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Un regreso de música y disparate

El Teatro Español reabre sus puertas con dos nuevas obras, “Con lo que bien que estábamos (Ferretería Esteban)”, compuesta y dirigida por José Troncoso y “Contarlo para no olvidar”, adaptada y dirigida por Miguel Rellán

Carmen Barrantes y Jorge Usón son los protagonistas de esta obra
Carmen Barrantes y Jorge Usón son los protagonistas de esta obraJavier NavalFrame

Estaba programada para la primavera de 2020, pero “Con lo que bien que estábamos (Ferretería Esteban)”, va a ser la primera obra post COVID que se estrena en el Teatro Español, una comedia con música que se, sin pretenderlo, se ha convertido casi en algo premonitorio. “Cuántas veces hemos repetido esta frase, “Con lo que bien que estábamos”, durante la pandemia”, reflexiona Carmen Barrantes, que la protagoniza junto a Jorge Usón. “Nadie podía imaginar lo que hemos pasado, pero con ello el texto ha cobrado otra vida. Evidentemente no habla de la pandemia, puesto que es de hace dos años, pero sí de un parón, de un freno, de un volantazo hacia otro camino sin saber muy bien qué es lo que va a pasar -explica la actriz-. Creo que la obra se va a completar ahora con un público que, con lo vivido, no es el mismo del principio. Hay algo de la existencia que ha cambiado, probablemente íbamos muy rápido, no hacíamos más que correr y nos han parado y esto ha hecho que se despierte otra cosa en nosotros que va a completar la función, esa experiencia que vivimos va a cambiar su lectura”. Esteban y Marigel son una pareja de ferreteros aragoneses con una vida totalmente cuadriculada, el orden y la rutina gobiernan su casa, pero un día va el teatro al pueblo. Marigel se empeña en ir y Esteban queda impresionado. A partir de ahí se desencadena todo, empieza a sentirse inspirado y a ver la posibilidad de cantar. La música lo posee literalmente y convierte su vida en un grotesco musical y en un volcán de emociones incomprensible a los ojos del pueblo donde viven. Para Usón, lo que plantea es “el arte como la posibilidad de desarrollar la vocación que llevas dentro, de cómo éste nos influye”. De ahí la pregunta: “¿Es necesario el arte para vivir?”.

José Troncoso ha escrito y dirige este “esperpento musical” -como les gusta llamarlo- con tintes de melodrama, humor y misterio de la compañía Nueve de Nueve, aunque manifiestan que es una obra de creación colectica, muy artesanal. “Nació de un folio en blanco, no sabíamos qué hacer y empezamos la casa por el tejado con un músico que apoyaba nuestras improvisaciones y textos. El director nos proponía esquemas y sobre ellos trabajamos. Teníamos un sitio (el Teatro Español) y mucha confianza en nosotros, pero no sabíamos qué iba a salir. Hemos hecho el teatro que queríamos y estamos muy orgullosos del resultado”, comenta Barrantes. La idea era abordar los temas que nos resultaban más acuciantes, como la pareja, la feminidad o la necesidad del arte en la época contemporánea”. Por otro lado, una parte muy importante de esta pieza es la música, cuya composición y dirección musical corresponde a Mariano Marín, interpretada en directo al pianopor Néstor Ballesteros. “Una música muy variada con referencias, entre otros, a Kurt Weill, a Rufus Wainwright, Wagner, Mastretta, a Chaplin y al cine mudo, pero también al “music hall” al pasodoble o la revista. Y esto lo convierte en un espectáculo totalmente eclético, singular y genuino”, explica Jorge Usón.

El director se pregunta: “¿Qué necesidad tenían de cambiar sus vidas, de pensar más de la cuenta, de sufrir una revelación y tirar su “tranquilidad” por la ventana? ¿Son necesarios el teatro, la música?” Y responde: “Creo que el arte es un revulsivo que desordena y ordena cosas en tu vida. En el caso de estos protagonistas, dos personajes comunes, reconocibles, como podríamos ser muchos de nosotros, la vida se les revuelve a unos límites insospechados porque el arte está fuera del camino de baldosas amarillas que se supone que debemos seguir, el convertirse en artista o expresarse artísticamente está fuera de ese camino trazado de antemano”. Y prosigue: “Hay que realizar los sueños y no conformarse, debemos despertar todas las potencias que llevamos dentro y, en este caso, el teatro despierta al poeta que alberga Esteban,”, afirma. El impulso es tan grande que lo lleva a lanzarse a ese volcán simbólico que es el arte y decide expresarse, renovar su vida completa, quemar quien era y reconstruir un nuevo yo. A veces, la cultura alerta nuestras conciencias y nuestro nivel de atención, nos hace enfocar la vida más claramente, aunque a veces envidias la inocencia de quien no ve más allá”. ¿Es, pues, una función para salir haciéndose preguntas? Para el director, “es una pieza estrictamente divertida, pero desde esa risa formulamos preguntas que quien quiera mirarse en el mismo espejo que Esteban puede hacerse o no, que cada uno decida libremente”.

Troncoso concluye afirmando que representar este espectáculo hoy tiene un sentido nuevo. “Tengo la sensación de que ahora más que nunca, el arte es una cuestión vital, nos salva y ensancha nuestros límites. Asumimos con gozo, duplicando nuestra energía y entrega, esta vuelta al Teatro, os invitamos a reír, a arder y a cantar y también, por qué no, a preguntarnos si es posible un mundo sin arte, sin risa, sin comedia, un mundo sin locos como la Barrantes y el Usón”.

Contarlo para no olvidar

“¿Quién decide y por qué, hablar de una guerra y no de otra? ¿Por qué una vende y otra no?¿Estamos informados o entretenidos?” Interrogantes que se hacía Miguel Rellán, director y adaptador de la obra, al leer el libro homónimo “Contarlo para no olvidar”, que recoge una larga conversación entre dos corresponsales de guerra, Mónica García Prieto y Maruja Torres. Tras leerlo, Rellán pensó “que el asunto merecía mayor resonancia y pensó trasladarlo al escenario”. Nuria Mencía y Nuria González dan voz a estas “dos periodistas incrustadas en un oficio que casi siempre ha sido de hombres. Discuten sobre periodismo, feminismo y transformación social, sobre los desastres y horrores de la guerra, de la información y desinformación. Recuerdan sus primeras crónicas, hablan del mundo árabe, de cambios en la prensa, del machismo en las redacciones y, sobre todo, de su pasión por contar el mundo”, afirma Rellán.