«La batalla por el relato ha sido a cara de perro»
La periodista María Eizaguirre ha publicado «100 días en estado de alarma. La democracia confinada», un relato basado en datos recogidos día a día sobre la batalla informativa en la gestión de la pandemia
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Su idea era escribir un libro sobre comunicación política y la pena de telediario, pero ante la irrupción como un tsunami de la pandemia pensó que era más conveniente entrar en la batalla del relato sobre la gestión comunicativa de esta crisis. María Eizaguirre, periodista editora del Canal 24 horas de TVE ha escrito “100 días en estado de alarma. La democracia confinada” (Última línea), con prólogo de Kathleen Kennedy -sobrina de JFK-, un libro crítico que ha querido basar, fundamentalmente, “en datos recopilados a diario porque hablan por sí solos, por eso está lleno de informes y comillas. Diferentes estudios nos sitúan como uno de los países con mayor número de fallecidos por millón de habitantes, de sanitarios contagiados y una de las peores perspectivas económicas de la zona euro”, explica. Además, Eizaguirre ha querido dar una perspectiva internacional para aumentar el foco y ofrece claves de lo ocurrido en EE.UU, Reino Unido, Alemania, Francia e Italia.
-Comienza distinguiendo tres fases, la primera la llama “negacionista”.
-Se decía que no pasaba nada, que iba a ser una simple gripe, que no hacían falta mascarillas…pero hubo hasta once alertas. El 9 de marzo se comenzaron a tomar medidas, cuando desde antes ya había informes de seguridad nacional y europeos en los que nos recomendaban tomar medidas excepcionales y no se hizo. El gobierno fue por detrás del virus, e incluso de algunas Comunidades Autónomas.
-La segunda, de “control y propaganda”.
-Se repitió continuamente que sin estado de alarma no era posible el confinamiento, el Rey fue arrinconado, el Congreso y el portal de Transparencia cerrados, la oposición fue apartada y la justicia paralizada. Creo que por parte del gobierno hubo poca información y mucha propaganda.
-La tercera, “sálvese quien pueda”.
-La que tenemos ahora, la bautizada como la “nueva normalidad”, donde no se han realizado los cambios legislativos prometidos, se dejó a las comunidades autónomas que asumieran la responsabilidad de la llamada co-gobernanza sin las herramientas para llevarla a cabo plenamente.
-¿Algún gobierno, nacional o mundial, se ha librado de dar palos de ciego ante este virus imprevisible?
-Gestionar una crisis así es dificilísimo, independientemente de qué gobierno hubiera estado y evidentemente ha habido errores por puro desconocimiento. A medida que hemos ido conociendo cómo funcionaba, los gobiernos y los distintos organismos han ido maniobrando para hacer frente a lo que estaba ocurriendo.
-Por qué tanta confusión de datos y cifras.
-La OMS dio instrucciones de cómo contabilizar los fallecidos y decían que las seguían, pero no era cierto. Se ha cambiado la forma de contar hasta en ocho ocasiones. La falta de transparencia ha sido total. Hay una gran diferencia entre las cifras del gobierno y organismos como el INE, las funerarias o el EUROMOMO que dice que somos el país con mayor diferencia de fallecidos entre la cifra oficial y la real.
-¿Le reconoce algún acierto al Gobierno?
-Creo que la gestión ha tenido más sombras que luces, pero su mayor acierto ha sido la capacidad de arrancar el compromiso de que se nos van a entregar 140.000 millones de euros. Esto es un éxito porque realmente la situación económica es un drama que afecta a cientos de miles de españoles.
-¿Cree que la oposición estuvo a la altura?
-Desde el minuto cero los partidos de la oposición tendieron la mano de manera leal al gobierno, basta ver las seis prórrogas del estado de alarma votadas en el Congreso. ¿Qué podría haber hecho más? Me ciño a lo ocurrido, no hubo consenso y se ha echado de menos.
-¿Por qué no lo hubo?
-Creo que la responsabilidad es siempre de quien gobierna y no ofreció gestos reales o señales claras de quererlo. Sin llamar al líder de la oposición y sin hacerlo partícipe de las decisiones no puede haber consenso, al contrario que Martínez Almeida, que aun con errores, supo leer las cartas y darle sitio a la oposición haciéndola partícipe de sus decisiones, se esforzó en sumar a todos en su proyecto, que cada uno tuviera su espacio y eso fructificó en un cierre de filas de todos los partidos en torno al interés común de la ciudadanía.
-¿Ha habido una batalla por el relato entre el Gobierno y la Prensa?
-La tesis del libro es que la democracia ha sido confinada, que la batalla informativa ha sido a cara de perro y se ha dificultado clarísimamente la labor de los periodistas por un interés propagandístico. Somos el único país europeo que tuvo censura previa en ruedas de prensa. En España hemos tenido el mayor número de apariciones públicas de un presidente del gobierno, pero falta transparencia y diálogo.
-¿El periodismo es imprescindible para la democracia?
-El rey dijo: “el periodismo es el oxígeno de la democracia”. Y esta debe contar con una prensa libre, independiente y de calidad. Los periodistas tenemos un compromiso con la democracia y debemos contribuir a mantenerla. La Constitución garantiza el derecho a la información y la libertad de expresión y debemos hacer una reflexión acerca del papel que estamos jugando y cómo desarrollamos nuestra tarea. Creo que debemos tomar distancia del poder político, aplicar eso de zapatero a tus zapatos.