¿Y si Hamlet fuera un “yuppie”?
La exitosa compañía portuguesa Chapitô llega a Madrid con el 36º montaje de su carrera: un disparatado Hamlet en clave empresarial
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Trasladar el universo de Hamlet al mundo empresarial, convirtiendo la corte de esa legendaria Dinamarca sobre la que escribió Shakespeare en un rascacielos con las oficinas de un emporio familiar, puede ser una gran idea teatral, aunque bastante difícil de llevar a la práctica con buenos resultados. Hacer esa traslación con solo cuatro actores, y sin apenas otros elementos escenográficos que los respectivos trajes y corbatas de esos actores, no parece que sea ya una gran idea, sino más bien una auténtica quimera que solo a la Companhia do Chapitô se le ocurriría alumbrar.
Con 25 años ya de trayectoria, la formación portuguesa sigue empeñada en demostrar que muchas veces, en teatro, menos es más, y que no hacen falta grandes complicaciones para contar una historia de manera ingeniosa, eficaz y, de paso, divertida. Será el espectador, en este particular Hamlet, el que tenga que imaginar, y lo hará sin mucho esfuerzo, la puerta giratoria que da acceso al rascacielos, el moderno ascensor dentro de él por el que suben y bajan los personajes, o incluso el helicóptero que aterriza en la azotea en una de las escenas. Nada de ello está en realidad sobre el escenario, pero todo se intuye de manera clarísima. “Es otra forma de contar la historia, buscando encontrar el absurdo y lo insólito de las situaciones, y derribando por el camino las paredes que limitan la imaginación del público”, explica Cláudia Nóvoa, que dirige el espectáculo junto a José Carlos García y Tiago Viegas.
Ya fueron capaces de representar Electra con decenas de cucharas esparcidas por el suelo; Macbeth, con solo unos pies de micrófonos; o Edipo, rizando el rizo, sin otra cosa que no fueran sus propios cuerpos. Así que ¿por qué no hacer ahora Hamlet con unas simples corbatas? El actor Ramón de los Santos reconoce, no obstante, que costó dar con la idea: “Al principio experimentamos otras cosas, incluso llegamos a trabajar con croma, pero veíamos que no avanzábamos. Después de tres meses, de la manera más casual, José Carlos (García) decidió probar con una corbata, y vimos que la cosa podía funcionar; así que tuvimos que empezar desde cero con este elemento”. En cualquier caso, asegura entre risas el actor, que está acompañado en el escenario por Jorge Cruz, Susana Nunes y Tiago Viegas, que el proceso ha sido, como es habitual en la compañía, “una locura muy divertida”. “Eso sí –añade más serio-, después de poner orden en ese caos que montamos, vienen los pormenores, para que todo salga con la precisión necesaria, y ahí… el trabajo sí llega de verdad a ser duro”.