Ladilla Rusa: “Todo se aprende, pero ayuda tener mucho morro”
El genial dúo trae a Madrid el himno de la pandemia y el resto de sus temas fiesteros: «Ser de extrarradio nos define en general»
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Uno se los imagina como Quijote y Sancho Panza salvo que los dos delirantes, recorriendo todos los bares hasta donde la vista alcanza y pronunciando insensateces, estribillos automáticos que se encienden por la azarosa conexión de dos neuronas lejanas. Una en cada cabeza, claro. Polo negativo en Tania Lozano y polo positivo en la de Víctor F. Clares, y, cuando se produce la sinapsis, se convierten en Ladilla Rusa, el grupo más divertido del momento. Letras paródicas y absurdas pero a veces no tanto, como la de su último tema, «A un metro y medio de ti», el mejor retrato de la pandemia, una techno rumba que puede partirte el corazón y la pista de baile en cuanto que nos dejen. En horario casi infantil, el dúo de Moncada i Reixach (Barcelona), «extrarradio por partida doble», presenta en Bravo Madrid su arsenal de despiporre. En su universo, malas costumbres, ídolos muertos y pasión por las cosas del pasado. Al habla, Tania Lozano.
–Han escrito la mejor crónica de todo esto.
–No teníamos pensado sacar ninguna canción de la pandemia, porque llevamos un año escuchando hablar de lo mismo y estamos empachados, pero salió en un bar de forma tontísima. Un camarero me dijo que no podía fumar –en ese momento era así– y me dijo que me pusiese a un metro y medio de Víctor para echar el «piti». Y le dije: «qué absurdo que pueda fumar, pero solo a un metro y medio de ti». Y él me contestó cantando el estribillo. Nos inventamos una historia de amor o de desamor en la pandemia. Conoces a alguien y te gusta, pero como tienes que marcar la distancia, no se lo puedes decir.
–Claro, es que se habla mucho de la faceta cursi de que «no podemos abrazarnos», pero entonces, ya de sexo, que es lo importante, ni hablamos.
–Los solteros lo tenemos muy mal. No podemos conocer a gente, estamos siempre con el mismo círculo de personas. Echo mucho de menos eso de ir a un bar y ponerte a hablar con un desconocido y hacerte amigos nocturnos. Gente a la que no vuelves a ver en tu vida, pero esa noche son tus amigos. Estas batallitas nocturnas se han perdido y la vida ahora mismo es muy aburrida.
–En tres preguntas, los bares han salido ya dos veces. ¿Cuánto de importantes son?
–Muy, muy importantes. Somos muy de bar. Tenemos 33 años y lo de las discotecas ya pasó. Muchas canciones han salido allí. Muchas. Te tomas dos cervezas y el piloto de la creatividad se enciende y llegan las chorradas. El ambientillo nos encanta. De pequeña era una rata de biblioteca. Me encantaba ir hasta que descubrí los bares.
–Lo que sí han cambiado es el periodismo por la música.
–No del todo. De hecho, Víctor está metido en otro proyecto periodístico, temporal. No lo queremos dejar, pero es difícil de compaginar. Y eso que en pandemia solo malvivimos de la música.
–¿Les costó creérselo?
–Víctor y yo somos amigos de toda la vida y siempre nos inventábamos canciones chorras y un día, no recuerdo por qué, decidimos hacer un videoclip. Y se hizo viral. Nos empezaron a llamar para hacer conciertos. ¡Mama mía, si teníamos dos temas! Lanzamos un disco y en los primeros conciertos yo no sabía ni hacer una prueba de sonido. Todo se aprende, pero ayuda tener mucho morro. Hace falta de eso para salir a un escenario sin haber dado una sola clase de nada, no saber tocar nada y aparecer con unas bases programadas y cantar. Ese es el morro que tenemos de serie, que nos gusta el mamarracheo y en las fiestas hemos sido siempre muy reclamados. Eso te lo puede decir cualquiera que nos conozca. Pero todavía me cuesta decir que soy música. Puede que me haya creído que soy artista, pero me ha costado.
–Todo el mundo se siente un poco impostor en lo que hace.
–Exacto. Durante mucho tiempo éramos unos intrusos y luego hemos aprendido que lo nuestro es un proyecto musical diferente, que se basa en el humor. Teníamos miedo a la respuesta de nuestros colegas músicos, pero fue súper positiva, porque se han dado cuenta de que no pretendemos hacer un grupo como los suyos, sino enfocado a pasarlo bien. Hay momentos para beberse un vino reserva y nosotros igual somos el calimocho, que también está rico. Somos calimocho, pero la gente se lo bebe.
–El sentido del humor es más difícil que la canción intensita o la manida de amor....
–Tienes razón, es válida, pero es diferente. Es importante hacer reír y que la gente se lo pase bien. Nos han llegado muchísimos mensajes de gente que nos oye en casa pensando en cuánto echan de menos el petardeo, el mamarracheo. Y nos hemos profesionalizado, nos lo estamos tomando en serio.
–Son de la periferia de Barcelona.
–Soy nacida en Santa Coloma, donde viví hasta los 10 años, que me fui a Moncada y allí conocí a Víctor. Soy de extrarradio por partida doble. Y ser de extrarradio nos define en general. Hemos vivido otro tipo de vida. Íbamos a cualquier bar y te pides una tapa de morros y es lo más normal. Y aquí en Barcelona donde vivimos ahora eso es imposible. Cuando te vas fuera, nos gusta el ambientillo.
–¿Por qué la nostalgia ochentera?
–Fue sin pensar. Me preguntan de dónde sale la canción de Macaulay Culkin y solo puedo decir que no lo sé. Hace como siete años que íbamos por la calle y empezamos a cantar «Macaulay Culkin, Macaulay Culkin» ¿Por qué? No lo sé. Nuestras mentes tienen la capacidad de saltar de un tema a otro. Pasamos tanto tiempo juntos que ya nos hemos contado todo en la vida y tenemos que inventarnos cosas nuevas para pasar el rato. Para hablar de algo. Y así es como salen las cosas.
Dónde: Nuevo Teatro Alcalá. Madrid. Cuándo: mañana, 20:30 horas. Cuánto: 16 y 22 euros más gastos.