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El Vaticano y Lutero, más cerca

Los esfuerzos del Papa Francisco culminarían un proceso que empezó en los tiempos de Juan XXIII
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El acercamiento entre católicos y protestantes tuvo su momento clave en el Concilio Vaticano II. La histórica cita tenía entre sus objetivos mejorar las relaciones de las distintas Iglesias y una mayor sintonía con otras religiones. Juan XXIII, el Papa que impulsó el concilio, creó en 1962 una comisión para buscar puntos en común con las confesiones que tomaron caminos paralelos en el pasado. Se puso así la semilla para terminar con el cisma que produjo la escisión de Lutero cinco siglos antes, aunque los verdaderos avances no se han visto hasta un periodo mucho más reciente. Francisco continúa ahora un proceso de acercamiento que ya iniciaron Juan Pablo II y Benedicto XVI.
En 1999, Karol Wojtyla acudió a la ciudad alemana de Augsburgo para firmar una declaración común con los luteranos, en la que ambos coincidían en que el reformador del siglo XVI tenía razón en sus críticas a la Iglesia. «Es una piedra miliar en el difícil camino de la recomposición de la plena unidad entre cristianos», pronunció Juan Pablo II. «Lutero queda rehabilitado», se escribió entonces, pero el proceso quedó ahí. Años después, en 2011, Benedicto XVI viajó a Erfurt (Alemania), al convento donde se formó Lutero, para afianzar esta relación. Como alemán y teólogo, Joseph Ratzinger mostró un enorme interés por la figura de Lutero.
El hito de Francisco se produjo en 2017, durante un viaje a Suecia con motivo del 500 aniversario de la Reforma protestante. «Lutero tomó un paso decisivo poniendo la palabra de Dios en las manos del pueblo. La importancia de las reformas y de la Biblia son dos de los elementos fundamentales en los que podemos tener un aprecio más profundo al hablar de la tradición luterana», afirmó Bergoglio en una entrevista a la revista católica sueca Signum. Un año antes, a la vuelta de otro viaje a Armenia, el Papa argentino había recalcado que «tal vez algunos métodos no fueron correctos, pero si leemos la historia vemos que la Iglesia no era un modelo a imitar: había corrupción, mundanismo, apego a la riqueza y al poder».
El historiador y ex director del Osservatore Romano, Giovanni Maria Vian, sostiene que «Francisco ha seguido la línea de sus antecesores. Existe un interés especial en potenciar el diálogo ecuménico en la Iglesia católica y en este pontificado, pero nada más». Bergoglio ha recibido a la Federación Luterana Mundial, como también han hecho otros papas. Aunque los expertos no creen que eso pueda conducir a revocar la excomulgación de Lutero, algo que sólo se puede hacer con personas en vida. «El joven Bergoglio, como jesuita, fue muy crítico con Lutero; pero ha modificado su visión», señala Massimo Faggioli, profesor de Historia de las Religiones y Teología de la Villanova University. Faggioli matiza que «Francisco es imprevisible», pero «retirar la excomunión abriría un contencioso con otros protestantes, se preguntarían por qué Lutero sí y Calvino no». El reformador alemán ya no es ningún tabú en Roma, pero tampoco se prevén más pactos históricos próximamente.

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