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Los libros de la semana: del drama de la demencia a las cuatro estaciones de Ali Smith

Delphine de Vigan se atreve con uno de los temas preferidos de J. M. Coetzee, la vejez, en esta obra descarnada pero con un rayo de esperanza
larazon

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“Las gratitudes”: La anciana que no quería morir antes de dar las gracias

★★★★☆
Con este libro, De Vigan continúa el viaje emprendido en «Las lealtades», donde visita, de nuevo, los sentimientos y las relaciones íntimas entre los seres humanos. Si Dumas sostenía que «hay servicios tan grandes que solo se pueden pagar con ingratitud», estas páginas nacen para desmentir tal máxima. Así, conoceremos cómo la joven Marie, vecina de la anciana Michka, se afana en cuidarla.... hasta que, un día, se derrumba el mundo cuando la invade la demencia. Michka es un personaje con muchas aristas. Ex fotógrafa de Prensa y correctora de pruebas en un periódico, fue salvada de la deportación por Nicole y Henri, la pareja que la acogió y escondió durante la guerra y a la que nunca mostró su agradecimiento. Decir gracias, según argumenta la autora, suena muy simple pero también puede resultar excesivamente complicado. Del mismo modo que saber aceptarlas.
Marie sigue cuidándola a su abuela «adoptiva» con una atención que pocas veces un vecino suele prestar a un anciano porque ahora es «una joven que sin darse cuenta ha envejecido víctima de un destino malvado». Conoceremos su terrible pérdida de autonomía, su confusión, el miedo... hasta que gire la llave de su puerta, por última vez, rumbo a una residencia para la tercera edad.

La puerta de la demencia

Como siempre en los textos de De Vigan, la historia se desarrolla más allá de lo que suponíamos. La novelista lanza una mirada de empatía sobre los mayores en el punto exacto en el que la vida se convierte, para ellos, en una a luz que se puede apagar en cualquier momento. Apesar del precipicio que supone la demencia, Michka no consigue desabrocharse la necesidad de dar las gracias a la pareja que la salvó. Conoceremos al logopeda de la residencia, que intentará ayudarla a detener el flujo de palabras que se enrocan, se tropiezan, se fusionan o evaporan de su cabeza. Conmovido por su coquetería y su personalidad, intentará ayudarla a salir del abismo en el que se encuentra antes de que esos lapsus se conviertan en silencios abrumadores. La nada. Así, la narración se desliza meciéndose sobre una escritura concisa, refinada y terrosa, donde abundan los tonos ocres y naranjas. De Vigan sabe que la literatura, como la vida, busca la forma de complicar las cosas. De ahí que quiera emocionarnos con el tránsito de una vida plena hacia la estrechez del vacío. La oquedad. Un texto luminoso y una fábula conmovedora sobre la necesidad de dar las gracias.

▲ Lo mejor

El libro contempla, de forma tierna y cruelmente lúcida, los últimos momentos en la vida de una anciana

▼ Lo peor

Quizá la autora se apoya demasiado en lo sentimental, pero ello no lastra en exceso su resultado final
Ángeles López

“Invierno”: Después de «Otoño», Ali Smith continúa con gran lucidez su peculiar proyecto

★★★★☆
Tienen los libros de Ali Smith algo de la técnica del collage, sus páginas están tan llenas de palabras como de su ausencia y son esos aparentes vacíos los que ofrecen las claves de una lectura que ha de estar muy atenta a todas las claves literarias, artísticas y humanas que ofrece la escritora a lo largo de sus novelas. Hay en «Invierno» una referencia que es fascinante y que resulta clave en su desarrollo: se trata de Barbara Hepworth, una artista que es muy conocida por sus conocidas esculturas con agujeros. Seres a los que les falta una parte importante de sí mismos, pero que siguen de pie.
De esa manera es Sophia, la protagonista principal de la obra, su hermana Iris, su hijo Art o la novia de éste, significativamente llamada Lux y amante de Shakespeare. Ella, Lux, llega precisamente para llenar esos agujeros que remontan al lector a otras historias que nacieron en el libro anterior a este, «Otoño», que ya obtuvo un gran éxito. De ahí los frecuentes saltos temporales que existen, tanto hacia delante como hacia atrás, y los comentarios que cobran sentido. «El invierno es una época que celebra el parentesco entre la infancia y lo divino, entre los niños y los padres».
La estructura del volumen es mucho más compleja de lo que parece de antemano, porque remite al pasado, que conocemos en parte, y a un futuro que no se desvelará, quizá, hasta la «Primavera», pero la lectura es igualmente hermosa, sugerente y poética, como el «Cuento de Navidad» de Dickens..

▲ Lo mejor

Que Ali Smith vuelve a mostrar sus devociones personales: Shakespeare, Keats y Dickens

▼ Lo peor

Nada, la autora continúa su excelente Cuarteto Estacional con la más sombría de las estaciones
Sagrario Fernández Prieto

“Hölderlin”: Solamente la poesía pudo salvar de la locura al poeta

★★★★☆
La trayectoria de Safranski cuenta con un caudal de investigaciones biográficas ineludibles, en los últimos lustros, para aquel que desee adentrarse en las mentes germanas más talentosas de la historia. Autor de «Romanticismo. Una odisea del espíritu alemán», e inmejorable biógrafo de Heidegger, Nietzsche, Schopenhauer, Schiller y Goethe, ahora se adentra en otro genio para entender la poesía alemana. «Hölderlin» (traducción de Raúl Gabás) es hoy para nosotros uno de esos autores cuya leyenda ha quedado marcada por sus dolencias mentales, y por lo tanto se simplificó debido a ese aspecto personal. De modo que bien merece la pena conocer a fondo a este poeta, traductor, filósofo, preceptor privado y revolucionario nacido en 1770 y muerto en 1843.
Con todo, no hay que olvidar que en 2008 nuestro gran especialista en letras germanas Antonio Pau publicó la biografía «Hörderlin: el rayo envuelto en canción» (Trotta), que conectaba con algo que dijo Walter Benjamin: «Vivimos en mitad de la noche. Y desde hace años a mí solo me ilumina en la noche la luz de Hölderlin».

Ante el abismo

Aquí aparecía su atormentada etapa como estudiante de teología, su amor imposible hacia Susette Gontard –la mujer de su mecenas–, la mitad de su vida padeciendo locura y su periodo de reclusión en la casa de Tubinga que pertenecía a un amigo durante 36 años... Safranski recorre asimismo estos asuntos, pero sobre todo resulta iluminador cómo el biógrafo entiende la pulsión poética del autor de «La muerte de Empédocles» –tragedia en verso en la que recrea el suicidio del filósofo griego– y la novela epistolar y tan lírica «Hiperión o El eremita en Grecia».
«La poesía era alimento para Hörderlin, alimento en el sentido supremo, tanto en soledad como en compañía», apunta el investigador, pese a que su madre pretendió que se convirtiera en párroco. El joven tuvo clara su intención de poetizar la mitología y lo consiguió a todas luces aunque no pudiera disfrutar del prestigio que fue adquiriendo a medida que los autores románticos reivindicaron su figura y su obra. Cabe decir que el título original de este libro es «¡Ven a lo abierto, amigo!», extraído de la oda «Paseo en el campo», donde Hölderlin invita a alguien a andar por la campiña de Suabia para dejarse cautivar por lo exterior, aunque el día esté oscuro y no parezca el más apropiado. Una alegoría para atreverse a indagar en la propia poesía de Hörderlin, hermética y bella, que acogió la tradición clásica y la fundió con el nuevo romanticismo..

▲ Lo mejor

El dominio de la fuentes documentales de este autor, como siempre en sus libros, es impecable

▼ Lo peor

Safranski admira una obra compleja de explicar, y tal vez debería haber sido más didáctico en ello
Toni Montesinos

“Humo”: El otro confinamiento de José Ovejero

★★★☆☆
José Ovejero (Madrid, 1958) es un escritor de variados registros literarios, pero es en la narrativa extensa donde ha alcanzado sus mejores logros, con obras como «La invención del amor», una historia de equívocas imposturas sentimentales, o «Insurrección», crónica ficticia de juveniles rebeldías. En idéntica línea de pulcro realismo, psicológica perspicacia y tensas situaciones argumentales publica «Humo», una novela de distópica ambientación.
En una solitaria cabaña, en medio del bosque, alejados de toda civilización, conviven una mujer y un niño; no son familia y, acompañados solo de una gata y con la esporádica visita de un hombre que les trae alimentos, subsisten en un entorno de salvaje naturaleza e inquietante aislamiento. En la lejanía, se atisban las perturbaciones de una sociedad en crisis abocada a su desaparición. En una atmósfera que recuerda a los utópicos espacios de J. G. Ballard o Philip K. Dick, se traza aquí una inteligente fábula sobre la incomunicación, la creatividad solitaria, el valor de la supervivencia y la fuerza de los sentimientos. Destaca el tono de suspense generado por unos enigmáticos personajes, y la incierta amenaza que les acecha. Aunque sin una concreta referencialidad testimonial, es este un oscuro relato de confinamiento y reclusión, en el que el lector se ve arrastrado por las duras circunstancias –apenas alguna esperanza– de un mundo sin futuro.

▲ Lo peor

La lograda creación de unos decrépitos paisajes así como los oscuros entorno

▼ Lo mejor

La excesiva indefinición psicológica de los protagonistas, de perfil algo desdibujado
Jesús Ferrer

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