Así es “Patria”, la serie más esperada del año
El texto de Fernando Aramburu cobra una nueva vida en una ficción, firmada por Aitor Gabilondo, en la que se respira la atmósfera asfixiante de los años de plomo en el País Vasco
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“Patria”, como los buenos deportistas, sale con todo al campo. En su caso, a la pantalla. Enseña sus cartas de primeras. No se ha visto el cartelón del título y el “Txato” (José Ramón Soroiz) ya está tendido en el suelo. Empapado por la lluvia, pero también empapado con su propia sangre. Esa que derrama sin remedio después de las tres balas que han terminado con su vida. Bittori, su mujer, ha escuchado las detonaciones y no tardará en llegar, pero la carrera es inútil. Nada volverá a ser igual en sus vidas.
Es la historia que ya nos contó Fernando Aramburu en la novela que publicó Tusquets en 2016, sí, pero ahora cobra una tercera vida. Si la primera corrió a cargo del escritor y la segunda se fue formando en nuestras mentes mientras devorábamos el libro, la tercera es cosa de Aitor Gabilondo, que, dice, presenta una “historia de seres humanos”. Para el creador no hay ni buenos ni malos, simplemente dos familias enfrentadas por las circunstancias y un camino posterior de búsqueda de algún lugar en el que vivir sin que las entrañas se remuevan demasiado.
Mucho le va a costar a Bittori (Elena Irureta) recorrer el sendero, pues los disparos se llevaron un buen pedazo de su alma y le trajeron la soledad desde el segundo uno. Desde que, con el “Txato” en el suelo, nadie sale a su auxilio. Ni siquiera su mejor amiga, Miren (Ane Gabarain), que siente la llamada de la naturaleza y no duda en defender a su cachorro (Jon Olivares) por encima de todo, también a su hija Arantxa (Loreto Mauleón), condenada a una silla de ruedas tras un ictus.
Gabilondo traslada a la pantalla una atmósfera que bien conoce. Él mismo, donostiarra, creció repartiendo pedidos en el mercado de la Bretxa mientras la lucha armada se vivía en las calles de alrededor. Un ambiente asfixiante que quedó en el pasado y que ahora se felicita por poder contarlo “libremente” en la pantalla. "Espero que esto ayude a formar un relato colectivo, múltiple, no unidireccional, que amplíe y que recoja lo sucedido. Es enriquecedor que lo ocurrido se destile de manera artística”, explica.
El creador fue rápido como nadie para hacerse con los derechos del texto de Aramburu. Nada más leerlo supo que aquello tenía una continuidad en lo audiovisual y allí que se lanzó. Luego, HBO le compró la idea y el 27 de septiembre estrenará los dos primeros capítulos en la plataforma de pago. Y lo hace con buena parte de la base que le legó el escritor. Así, Gabilondo cuenta que hay dos claves que debía mantener para atrapar al espectador: los viajes en el tiempo, “que te ayudan a ir entendiendo a los personajes”; y “las múltiples perspectivas dentro de las dos familias protagonistas”.
Dos casas rotas por dolores absolutos, aunque “incomparables", apunta, "porque las circunstancias no son las mismas”. Por ello, por mantener el realismo, el director se ha empeñado en plasmar el conflicto vasco “de la manera más naturalista posible”: “Tenemos recuerdos emocionales concretos, por lo que tenía que ser una imagen que no fuera distorsionada. La idea era que no fuera una postal pintoresca, que sonara a verdad”.