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“El Delfín”: una discusión feminista con William Shakespeare

Mark Haddon se inspira en la obra del dramaturgo inglés para publicar su nueva novela, donde reflexiona sobre las relaciones paternofiliales así como sobre el papel de la mujer en la actualidad
Charles Moriarty

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Un viaje de aventuras narrado a través de la propia experiencia, aludiendo a detalles históricos a través de una mirada actual y fundamentándose nada menos que en una discusión literaria con William Shakespeare. Así es “El Delfín" (Salamandra), la nueva novela del escritor, pintor, ilustrador y profesor de escritura creativa británico, Mark Haddon. Explica el autor que sus libros no responden a un plan, sino que “vivo a tropezones dentro de un bosque oscuro para buscar cualquier cosa que funcione: un poema, un cuento o una obra de teatro".
En este caso, con quien tropezó Haddon fue con el dramaturgo británico, basando su nueva novela en las historias de “Pericles, príncipe de Tiro”. Explica a LA RAZÓN que “quería hacer una versión de Shakespeare que no fuera una pálida imitación de una obra maestra”, así como argumenta que eligió este título “porque me desagradaban muchos aspectos de la obra, por lo que no sería solo una versión, sino yo discutiendo con Shakespeare”.
“El Delfín” es complejo, no por una dificultad de comprensión, sino porque hace uso de multitud de aspectos que se traducen en una ambiciosa historia. En palabras de Haddon, “es un argumento muy ajetreado con Shakespeare, viajes en el tiempo y lucha de espadas. Pero también es una fiesta, una celebración de lo que pueden hacer las novelas. O podría decir que es un intento de rescatar las voces de algunas mujeres que siguen manteniendo el silencio en esos textos antiguos”.
El relato clásico narra la leyenda de Apolonio de Tiro: el héroe, perseguido por el rey Antíoco, huye tras revelar la relación incestuosa del rey y su hija. Esta historia mitológica, Haddon la traslada al presente para reflexionar sobre relaciones paternofiliales, así como el papel de la mujer en la sociedad actual. Todo ello, a través de Angelica, la hija del tirano que vive, en “El Delfín”, en una cárcel sin barrotes, castigada por los delirios de su padre y con la lectura como única ventana abierta hacia la libertad.

Lagunas en la historia

“Pericles, príncipe de Tiro” fue escrita a cuatro manos entre Shakespeare y George Wilkins, “un hombre muy desagradable que, seguramente, fue propietario de un burdel y, por los registros que hay de los juzgados de la época, fue un maltratador”, explica Haddon. En la obra original, “se utiliza a Angelica para arrancar la obra, una mujer que ha sido víctima de abusos por parte de su padre, y le dan dos líneas en todo el libro. Después, se olvidan de ella”. Esta ignorancia le resulta al autor “moralmente erróneo y parece que hay un gran hueco en la historia, una laguna, y a mí siempre me han gustado las historias antiguas que dejan esos huecos, porque es una invitación para entrar y rellenarlos”.
Continúa Haddon remarcando que “a las mujeres se les trataba muy mal tanto en la sociedad como en la literatura de entonces”. Aunque matiza que Shakespeare no es tan vil como Wilkins, porque “en muchos casos ha dado voz a quienes no la tienen”, en obras como en la que se inspira “las mujeres no son más que objetos para mantener viva la historia, y eso me parece un profundo error”.
Por ello, a través de “El Delfín” “he querido darle la vuelta completamente a la historia, haciendo que ellas salgan victoriosas”, a la vez que buscaba “encontrar una combinación que demostrara cómo se trataba a esas mujeres, como continúan siendo tratadas”. Es decir, darle a la protagonista más voz y más capacidad de obrar, pero sin ocultar la desgracia que le tocó vivir por ser mujer. “Yo no quería una varita mágica que lo resolviera todo en mi novela”, apunta Haddon.

Empatía aún con desprecio

Asimismo, asegura que, a la hora de escribir, “intento que los personajes no simbolicen nada, tan solo que sean creíbles”. Y ejemplifica: “Angelica se encuentra en una situación donde se ven muchas mujeres jóvenes, y yo quería intentar imaginar cómo me sentiría en esa situación. ¿Qué consuelo puedes encontrar? ¿Cómo se puede buscar alivio a ese sufrimiento?”. En contraposición, este ejercicio también lo hace con el villano de la historia. Asegura el escritor que “una de las cosas más difíciles e importantes en una novela es intentar sentir empatía con alguien a quien quizá desprecies”. Y, para ello, hace uso de su propia experiencia.
“En mi vida real hago mucho trabajo de voluntariado”, confiesa a este diario. “He hablado tanto con mujeres que han sido víctimas de abusos, como con abusadores”, continúa, “es una práctica muy útil escuchar a alguien sin juzgar, porque no creo que se pueda cambiar a la mala gente hasta que se comprenda por qué hacen lo que hacen”.
“Trabajo para una organización que, a través de una línea telefónica, ayuda a personas que tienen situaciones desesperadas y que, a veces, están al borde del suicidio”, expresa el autor. Es ahí donde ha recogido la capacidad de escuchar a quien nadie escucha, de tal manera que “aprendes que compartimos más de lo que querríamos admitir con ese tipo de personas”. Además, “me hace interesarme mucho por las voces y los puntos de vista de aquellas personas que no son escuchadas normalmente, y también por como ellas ven al resto de la sociedad”.
En definitiva, en “El Delfín”, de 368 páginas, Haddon hace uso de nuestros puntos más débiles como sociedad para impresionar al lector, a través de matices mitológicos e históricos. Todo ello, para obtener como resultado un libro que, admite, es una representación de sí mismo. Si bien el autor alcanzó la fama internacional con “El curioso incidente del perro a medianoche” (Salamandra), en 2004, la que publica ahora es una obra que le ha brindado una capacidad de expresión diferente. “'El curioso incidente' me llevó muchísimo trabajo, fue un gran esfuerzo y mi primer gran éxito, pero si se me incendiara la casa y tuviera que salvar una novela, sería ‘El Delfín’”, concluye.

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