El pupitre que cambió el mundo
CaixaForum reivindica a Jean Prouvé en la exposición que presenta su lucha por una arquitectura con elementos prefabricados y una producción en serie con fines sociales
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El universo de Jean Prouvé era el de su taller, el origen de un cosmos que se extendió conforme se iban destapando sus diseños en el periodo de entreguerras. Allí fluía la mente de un hombre de «difícil epíteto», dice Marjorie Occelli, comisaria, junto a Olivier Cinqualbre, de la exposición que acaba de inaugurar el CaixaForum de Madrid en colaboración con el Centro Pompidou de París. Más claro lo tenía el propio Prouvé, que, ya al final de su vida, se definió como «industrial, ante todo», porque todos los campos que pisó tenían una «finalidad industrial», recalca Occelli.
Fue esta, la industrialización, su «lucha de toda la vida». Y, por ello, «ya no cabe plantearse si hay que considerarle arquitecto, ingeniero o diseñador, porque tanto al pensar un tabique o una carpintería, una casa o una silla, un panel de fachada o un muro cortina –continúa la comisaria–, primaba la idea de cómo fabricarlo y la voluntad de industrializarlo». En palabras de Cinqualbre, Prouvé estaba adherido sin remedio «a la idea de un progreso cuya única razón de ser era beneficiar a los seres humanos» en la mayor cantidad posible.
Con esta premisa bien clara, se explica la muestra que estará en el Paseo del Prado hasta el 13 de junio y que presenta al constructor francés como un ferviente defensor de la arquitectura con elementos prefabricados y la producción en serie con fines sociales: «Hay que mostrar al público que la casa prefabricada es confortable y romper con la rutina», afirmó. «El universo de Jean Prouvé. Arquitectura / industria / mobiliario» reúne 235 piezas (146 de ellas son originales) para revisar cronológicamente la vida y obra de este parisino de nacimiento.
Todo se inicia de la mano del pintor, escultor y grabador que fue su padre, Victor; de ahí dio el salto a los talleres de los herreros, donde, de los 17 a los 20, se acercó a la forja: «Durante varios años forjaba yo mismo. No era un hombre de despacho, ni de dibujo. Vivía en el taller y recuerdo que los cerrajeros y los herreros utilizaban un mandil de cuero para protegerse de las chispas. Durante muchos años vestí ese delantal», confesaba en 1982 durante una entrevista.
Entre esas cuatro paredes se hacen «realidad las ideas, se confirman las intuiciones, se mejora permanentemente y se evalúan los procesos; es el lugar donde los dibujos se materializan y se prueban los prototipos», explica Cinqualbre de quien trabajó con algunos de los grandes arquitectos de la modernidad como Robert Mallet-Stevens y Le Corbusier.
Prouvé fue un creador versátil capaz de proyectar el edificio más fantástico, pero también el utensilio más cotidiano. «Desde un edificio de un aeroclub hasta una mesa de parvulario, y desde una casa desmontable hasta una cadena de estaciones de servicio», define Occelli. Si en 1924 abre su primer taller de «Herrería artística y cerrajería», en Nancy, en 1931 ya encamina su empresa, Ateliers Jean Prouvé, hacia la industrialización en serie. Es a mediados de la década cuando su intervención en edificios se extiende más allá del diseño: se amplía a la estructura entera.
«En 1934-1935 imaginé otra forma de hacer arquitectura y de utilizar los materiales (...) Imaginé edificios con una estructura, de igual modo que el ser humano tiene un esqueleto, a la que había que añadir el complemento; y el complemento lógico para un esqueleto de acero, de hormigón o de madera consistía en envolverlo en una fachada ligera puesto que la estructura se sostiene sola». Así, el aeroclub Roland Garros, en Buc, fue su primer hito de metal y vidrio.
Respecto al mobiliario, la gran aportación de Jean Prouvé fue la de crear muebles muy resistentes con economía de materiales, a menudo plegables e inclinables –«la industrialización solo es posible con un reducido número de componentes»–. Técnicamente, la chapa de metal plegada proporcionaba resistencia al objeto, distribuyendo la fuerza por igual en todas las patas del mueble. Uno de sus modelos de mayor éxito fue la silla Standard, de 1934.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el industrial se unió a la Resistencia con Le Corbusier y Pierre Jeanneret para la construcción de unos pabellones desmontables que se convertirían en dormitorios, comedores, enfermerías, salones... con un sistema que combinaba pórticos centrales y elementos modulables para cubiertas y fachadas. Ya con el conflicto finiquitado, llegó el reto de la reconstrucción, en el que Prouvé luchó para que la chapa de aluminio, hierro o acero, el contrachapado de madera y los plásticos ganasen el favor general para un resurgir más rápido. Era un proyecto provisional que, sin embargo, suponía «un primer paso hacia una nueva fórmula de vivienda», desafió en 1945.
- Dónde: CaixaForum, Paseo del Prado, 36 Madrid. Cuándo: hasta el dia 13 de junio. Cuánto: 6 euros.