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«Macbeth», la tentación del mal absoluto

Alfredo Sanzol pone en pie, con Carlos Hipólito como protagonista, el «Macbeth» que Gerardo Vera estuvo años desarrollando y que dejó en su recta final antes de su fallecimiento en septiembre
Luz SoriaCDN
La Razón

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Cuando Gerardo Vera fue a ver a una sala alternativa de Madrid, en 2006, la obra «Risas y destrucción», que había escrito y dirigido su ayudante de dirección Alfredo Sanzol, comentó a la salida: «Este chico no puede ser ayudante de dirección; este chico tiene que dirigir en el Centro Dramático Nacional». La anécdota la cuenta José Luis Collado, autor de la versión de este «Macbeth» que ahora Sanzol ha terminado de poner en escena después de que Vera, director que había iniciado el proyecto, falleciese tristemente por coronavirus hace apenas dos meses. «Es una bonita forma de cerrar el ciclo», afirma Collado. Y se cierra de manera perfecta si tenemos en cuenta que el montaje es una producción del CDN y que es Sanzol, precisamente, quien está al frente de la institución pública en la actualidad. Capitaneando un equipo que ya había configurado Vera, y en el que se palpa el deseo de todos por rendir un merecido homenaje a quien muchos de ellos consideran su maestro, el director navarro-madrileño asume este atípico reto con «mucha responsabilidad». «Me gustaría que quedase mejor que si fuera un proyecto mío», asegura.
Tirando del hilo de las propias notas que Vera dejó escritas, y de algunas ideas que había compartido o puesto ya en práctica con la compañía, Sanzol ha tratado de ahondar en la idea del vacío como generador del mal que corroe al protagonista de esta maravillosa tragedia de Shakespeare. «Es una obra muy compleja que habla del mal que genera la codicia en dos personas –explica el director–. Son dos seres sumidos en un vacío vital que deciden llenar de codicia ese vacío. La obra nos alerta muy bien sobre lo destructivos que podemos ser cuando hacemos cosas simplemente para llenar un vacío. Y ese impulso de los personajes lo tenemos en realidad todos. El grado de Macbeth es máximo, pero puede que los demás no estemos tan lejos como pensamos». Y aquí reside, según él, la vigencia y la grandeza de esta obra: «Cuando te pones a trabajar en una obra, muchas veces piensas que estás por encima de los personajes. Y ocurre en ocasiones, y esto es lo bonito del teatro, que de pronto el personaje te mira y te dice: “Tú también harías esto”».
Representada por primera vez en 1606, la obra está inspirada libremente en un rey escocés del siglo XI del mismo nombre que el personaje creado por Shakespeare. La historia se inicia con el regreso triunfal de Macbeth y su compañero Banquo en la guerra contra irlandeses y noruegos. Tres brujas –en la función de Sanzol condensadas en una– vaticinan un esplendoroso ascenso social y político a Macbeth que culminará nada menos que con la corona. Cuando el protagonista comparta ese augurio con su esposa, ambos dedicarán todos sus esfuerzos, sacrificando las vidas que sean necesarias, a hacer que se cumpla.
Carlos Hipólito, que ya había trabajado con Vera en «El crédito», y que coincide con Sanzol por primera vez en su carrera, se mete en la piel del protagonista en un descenso a los infiernos que él, igual que su director, considera más comprensible y humano de lo que podría parecer. «Lo primero que se nos dice de Macbeth en el texto es que es un hombre noble, grande; lo que cuenta la función es su viaje desde la luz hasta la oscuridad –explica–. Él no es una máquina de matar; mata, sí, pero se arrepiente. Es un hombre con conciencia al que le pasan cosas, y esas cosas hacen que su ambición se dispare. Gerardo (Vera) tenía muy claro que el personaje había de ser un hombre sensible. ¿Cómo no va a serlo si tiene en su boca algunas de las frases más bonitas de cuantas dejó escritas Shakespeare?». Y cita, a modo de ejemplo, un fragmento del parlamento de la escena V del acto V, que en el texto original viene a decir algo así: «La vida no es más que una sombra que pasa; un mal actor que se pavonea un rato sobre el escenario y del que nunca más vuelve a saberse; un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia, que no tiene sentido».
Pero Macbeth no está solo en ese viaje a los infiernos al que se refiere Hipólito; su mujer lo acompaña y juega un papel importantísimo en esta historia. Marta Poveda, visiblemente afectada al recordar a Vera en la presentación de la obra, interpreta a una Lady Macbeth alejada «de las lecturas machistas» que se han hecho de ella. «Creo sinceramente que la relación de ellos dos es una relación de amor –dice la actriz–; de un amor muy puro y, a la vez, muy tóxico para ambos». E insiste en la humanización del mal que gobierna los actos de esta pareja: «El suyo es un mal que proviene de la frustración, y todo ser humano es susceptible a veces de la necesidad de esa clase de mal».
Alejandro Chaparro, Jorge Kent, Fran Leal, Borja Luna, Markos Marín, Álvaro Quintana, Agus Ruiz, Chema Ruiz, Mapi Sagaseta y Fernando Sainz de la Maza completan el elenco de un montaje que cuenta en su equipo artístico, además, con profesionales de la talla de Alejandro Andújar (escenografía y vestuario), Juan Gómez-Cornejo (iluminación) o Álvaro Luna (videoescena), entre otros.
Dónde: Teatro María Guerrero, Madrid.
Cuándo: hasta el 17 de enero.
Cuánto: de 6 a 25 euros.