- corría paralela a un discurso sobre la hiperbolización de los cuerpos, el terror atómico y la metafísica cibernética, “Human Lost” parece sumergirse en un magma de información indescifrable -aquí, por ejemplo, traducida en siglas de significado forzado (SHELL) o directamente opaco (HILAM, GRMP)- que deriva en verborreas redundantes que intentan clarificar lo que el alambicado relato no resuelve por sí mismo. Este crítico desconoce la novela en que se inspira (“Indigno de ser humano”, de Osamu Dazai), una de las más leídas de la literatura japonesa, de la que parece conservar la estructura capitular pero con la que se toma todo tipo de licencias poéticas, sobre todo en lo que se refiere a su aproximación del género de ciencia-ficción, pero lo cierto es que las sobreexplicaciones que apelmazan el resultado final de la adaptación, densas y reiterativas, no provienen del origen literario.
Es decir, el vertiginoso dinamismo del manga, que cristaliza en ese ‘continuum visivo’ del que hablaba Iván Pintor en su imprescindible “Figuras del cómic”, se interrumpe con el excesivo peso de la palabra, que no aporta nada al diseño de personajes y a la construcción de un universo cyberpunk que el conocedor del género se sabe de memoria. De impecable ejecución técnica, “Human Lost” se queda a medio camino de casi todo, empezando por la insipidez de su presunto héroe, un pintor suicida que podría ser la versión ‘emo’ del Neo de “Matrix”, hasta lo melifluo de su interés romántico. Solo es disfrutable en su evocación de un cierto tono ‘vintage’, que, claro, empalidece cuando lo comparamos con los originales a los que imita.
Lo mejor: La preciosa persecución motorizada que acaba con la transformación de dos humanos en monstruos gigantes.
Lo peor: Sus prolijas sobreexplicaciones, que paralizan la acción y no clarifican la trama.
Sergi Sánchez