Solo los cretinos están seguros de sus éxitos
Milena Busquets regresa a la novela cinco años después con «Gema», una obra de autoficción donde reflexiona sobre la ausencia que dejan las amigas perdidas y la memoria de las personas
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Cinco años después de «También esto pasará», una novela donde encuadraba los recuerdos de su madre y que se convirtió en el fenómeno de la temporada, Milena Busquets reaparece con «Gema» (Anagrama), un libro de semejantes perfiles intimistas, que toma pie en la autoficción y donde la muerte prematura de una amiga de la infancia se convierte en un potente eje de reflexiones sobre lo vivido, lo que quedó por vivir, la despedida de los amigos, la amistad y las cuentas pendientes.
-Han pasado cinco años desde «También esto pasará». ¿Por qué tanto tiempo?
-No había un plan. He estado dos años viajando por la promoción del anterior libro. Para un escritor, que vive en la soledad, esos meses son una locura. Es muy difícil escribir en esos periodos de tiempo. Luego necesité un año para retomar mi vida, que, aunque es muy pequeña, me apetecía. He estado tres años con esto y luego, aunque esta novela es breve, ha tenido cuatro versiones. He depurado mucho estas páginas. Luego había un aspecto importante: no quería que este título se aprovechara del éxito del otro. Y tampoco deseaba que otros vieran esa inmediatez y dijeran: mira, y ahora saca este libro. Así que pensé: vamos a gastarnos todo el dinero y empezar de nuevo con una novela.
-Lo corriente es que a los autores se les presione.
-Yo no tuve esa presión, porque en la editorial entendieron que el éxito repentino de «También esto pasará» fue arrollador y que un escritor tiene un ritmo. Un escritor debe escribir cuando quiere, cada dos, tres o cuatro años. Hay quien no lo hace por temor a que se olvide su nombre. Pero yo creo que mis hijos seguirán acordándose del mío, y mis seres queridos. Soy reticente a ese papel de escritor.
- ¿Cuál?
-El de una persona seria que escribe dos años, que está pendiente de lo que se diga de él en la prensa, que considera competencia a sus colegas. Hay gente que así escribe libros increíbles, pero yo no escribo de esa forma. Yo además hago autoficción, trabajo conmigo y es muy fácil, si no se tiene cuidado, desvirtuar lo que dices. Yo lo único que quiero es hacer un libro bueno.
-¿Qué es lo peor de que a uno lo ensalcen tanto?
-Mi primera novela vendió alrededor de 700 ejemplares y la segunda muchos miles, pero para mí llevaron un esfuerzo parecido. Un éxito te descoloca un poco. Tengo cierta edad, soy mayor y he visto a muchos escritores que de repente por vender libros se creen Dios y no hay nadie que sea Dios. El éxito es maravilloso, pero debes tener cuidado y parar cada cuatro o cinco pasos. Eso lo he trabajado. Además, en el éxito, me suceda a mí o a otro, hay una parte que es azarosa: tocas el tema de momento, has respirado el aire de los tiempos, has coincidido con un sentir... solo los cretinos están seguros de sus éxitos.
-La anterior novela era autoficción y esta, también.
Es un género muy delicado. Como materia literaria, tú no eres más fácil que cualquier otro personaje externo. Lo que me interesa sobre todo es la honestidad de los personajes. Me da igual que sea de un tío que sea real que de Harry Potter. Cuando es algo personal es cuestión de ir sacando capas, atravesarlas. Esta literatura es un ejercicio de honestidad, porque todos creemos somos otra cosa de lo que en realidad somos. Todos nos engañamos. Es complicado llegar a la honestidad máxima. Cuando es material personal, hay que ir con cuidado para no caer en el narcisismo. Es necesario coger la distancia apropiada para verte desde lejos.
- ¿No da problemas?
-Ya me han preguntado quién es el actor que aparece en este libro. Yo les respondo en broma que es Brad Pitt. A todos nos cuesta mucho dividir la realidad y la ficción, pero las personas deben tener en cuenta que en la palabra «autoficción» también está la palabra «ficción». El actor que describo no existe. Jamás me he enamorado de ningún actor. Lo que he tratado aquí es de rescatar a una persona que me importaba y que, en una situación, no supe estar a la altura. Eso sí es real. Pero el resto... Algunos creen que, porque me han leído, me conocen. No tienen en cuenta que en un libro es lo más ocurrente que tengo y está depurado. Luego, cuando me ven, dicen: «¡Ah! ¡Así eres tú!». Esa es la distancia.
- ¿Quién es la Gema del libro?
-Gema es la que cuento en el libro. Es la niña con la que empecé en el parvulario. Estaba a su lado con cinco años. En la adolescencia nos distanciamos más porque yo era más literaria, más gamberra, y ella, más científica, más ordenada. Es una amistad de muy primera infancia. No he inventado nada sobre ella.... A veces no sabemos por qué hacemos las cosas, pero necesitaba escribir este libro sobre ella, que falleció a los quince. Gema no se va a enterar. Ni sus padres, pero creía que debía hacerlo. Me parece increíble que ahora, usted y yo, estemos hablando de ella. Para mí es muy importante. Esta es una labor de los escritores que aprecio mucho: la de los rescatadores de nombres, de personas. Esa idea de que vale, habéis muerto, pero yo voy a rescataros.
-La muerte también estaba presente en su anterior obra.
-Tratamos de esconder la muerte en el más recóndito de los rincones y la muerte es cercana nos va a pasar a todos. Lo sabemos, pero lo olvidamos. Pero me parece que la conciencia de la muerte te da impulso para la vida, para ir contra ella. El motivo de este libro es la muerte, pero luego son unas páginas cargadas de vitalidad. No me gustan los libros deprimentes. Perdí a Gema, a mi padre, pero a pesar de esto, y esto es importante, todos estamos pendiente de los vivos y de los muertos que nos acompañan. Nunca nos despedimos de los muertos. Ellos están aquí, con nosotros. No se puede desdramatizar la muerte, pero forma parte de quiénes somos. Con este libro he tratado de rescatar a Gema de la muerte.
-Por eso dice que los muertos son incorruptibles.
-Hay personas vivas y muertas que nos acompañarán siempre. Y pobre de los que no tengan esto. La vida una mezcla de muertos y vivos. Recuerdo un diálogo de «Ciudadano Kane» donde uno de los personajes asegura que durante un instante fugaz vio a una mujer y que desde entonces todos los días piensa en ella. Y solo la ha visto un momento. Ni siquiera han hablado porque sus vidas han ido por otro lado.
-Habla de lo que ha vivido y otros, como Gema, que ha muerto antes de tiempo, no han vivido.
-Tendríamos que hacer una lista de las quince cosas que hay que hacer. Gema era chica dotada, con una risa formidable y muy lista. Yo cuento cosas que ella se perdió, no pudo vivir y doy gracias por poderlas explicar yo en este libro. Es inaceptable que haya gente que no puedan hacer ni tres por la muerte o lo que sea... Me da rabia. Los que escribimos para rescatar la memoria de una persona lo hacemos casi por Justicia. Se nos ha concedido un tiempo que a otros se les ha quitado Me siguen doliendo en el alma estas personas que desaparecen pronto.
-La memoria.
-Ese es un tema literario muy rico. Por un lado, tenemos lo que recordamos. La protagonista apenas puede afirmar si aquella despedida en el patio sucedió o no. Está la memoria de lo que recordamos, la que nos han contado y esa familiar, casi mística, que puede estar inventado y se pasa de una generación a otra. La memoria basada en la realidad es falsa. La memoria es una mezcla de fantasía y realidad, que es lo que somos las personas. Vivimos sobre el agua, no en tierra firma, y es genial para cualquier persona.
-Los hijos funcionan como un recordatorio en este libro.
-Los hijos son la salvación de uno. Son los que recuerdan qué es la vida. Ellos te sacan de la realidad inmediata, te llevan fuera. Y yo lo agradezco. Yo siempre supe que quería ser madre, mucho antes de comenzar a escribir. Era la típica niña con estanterías con muñecas. Yo no subía a un árbol (risas). Muchas escritoras no tienen hijos porque es un encaje complicado, porque con una novela tienes que estar absorto, concentrado, no desviarte un centímetro. Estoy esperando que un escritor todavía diga que lo más importante en la vida para él son sus hijos. Conjugar la maternidad con la escritura es difícil. Yo personalmente no creo que escribiera mejor si no tuviera hijos. Los hijos me han dado conexión en el mundo, me han hecho mejor persona y me han hecho feliz.