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El Louvre resucita a “La Gioconda” con la realidad virtual

El consagrado templo artístico parisino ofrece al visitante, con motivo del aniversario de la muerte de Leonardo Da Vinci, la posibilidad de sumergirse en la famosa e histórica pintura
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Coincidiendo con el 500 aniversario de la muerte de Leonardo da Vinci, el Museo del Louvre implementó un proyecto que, bajo la denominación de «Mona Lisa Beyond the Glass», quería ofrecer a los visitantes la posibilidad de «introducirse» en esta pintura a través de la realidad virtual. Ahora, por medio de unas gafas diseñadas por HTC VIVE Arts, el espectador es capaz de traspasar la superficie del lienzo y rodear a la enigmática modelo, caminar por el paisaje en «sfumato» que se avista al fondo, o conocer otros secretos de esta obra maestra de Leonardo. A resultas de esta experiencia inmersiva, el espectador transforma radicalmente el modo de relacionarse con el arte: éste ya no es contemplado, sino literalmente «habitado». Durante los últimos años, los museos están incorporando todo tipo de dispositivos que les permitan responder adecuadamente a la demanda social de experiencias.
El simple reclamo cultural ya no basta para atraer a los visitantes. Los museos han dejado de competir entre ellos para tratar de equipararse a los principales espacios y artefactos de la industria del entretenimiento. No es extraño que, en la actualidad, un museo se mida con un parque temático en su intento de suministrar experiencias lo más plenas y novedosas posibles. En este sentido, «Mona Lisa Beyond the Glass» parece traer al mundo de lo posible una de las escenas más célebres del filme «Los cuentos de Akira Kurosawa» (1990), en la que el protagonista paseaba por el interior del cuadro «Trigal con cuervos» (1890), de Van Gogh. A decir verdad, esta aspiración a sumergir al espectador en una experiencia envolvente, en la que su posición ya no sea externa, sino interna a la obra, no constituye un elemento exclusivo de la nueva museología.
Muchas décadas atrás, en 1942, Peggy Guggenheim inauguró, en Nueva York, una de las galerías más emblemáticas de la historia del arte: Art of this Century. Quienes frecuentaron este espacio lo describieron como una mezcla de café parisino, casa encantada y parque temático. Dividida en cuatro ámbitos, Art of this Century ofrecía modos de interacción con el espectador nunca más reeditados: la sala surrealista jugaba con el encendido y apagado de las luces, además de estar presidida por una instalación de sonido que generaba la sensación de estar siendo atravesada por un tren; en la «Kinethic Gallery», las obras se distribuían sobre unos raíles de manera que el espectador podía elegir cuál de las piezas ver con solo apretar un botón que las desplazaba. La carrera por sorprender al espectador ya no solo a través de la propia expresión artística, sino de la forma de exhibirla, comenzó hace tiempo. La tecnología digital y los nuevos interfaces convertirán , más pronto que tarde, en obsoleta esa vieja costumbre de situarte delante de un cuadro para deleitarse con sus cualidades estéticas.